6- Inolvidable.

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—Natasha

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—Natasha.

Jacob.

Su nombre es Jacob.

Tan perfecto para su rostro y para su personalidad.

Quiere que gima su nombre cuando este dentro de mí.

Pareciera como si el chico nervioso que me abrió la puerta hace solo unos minutos hubiera desaparecido tan pronto tomara valor liquido de aquel vaso y podía decir que me gustaba mucho eso.

Me gusta su mirada sobre mí, su aroma masculino; una mezcla entre el whisky que bebió, colonia de afeitar y ¿eucalipto? No estaba segura, pero es algo fresco que me agrado bastante como para desear enterrar mi cabeza en su cuello.

No muchos clientes tenían algo que me atrajera a ellos de verdad, solo iba por sus pollas y ya está, pero este chico... Jacob, me atrajo desde que le vi. Aunque en el fondo de mi cabeza no paraba de pensar en que lo he visto antes, pero no lograba registrar de donde, tal vez era solo mi imaginación o puede que sea porque soy muy mala con las caras de la gente.

Por alguna razón queria desnudarlo ya mismo y tirármelo toda la noche, aun sabiendo que solo pago dos horas y que los minutos corrían.

Mi mirada busca la suya, sin embargo, esta estaba interesado en mirar mi boca y eso me lleno de un deseo poco usual en mí.

Deseaba besarlo, aun sabiendo que era la regla que más ponía hincapié. Era una tontería si ponía en comparación lo que solía meterme a la boca, pero besar era una regla general de las putas, un beso es demasiado íntimo, pero allí estaba el deseo de saborear aquella boca, lamer aquel labio superior en el que un lunar se posaba casi oculto entre las comisuras de sus dos labios.

Tenía que refrenar ese deseo y sabia como.

Queria sus labios, pues los iba a tener, pero en otras partes de mi cuerpo.

—¿Quieres besarme? — pregunte comenzando mi juego para llevarlo a la cama de una vez por todas. Su mirada no abandono mis labios y yo mordí el inferior ligeramente escuchando su jadeo.

¿Cómo se sentiría su jadeo en mi oído mientras entra en mí?

Joder, puedo sentir mi intimidad llenándose de jugos con solo pensarlo.

—Si — dice sin miedo y yo deseo complacerlo, pero me freno.

No, Tasha, nada de besos en la boca.

—No puedes besarme en los labios — digo y puedo ver la decepción ceñirse sobre su semblante. — reglas — añado y él suspira con pesadez — pero puedes besarme en otras partes — murmuro y sus orbes color océano calmado, me taladran el interior.

—¿Dónde?

—Aquí — murmuro elevando uno de mis dedos con las uñas largas pintadas de rojo, a mi mejilla. — vamos dame un beso — insto con diversión, él sopesa la idea unos segundos y cuando pienso que va a rechazarme, se inclina hacia adelante y sin previo aviso su calor rodea todo mi cuerpo, su gran cuerpo atlético rodea mi cuerpo y me acorrala en el sofá. La mano que descansaba sobre su muslo, ahora está junto a mi cabeza, clavándome en mi lugar.

Habitación 159 [#1 Los Wellington] COMPLETA ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora