Extra #1 (Especial un millón)

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—Jacob

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—Jacob.

Hay muchas cosas de las que me he lamentado en la vida. Conocer a Natasha, no es una de ellas. Tener un bebé con ella, definitivamente es lo mejor que me ha pasado.

Hace 3 meses tuvimos a nuestra primera hija.

Si.

Una niña. Una pequeña y robusta niña que no paraba de llorar a todas horas y que se habia convertido rápidamente en la razón de nuestro existir.

Tatiana o como Natasha prefería llamarla, Tania. La pequeña de grandes ojos azules que justo en este momento estaba regresándome la mirada, mientras tragaba la leche en el interior del biberón como si no hubiera un mañana.

—Despacio glotona — susurro, pero ella solo me ve fijamente con el ceño fruncido, como amenazándome a que le arrebate su comida y lidiar con las consecuencias que seguro serian gritar tan fuerte que despertaría a todos los vecinos y a su madre que duerme en paz del otro lado del pasillo. — ¿Así que eres una chica ruda como tu madre? — pregunto con una sonrisa suave a pesar de que todo mi cuerpo me pide la comodidad de mi cama y el lado calentito junto a mi mujer, pero no podemos tener todo lo que deseamos.

Tatiana normalmente duerme todo el dia, pero es un ave nocturna. Solía dormirse luego de que Natasha le diera el pecho en eso de las 10 de las noches y despertaba justo a las 3 de la mañana, todas las noches. Exigía su biberón de leche y luego esperaba por una sección intensa de arrumacos sobre una mecedora que estaba en la esquina de su bonita habitacion pintada de purpura, un color escogido entre su madre y su tía, que la malcriaban a toda hora.

Bueno, todos la malcriábamos, porque yo no podía soportar ver a mi pequeña llorar ni un segundo, queria subir al espacio y traerle una estrella si era necesario para que este a gusto.

Mientras la consumir lo que queda de su leche, no puedo evitar regresar en el tiempo al momento justo que la vi por primera vez.

Una noche como esta hace 3 meses, habia salido de mi pacífico sueño al escuchar un quejido a mi lado, un poco soñoliento vi a Natasha sentada al borde la cama, inclinada y lloriqueando, todo rastro de sueño se borro de mi cuerpo y cuando ella con la voz en un hilillo me chillo que el bebé estaba en camino, casi me desmaye. Se suponía que su parto estaba programado para una semana más a futuro, pero se adelantó y tener que lidiar con toda esa presión casi me provoca un ictus.

Recuerdo que estaba tan nervioso que termine cayendo al suelo varias veces, mientras intentaba colocarme la ropa y maniobrar con el teléfono, mientras llamaba a su doctora en medio de la madrugada. Arrastrar a Natasha y las cosas que teníamos preparadas para el bebé fue una locura, aun me asombro de como pude hacerlo solo, pero lo logre y no puedo dejar de mencionar el hecho de que conducir hasta el hospital en medio de la madrugada que para el colmo estaba lloviendo, fue lo más complicado del mundo, porque no podía dejar de mirar por el espejo retrovisor para ver si ella estaba bien y ver su rostro de agonía me puso casi al borde de un infarto.

Habitación 159 [#1 Los Wellington] COMPLETA ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora