Habitación 159 [#1 Los Wellington] COMPLETA ✔

12- Encrucijada.

—Natasha.

Estaba loca.

Debía de estarlo para terminar de esta manera.

¿Cómo me pude dejar besar de él? ¿Cómo pude dejar que sus labios dulces y suaves me besaran de aquella manera? ¿Cómo pude confesarle mis deseos más bajos?

No entendía la razón de mi actuar, la forma en la que me deje llevar en aquel cuarto de lavado con la luz apagada y con la incertidumbre de poder ser descubiertos. Con la familia de mi novio tan cerca y con el hermano menor que termino viéndonos salir de aquel lugar.

¿Será que Jeff se lo dirá a Connor? No lo creí, parecía que su relación era un asco y tanto el cómo Jacob tenían su propio mundo en el que Connor no podía entrar.

De todos modos, si se lo decía era lo que merecía, porque una cosa fue follarlo sin saber quién era, pero otra muy distinta fue dejarme besar, siendo consciente del peligro y el caos que eso podría desatar.

Podía escuchar a mi padre bramar contra mí, "Eres una insensata y descarrilada, ¿Cómo pudiste caer tan bajo?" ahora mismo eran las palabras que debería escuchar, en vez de estar mirando con fijeza el techo blanco de la habitación que solía ocupar Connor en casa de sus padres.

Íbamos a quedarnos aquí hasta mañana el domingo en la tarde y yo solo deseaba salir corriendo ahora mismo de aquellas 4 paredes.

Tuve todas estas miradas toda la noche, tratando de averiguar si yo era la chica correcta para Connor, incluso el mismo Connor parecía medir cada uno de mis movimientos para ver si habia hecho una buena elección en traerme a casa de sus padres y yo aparenté, me esforcé por lucir como la chica perfecta y pensé en mi mejor amiga, Jenna, en su forma de ser e imite cada una de sus formas, para ser tan correcta, pero lo cierto era que en el fondo solo estaba deseando estar a solas con él, con Jacob y de alguna manera ir a contestar esa llamada en la cocina, fue una invitación para ser seguida por él, habia sido algo que inconscientemente estaba deseando que pase.

Yo habia deseado que él me apretara contra sí y me recordará aquella noche, que lo hiciera realidad una vez más, pero ahora mismo estaba en una encrucijada, una que comenzó a surgir luego de aquel beso que no tenía comparación, aquel beso que me demostraba que, aunque era inexperto en el sexo, con sus labios no lo era para nada.

En una esquina tenía a Connor, un perfecto hombre en sus 30, con un trabajo perfecto como doctor especializado en psiquiatría en un hospital muy importante y que aspiraba a convertirse en el jefe del departamento cuando su actual jefa se retire. Un hombre que ya conocía o al menos eso creía, ese que una vez fue un joven adulto del que caí totalmente atraída por el peligro que vivía y aún sigue en sus ojos, aquel mar de secretos sin revelar, que podía llevarme al cielo, pero dejándome caer sola a la tierra, sin amortiguar mi caída. Él hombre que me presentaba ante su familia como su novia y que me era aparentemente fiel.