9- Acción de gracias (parte 1)

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Dos semanas después

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Dos semanas después...

—Jacob.

Aun todo se sentía como un sueño.

Había noches en las que me despertaba tembloroso, pensando en aquellos momentos en la habitación del hotel Deveau y me veía constantemente tentado a ingresar en la página web y contactarla una vez más.

Rubí, que no era su nombre, pero era la única manera en la que podía llamarla para no olvidarla, aunque era imposible hacerlo. Ella habia sido un ante y un después, me tenía delirando a todas horas, rememorando aquellos momentos, hasta tal punto que no tenía cabeza para centrarme en mis clases o en una simple conversación.

Contantemente me encontraba excitado al recordar su calor, su sabor y sus texturas en mi lengua, bajo mi cuerpo y sobre mí.

Aquella habia sido la noche más corta de mi vida, no habia tenido suficiente de ella y queria más, pero también sabía que debía contenerme. Me habia prometido que sería una sola vez y ya estaba, que no repetiría con ella, porque conocía mis limites, conocía que podría llegar a obsesionarme con ella, y también sabía que ella no debía lidiar con mi mierda insegura, aparte de que ella solo estaba realizando su trabajo, aunque esto último me llenaba de una gran confusión.

No tenía ninguna experiencia previa a ella, pero sí que fui consciente de las cantidades de veces que ella se corrió con mis atenciones, podía sentir el temblor y los espasmos, succionarme como una adicta. Ella habia tenido varios orgasmos y por sus expresiones, supe que no eran actuados.

Aquella pelinegra habia disfrutado tanto o más que yo, ese encuentro y era lo que me daba un poco de autoconfianza, habia logrado terminar con mi virginidad y hecho que una mujer se corra como es debido.

También note que las dos horas no fueron suficientes y que ella ni siquiera me hablo de ellas cuando el tiempo se agotó, cuando nos dejamos llevar toda la noche, hasta que la madrugada nos calentó un poco más, entonces ya famélicos y cansados no dejamos llevar por el sueño, aunque al despertar, ella ya no estaba, solo quedaba el aroma, los recuerdos y las sensaciones sobre mi piel.

Aquella mañana cuando desperté por el fuerte rugido de un trueno y la lluvia torrencial que azotaba las puertas del balcón, no la sentí a mi lado. La cama estaba fría y supe que el momento habia llegado a su fin, que no volvería a sentirla de la manera que queria y entonces una obsesión enfermiza se despertó muy dentro de mí, misma que obligue a que se escondiera.

Ella no era mía.

Ella no era de nadie, más que suya misma.

Era una mujer que iba libre por la vida, disfrutando de los placeres y yo solo fue una muesca más en su historia.

Seguramente apenas se acordaría de mí y dos semanas después, seguro no le llegaban los recuerdos de esa noche a su mente, sin embargo, ella estaba en mi cabeza veinticuatro horas al dia, robándome el sueño y los suspiros como un tonto. También pasando factura en mi vida financiera.

Habitación 159 [#1 Los Wellington] COMPLETA ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora