Capítulo 15

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Ser barista es más difícil de lo que pensé.

Al menos me alegro de que mi turno ya pronto acabará. Estoy casi por quitarme el delantal que además de ridículo es incómodo, cuando Vic me llama para decirme que hay un cliente en la barra.

¿Justo ahora? He estado parada durante nueve horas. Vic ha estado sentada la mitad de ese tiempo, supongo que es una veterana que se cree con privilegios por el derecho de antigüedad, podría haber atendido ella ya que aún me queda limpiar las máquinas antes de irme y ella no ha hecho gran cosa.

No me puedo quejar, me gusta estar ocupada en vez de solo encerrada en mi habitación esperando llamadas que nunca llegan y pensando en la chica de la puerta de enfrente a la mía.

Y justo cuando pienso que es bueno que mi mente se distraiga de lo ajetreado que han sido estos días, es Freen quien está en el mostrador con mirada distraída y jugueteando con las servilletas puestas por un lado de la caja registradora.

Me detengo al verla, recargada sobre sus codos en la barra, deja lo que estaba haciendo y baja la mirada en sus manos, como si estuviera nerviosa.

—Freen...

—Oh, Becky, hola —me dice sonriendo débilmente y adoptando otra postura, es cuando veo que trae su mochila para laptop colgando de un hombro.

—Salgo en cuarenta minutos —le recuerdo viendo hacia el reloj e la pared.

Porque sí, los tres días que he estado trabajando aquí ha venido a dejarme y a recogerme a la hora de mi salida, lo que hace que no entienda el por qué está aquí antes.

Aunque solo han sido los viajes, los silencios no se han hecho menos incómodos y no hemos hablado de nada muy serio, pero es un avance que quiera limar asperezas de esta forma. Es un inicio.

Cuando le digo aquello asiente como si no fuera tonta.

—Lo sé, pensé en salir un rato de mi habitación, espero que no te moleste que esté aquí, escribiré mientras terminas el turno.

—Ah, entiendo, no tienes que pedirme permiso Freen —Ni siquiera sé si tengo el poder de otorgar permisos, y además es una cafetería, la gente viene a charlar y a leer el periódico y todo tipo de cosas, no sé porque siente que tiene que avisarme, pero me agrada—. Aunque tal vez deberías pedir un café.

—No tomo café, pero gracias —tamborilea sus dedos sobre la superficie y me vuelve a sonreír haciendo que mis terminaciones nerviosas respinguen.

—Entonces te preparé otra cosa, anda ve, toma asiento, en un momento la atiendo señorita —le digo con el tono más meloso que uso para dirigirme a los clientes.

Ella ahoga una risita y se aparta para ir a buscar una mesa. Yo me apresuró entonces a prepararle un chocolate con avellana que espero que le guste, de pronto ya no me siento cansada, me asusta como me hace sentir Freen.

Todos estos días he querido besarla de nuevo, tocarla, explotar con ella como ese día. Es casi una necesidad que se acrecienta con el paso de los días, no quiero apresurarme, aún estoy algo dubitativa sobre lo que realmente espera ella, sin embargo, se ha mantenido al margen. Ya no es esa chica que me mira provocadoramente, y que destella deseo sexual en sus ojos, y me gusta. No quiero ser solo un objeto, no quiero ser solo un detonante para los deseos primitivos de otras.

Cuando está listo me dirijo a su mesa. La encuentro sentada en las primeras mesas, absorta mientras aporrea tecla tras tecla sin tregua, me detengo cerca porque quiero verla, lleva unos lentes de cristal que la hacen ver más jodidamente hermosa, ¿cómo es eso posible?

Ese tipo de chica [Freenbecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora