𝟎𝟏𝟒. la casa de Pedri

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CAPÍTULO CATORCE
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CAPÍTULO CATORCE✧・゚: *✧・゚:

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ALINA

Nuestro día comienza en el coche de Pedri, conduciendo por las calles de Barcelona mientras Quevedo se reproduce en los altavoces del vehículo. Abro la ventana y la suave brisa se cuela, agitando mi pelo y refrescando mi cuerpo ya que aún prevalece el calor de verano a mediados de septiembre.

Giro mi cabeza, posando mi mirada sobre el canario el cual está concentrado en la carretera: uno de sus brazos reposa en la ventana, pasando sus dedos sobre sus labios y barbilla con un semblante serio, mientras que con el otro controla el volante.
No hay cosa más atractiva que un chico conduciendo. Y más de la forma en lo que lo hace Pedri. No soy consciente de que me quedo embobada viéndolo, y antes de que me pille, procedo a sacarle una foto con mi móvil, al que doy gracias por que lo haya puesto en silencio.

Pedri va tan ensimismado que no se percata de la fotografía que le he tomado, y me quedo unos segundos admirándola, añadiéndola al álbum de favoritos. Bloqueo el teléfono, escuchando como la canción de Playa del Inglés empieza a sonar e inconscientemente, una sonrisa se asoma por mi rostro.

No soy mucho de escuchar reggaeton ya que he crecido escuchando pop y rock por mis padres: desde artistas del pop español como Maldita Nerea, La Oreja de Van Gogh, Dani Martín o Melendi, hasta pop/rock inglés como U2, Lady Gaga, Madonna, Abba, The Beatles o Cyndi Lauper. Aunque algunas canciones me sé de reggaeton, pero la gran mayoría son del antiguo, de 2015 o por ahí.

Sé que a Pedri le gusta Quevedo por las ocho canciones que llevamos, por lo que alguna que otra si me sé y me gusta ver cómo sonríe cuando me escucha tararearlas.

No tengo ni idea a dónde vamos, pero aún así la espera es calmada. Me doy la paz de disfrutar estos momentos con él y lo que tenemos (lo cual no tiene nombre). Pedri me da tranquilidad, felicidad y esa sensación de plenitud de la que hablaba antes. Doy gracias de que nos hayamos conocido.

— ¿Y?, ¿Qué opinas de Barcelona? — me pregunta Pedri, aprovechando un semáforo rojo para girarse y mirarme con una sonrisa.

Yo me hago la pensativa, recorriendo con mis ojos las calles, moviendo mi cabeza de un lado al otro levemente. Al terminar, resoplo.

— Pues que quieres que te diga — comento, sabiendo que se va a picar con mi siguiente comentario — no es gran cosa.

Por el rabillo del ojo puedo ver como Pedri levanta las cejas en sorpresa, y niega levemente a la vez que chasquea la lengua.

𝑬𝑵𝑪𝑯𝑨𝑵𝑻𝑬𝑫, pedri gonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora