6. Under the same umbrella.

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Hi~ Hoy les traigo un capítulo muy domestico y de transición para entender a dónde irán los conflictos más adelante y cómo se irá dando el desarrollo tanto del AshEiji como de Ash con su hermano, chan, chan, chan, hay tela que cortar por ambos lados. Espero que les guste.

Muchas gracias por leer.

«Un lince y un conejo no pueden ser amigos»

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«Un lince y un conejo no pueden ser amigos».

Blanca fue el primero en decírselo.

Para Ash fue obvio, los linces siempre han sido su punto de comparación y tomó al animal de apellido para demostrar que incluso sino podía luchar contra su destino lo aceptaría a su manera, sí, los linces no solo son sumamente sagaces y hermosos (razón por la que Dino se obsesionó) sino que del mismo modo resultan ser extremadamente fieros y solitarios, precisan de cuevas y un hábitat que favorezca las habilidades naturales para la cacería así como Ash necesita de Nueva York. Salvajes e indomables. Asesinos. La mayoría de sus presas son conejos. Al principio no le hizo sentido la comparación puesto que los conejos se consideran plagas pero poco a poco, entendiendo a Eiji, más difícil fue salir de esa idea. Sí. Los conejos son lindos y esponjosos y mueven su nariz adorablemente. Pero también existen conejos salvajes con caracteres tercos que saltan tan alto que vuelan.

Su amistad era una condena para Eiji, lo sabía, al final la naturaleza depredadora los mataría a ambos.

Y aun así...

Suspira.

Un conejo que no le teme a su depredador natural ¿quién lo diría? Y de pronto el suspiro se convierte en toda una sonrisa. Bien, tal vez una amistad entre ellos es imposible ¿pero qué tal un matrimonio?

—¿Necesitas ayuda, onii-chan?

—No. —Eiji lo fulmina con la mirada—. Mantente apartado, lince.

—Bien, bien. —El aludido alza las manos con falsa inocencia y retrocede.

Y digno de sus antecesores Eiji se alza en la punta de sus pies para dar saltitos hacia la alacena dentro de la cocina, sus ojos oscuros brillan en una determinación tan tosca que Ash en verdad cree que las latas podrían levitar hacia su mano si así lo pide, su cabello rebota sobre sus párpados confiriendo esa sensación de pelaje suave que lo tienta a acariciarlo, sin embargo, su cúspide en definitiva debe ser cómo arruga la nariz en cada fallo. Adorable. Bonito. Doméstico.

Eiji.

—Ash. —Finalmente se detiene, enfocando esos ojos de gacela en los jades contra el manto del alba.

—¿Sí?

—¿Por qué todos los víveres están en los estantes superiores? No puedo alcanzar nada de esa forma.

—No sé. —Tararea fingiendo demencia—. Debió entrar un ladrón y acomodarlos así.

—¿Un ladrón? —Eiji levanta la ceja con mera irritabilidad y cruza los brazos sobre su suéter, logrando que el pajarraco luzca aún más deforme bajo las arrugas—. ¿Y qué clase de ladrón no se roba ninguno de los aparatos millonarios que tienes en el apartamento? Es raro pensar que no se llevó el notebook ni la tablet, ni el plasma y de hecho, no se robó nada sino que solo entró única y exclusivamente para mover las cosas justo al estante que yo no alcanzo.

Vida doméstica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora