Capítulo 19

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A la mañana siguiente me levanté con algo de pereza. El cansancio del viaje me había hecho dormir profundamente, pero no por eso iba a saltarme mi entrenamiento. Después de todo, ningún perezoso podría aspirar a ser el mejor entrenador.

Una hora después, ya me encontraba desayunando en la cafetería del Centro Pokémon. Quería aprovechar este momento para investigar acerca del casino. Sabía que algunos de estos locales intentaban estafar a los clientes, y quería comprobar la veracidad de este.

Por más que busqué, no encontré ningún escándalo importante. Pero mi búsqueda no fue en vano. Acabé encontrando una noticia que hablaba sobre el principal evento que tenía lugar en ese edificio.

Se llamaba Torneo de aniquilación. La verdad es que el nombre sonaba inquietante, pero al leer al respecto supe que solo era mera publicidad. Al parecer, se trataba de un torneo de batallas Pokémon que tenía lugar en una arena subterránea debajo del casino. A simple vista podía parecer algo clandestino, pero era totalmente legal.

El torneo consistía en que dieciséis entrenadores se enfrentarían en combates dobles donde cada uno solo usaría dos Pokémon. El perdedor quedaría eliminado, mientras que el ganador pasaría a la siguiente fase. Al final quedaría un único ganador, que se llevaría el premio gordo. También leí que había premios menores para el segundo y tercer lugar.

Eso me interesó bastante. No explicaba cuáles serían los premios, pero debían ser objetos valiosos, o incluso dinero. Fuera lo que fuese, ya me habían convencido para participar. No solo ganaría premios, sino que también sería una forma de entrenar a mis Pokémon.

Como el torneo empezaba por la tarde y duraba hasta bien entrada la noche, decidí aprovechar la mañana para entrenar con mis Pokémon. Para ello, me dirigí hacia la playa que había al este de la ciudad. Lo cierto es que, aunque no me gustaba mucho la playa, le había cogido el gusto a entrenar allí.

-Sal, Kai.- dije liberando a mi Pokémon una vez que llegué a mi destino. El pequeño luchador apareció sobre la arena y me miró con curiosidad. De alguna forma, entendí lo que pensaba.

-No, no estamos en la misma playa de la otra vez. Estamos cerca de ciudad Malvalona.- le expliqué enseñándole en el Holomisor un mapa he indicándole el camino que habíamos seguido. Él pareció entenderlo todo y asintió, lucía conforme.

-Bueno, te he llamado antes que los demás porque quería entrenar nuestra conexión. Además, hay una cosa que quiero probar.- dije mientras me sentaba en la arena y cruzaba las piernas. Mi Pokémon asintió e imitó mi postura.

Cuando nuestros puños se tocaron, el enlace se formó casi al instante. Con la práctica había mejorado esa capacidad y ahora podía conectar con Kai fácilmente. Pero no era eso lo que quería probar, sino algo más complicado.

Intenté concentrarme en el nexo que nos unía. Podía sentirlo, pero era difícil intentar profundizar en él. Aún así, seguí manteniendo mi concentración en ese punto. Poco a poco notaba cómo lograba acercarme a esa unión, logrando de alguna forma ser más consciente sobre Kai.

Entonces lo vi. En mi mente, o en algún otro punto dentro de mí, se formó la imagen de una llama azulada. La contemplé maravillado, era simplemente hermosa. Además, notaba una sensación de valor, voluntad y lealtad viniendo de ella.

Inevitablemente, intenté acercarme a ella. Sin embargo, apenas pude avanzar antes de chocar contra un muro invisible. Al principio me sorprendí, pero entendí rápidamente que hasta aquí llegaba la profundidad de mi relación con Kai. Nuestro lazo no era lo bastante fuerte como para que pudiera acercarme más.

"Kai." lo llamé dentro de mi mente. Quería que supiera que aquello no me molestaba, más bien al contrario, estaba feliz de que mi relación con él hubiera llegado hasta este punto.

Pokémon: El viaje de EricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora