7. Era algo raro

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-¿Y te apetecería quedar ahora un rato y me cuentas lo que te pasara ayer?

-Lo siento, pero he quedado con Ambkor.

-¿Que has quedado con Ambkor? Si es una broma para joderme y darme envidia me parece muy bien, pero no cuela.

-¿Por qué tiene que ser una broma? Lo digo en serio.

-¿Y desde cuando va a querer quedar contigo? Si no lo has visto en tu vida, igual que yo, ojalá..

-Estaba ayer en el concierto, y consiguió mi número.

-Veo que nos hemos levantado con imaginación hoy eh.. Venga en serio, dime una excusa más creíble.

-Juan, no tengo tiempo para darte explicaciones. Si te lo crees, bien, y si no, peor para ti, adiós -Y sin dar tiempo a que respondiera, colgué.

Cogí mi bolso y me fui a la cafetería donde había quedado con Ambkor. Nada más entrar en el establecimiento no me resultó difícil reconocerle, me hizo gestos con las manos hasta que me percatara de su presencia y me acercara hacia él:

-Hola -Se levantó de la silla y se acercó para darme dos besos.

-Hola -Respondí con bastante amabilidad para la que solía tener.

-Bueno, sé que es raro todo esto, y tengo que admitir que todavía es más raro que hayas aceptado. Supongo que si lo has hecho es porque conocerás algún tema mío.

-¿Te soy sincera? No. Simplemente dije que sí por un impulso.

-¿Y siempre actúas por impulsos? -Me guiñó un ojo.

No me gustaron esas intenciones, pero aún así no iba a cambiar mi opinión:

-Depende la situación.

-Bueno, a lo que iba. No tiene mucha complejidad la participación, ¿Es la primera vez que sales en alguno?

-Sí.

-Para tranquilizarte diré que esto siempre es más fácil que una película. Aquí no tienes que aprenderte ningún guión, como cine mudo con banda sonora, simplemente actuar.

Me estuvo explicando por encima de qué iba a tratar y me pidió que no tuviera ningún compromiso para dentro de dos días, era cuando iba a rodarse.

Nos despedimos de nuevo con dos besos y yo puse rumbo a mi casa, pero alguien interrumpió mi camino antes de que pudiera ponerme los auriculares para desconectar:

-¿Tienes lo mío? -Me giré y me acerqué para darle al dueño de aquella voz la mercancía que teníamos pactada.

Sin ni siquiera un gesto se fue. Después de la última escena tampoco quería mayor trato con él del estrictamente necesario. Cada uno cogimos nuestro camino y yo al fin pude ponerme los auriculares y desconectarme del mundo.

Antes de llegar a mi casa avisé a la vecina de que iba a estar unos días desconectada de mundo, que necesitaba pensar, reconstruirme, para que no pasara como antes y que se preocupara. Así que llegué a casa, apagué cualquier tipo de aparato electrónico para que no me molestaran y después fui directa a la cama.

Me tiré dos días que solo salía de entre las sábanas para lo necesario. No sé si me vino bien estar encerrada conmigo misma y con mis pensamientos para aclarar lo que quería, o si por el contrario todavía me lié más. Pero daba igual, al menos era más fuerte enfrentándome a mis temores, o eso creo.

No tuve más remedio que encender el móvil por si Ambkor me llamaba para el vídeo. Cuando el móvil terminó de cargarse casi explota de tantos mensajes que tenía, de WhatsApp, como no. Abrí todas las conversaciones que esperaban alguna respuesta por mi parte, pero ni siquiera las leí, y mucho menos respondí, excepto una a la que no tenía otra opción:

-Te recuerdo que hoy a las 10 tienes que estar lista para el vídeo. Te pasaré a buscar, así que no te preocupes por el sitio.

Miré la hora y tenía que cambiarme si quería que cuando llamaran al timbre estuviera lista. No tenía muy claro qué ponerme, así que opté por lo que casi nunca suele fallar. Una blusa, un vaquero y unas Vans. Cuando estaba frente al espejo mirando que no hubiera ninguna imperfección en mi rostro y acabando de maquillarme el timbre sonó. Cogí mi bolso y fui hacia el coche donde estaba Ambkor apoyado, que al ver que me acercaba me abrió la puerta y me dejó paso:

-Deslumbras.

Dicho esto él fue hacia el asiento del piloto, abrió la puerta y se montó para ponerlo en marcha. Puso cualquier cadena aleatoria para que no reinara el silencio durante el camino, que fue más largo de lo que pensaba.

Se paró ante una casa y me indicó que era ahí donde íbamos a grabar. Como buen caballero, me enseñó la casa, grande y bonita, no voy a decir que no. Y en poco tiempo nos pusimos manos a la acción. No tardamos mucho en acabar el vídeo completo. Me dijo que dentro de poco podría verlo en Youtube y me invitó a comer para celebrar que el trabajo había sido rápido.

El restaurante por fuera tenía muy buen aspecto, y por dentro también. El camarero nos acompañó hasta una mesa bastante alejada del resto para estar tranquilos. Una vez nos acomodamos pedimos la comida. Optamos por unos entremeses y de segundo pescado. Tratamos de entablar conversación mientras nos traían la comida:

-Te he visto muy natural y muy tranquila para ser la primera vez, me ha sorprendido.

-Poniéndome nerviosa no ganaba nada.

-Eso es cierto -Hizo una pausa.- ¿Y tú qué música escuchas para no conocerme?

-Escucho de todo, pero rap se ve que no entendía mucho.

-¿Al menos lo escuchas?

-No mucho. Pero Fernando y Gonzalo creo que se van a encargar de que lo haga. Y bueno, algo más lo tendré que hacer si sigo escribiendo.

-Pero para escribir historias no es necesario escuchar rap, creo -Se quedó a media frase porque el camarero le interrumpió al traer la comida.-

-No, me refiero a escribir temas, o al menos escribir para desahogarme -Di el primer bocado mientras esperaba a su respuesta.

-¿Y te importaría enseñarme lo que escribes? Tengo curiosidad. Y por cierto, ¿Lo haces solo por desahogarte o tienes algún objetivo a largo plazo con ello? Porque si es así yo puedo ayudarte.

-A largo plazo no estaría mal, porque tampoco es que me vea otro futuro.

-¿Entonces quieres que cuando acabemos de comer vayamos a tu casa y vea esas letras?

Asentí y seguimos con una conversación fluida, también en el coche, hasta llegar a mi casa. Le ofrecí que se sentara y un vaso de agua mientras yo iba a por mi cuaderno de anoche.

Era algo raro. Mientras grabábamos el vídeo Óscar me transmitía buenas sensaciones sin apenas conocerle, me sentía a gusto a su lado. Aunque últimamente tenía una empanada mental con los chicos que ya nada me parecía raro..

Dejé a mis pensamientos de lado y volví a hacerle compañía en el sofá. Le entregué el cuaderno, abierto por la hoja que estaba escrita y se quedó mirándolo y leyendo atentamente un buen rato, me estaba poniendo nerviosa:

-Sinceramente.. Me gusta, no soy el mejor crítico musical del mundo, pero te vería futuro.

Soy y seréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora