XI─LOS CAIDOS

431 50 5
                                    








𝐜 𝐡 𝐚 𝐩 𝐭 𝐞 𝐫    𝐞 𝐥 𝐞 𝐯 𝐞 𝐧












Lucios Dashwood.

Tantas cosas que decir y un solo nombre. 

Si buscas el nombre de Lucios Dashwood III no va a salir nada, casi como si no se hubiera extinto como su reino olvidado en las cenizas. Un rey cuyas posibilidades de llegar al trono eran nulas, el último en su línea, el primero de sus hermanos en llegar al trono. Una historia que había trace dentado, el rey cuyas posibilidades eran nulas, le decían. Una historia que perduraría, hasta ese fatalice día...el día donde el rey Lucios Dashwood III moriría junto a su reino, el dia donde todos los reinos hicieron un pacto silencioso de jamás volver a hablar de aquello. 

Pero ninguna información se puede esconder para siempre. 

The Horned King. Nunca pronuncies ese nombre en el reino equivocado o podrías ir preso, ese nombre como el resto de su historia se quemó y sus cenizas se colocaron bajo llave, todo porque ese nombre esta maldito.

Muchas cosas se dijeron cuando paso todo, muchas mentiras y una sola verdad, pero el tema de la verdad es que solo las personas que estuvieron ahí la saben, y todas están muertas, una esposa, dos hijos, todos incineraron bajo el yugo de la codicia de un rey para que el que suficiente nunca fue suficiente. Pero aun así existe un libro, al igual que se han hecho hace siglos cada historia queda grabada para la inmortalidad, incluso esta. 

— Esta todo bien? —la voz de Ben me saca de mis pensamientos. Yo solo asiento a lo que el agrega—Ya estamos próximos a llegar.

Yo solo vuelvo a asentir. 

Ben, quien está frente a mí, me sonríe mientras arregla la chaqueta con la insignia del reino, como si no pudiera ser más evidente que él es el rey se coloca una chaqueta que lo grita con bordado de hilos de oro. Bastante impropio pensando a donde vamos. 

—Llegamos. 

Ben se baja primero del carruaje, tendiéndome la mano luego, la rechazo, bajo de un salto y me dirijo hacia los demás. Carlos y Jay se habían ofrecido a acompañarnos, y aunque parte de esa ofrenda viene acompañada de la molesta necesidad de Mal de espiar cada respiro que doy, su presencia es de utilidad, al igual que la de Harry quien vino más por obligación que mérito propio. 

—Wao—silba Jay—. Había escuchado la historia de cómo había quedado el lugar, pero jamás me imagine que sería tan mal. 

La gran muralla divisoria. 

Hay cosas que sabes que pasaran en una guerra, lo lees, y escuchas las historias, sabes que esperar, pero la verdad es que nunca sabes que esperar. La muralla había quedado destruida, todo a su alrededor era cenizas, las casas están negras, destruidas o saqueadas, la ropa guindada por todo el pueblo estaba rotas, llenas de huecos, y la gente...nadie había sobrevivido. 

𝗧𝗛𝗘 𝗤𝗨𝗘𝗘𝗡─DescendentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora