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La oscuridad que lo rodeaba le era tan aterradora, no sabía cuánto tiempo, pero su cuerpo había estado cayendo en un vacío sin final. Todo era tan callado que lo agobiaba, escuchaba su propio corazón latir y el sonido de sus pulmones al respirar.

Pero lo que mas lo asustaba era la falta de la sensación de ese flujo de luz en sus venas, como la calidez que fluye en él desde que nació había desaparecido sin más. La respiración se le sentía fallar y por momentos pensaba que el lugar sin fondo por fin tuviera uno y la muerte lo recibiera en sus brazos.

Por momentos añoro la idea, ¿seria mejor morir ahora? Pensaba mientras veía su propio cuerpo caer sin fuerza que lo detuviera, pero la respuesta siempre era la misma: no, no podía morir ahora.

El final del oscuro lugar había estado tantas veces por llegar y tomarlo como su pertenencia, pero esa negación a su inminente muerte lo había salvado varias veces sin realmente ser consciente de ello.

Como ahora mismo, donde aún su consciente caía por ese lugar oscuro y frio mientras se negaba a terminar ahora. No, él no quería que lo ultimo que viera fuera el oscuro nada, tal vez si la ultima cosa que mirase fuese a sus padres entonces recibiría la muerte de brazos abiertos.

Pero no, no iba a llamarla hasta que la oscuridad se disipara.

Podía escucharla susurrándole persuasivamente al oído, llamándolo para que tomase su mano y fuera con él, pero lo último que haría seria acompañarla.

Por un momento la sensación de caída se detuvo, pero su cuerpo no subía ni bajaba, todo estaba estático y no sabía si el final por fin había llegado. Un dolor en su pecho lo hizo encogerse como un bebe en el vientre de su madre, era tan fuerte que por fin pensó que moriría.

Pero de pronto una luz segadora lo ilumino y pudo escuchar una voz que no conocía.

- ¡esta despierto, dile al rey que venga! –

La luz cegadora perdió su potencia al par que sus ojos se abrían y miraban el techo oscuro sobre él, la garganta le dolía de lo reseca que estaba y la sensación en el pecho aun era palpable pero no tan intensa como antes.

Miro a un costado y la imagen de un hombre alto, de cabellos castaños y lentes que lo observaba con una expresión asustada lo recibió. No conocía al joven ni el lugar donde estaba, su instinto de supervivencia lo hizo hablar, aunque eso significara darle el peor de los dolores a sus cuerdas vocales.

- ¿Quién eres? ... -

Mi voz salió tan baja que por la expresión en la cara del chico supe que apenas y me entendió.

- No hable señor, su garganta se desgarrará si la fuerza demasiado –

La voz del muchacho me era tan lejana, apenas y lo podía escuchar bien. Pase del chico y mire con curiosidad donde estaba.

Era una habitación grande, con unos ventanales demasiado grandes que probablemente había sido la luz que me cegó al despertar, noté por la sabana que me rozaban la piel que estaba sobre una acolchonada cama y frente mía había una puerta que supuse era la salida de aquella habitación.

Mi vista no era tan buena por la falta de mis lentes, pero aun asi podía reconocer las cosas de mi alrededor, sabía que, por lo grande de la habitación y la estructura, era una recamara real y eso significaba solo una cosa.

Lo del rey spreen, la guerra y su pueblo no habían sido un mal sueño.

El ruido de la puerta frente a la cama me hizo regresar la atención en el pedazo de madera, por ella entraron dos personas más. reconocí inmediatamente el traje azul que portaba uno y supe que el responsable de mi estado actual estaba mirándome ahora.

Love Curse Kings - SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora