14. Look, i made it work!

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Hi~ Todos sabiamos que pasaría, me atrase pero bonito con esto porque ayer fue día de las madres y en mi casa las celebraciones siempre son bien intensas emocionalmente, so, recién hoy aparezco no drenada, de hecho, aún me faltan un par de comentarios por ahí~ pero ando atrasada ya en mi vida academica asi que primero quería tirarles el capítulo. Como les dije, es bonito, rosita y todo lo que quieran.

Gracias por leer~

Hay muchos Ashs encima del sillón

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Hay muchos Ashs encima del sillón.

No.

Estos no son Ashs, son diferentes.

—¿Qué piensas?

Si bien, Eiji es reticente con sus fotografías poco a poco ha ido metabolizando lo mucho que lo mueve dicha carrera y lo apasionado que impresiona sentirse detrás del lente de la cámara, se está tomando con mayor seriedad las solicitudes de universidades, inclusive desea armar una especie de portafolio para su seguridad. Eso lo lleva al escenario actual. A un Ash y un Eiji tumbados en el sillón (junto con un Buddy roncando a los pies de la mesita) vislumbrando una serie de imágenes, ni siquiera recuerda cuándo las tomó, muchas son de la pandilla, de Shorter, de Sing, de los viejos y hasta de Skip. Muchas son de Ash.

Demasiadas, se dice a sí mismo.

Debería cabrearlo considerando que los flashes junto al frugal click resultaban estímulos sumamente reactivantes, le bastaba vislumbrar una cámara para que el trauma irrumpiera a la superficie sacando su mano putrefacta para tomarlo del tobillo y arrastrarlo al infierno. A Froggy. Marvin. Dino. Se rieron como hienas mientras los devoraban. ¿Recuerdas al hombre que usabas para conseguir niños? Él me violó una y otra vez. ¿Sabes qué me preguntó? "¿Te duele?" ¿Qué si duele? ¡Qué estupidez! Nunca le importó si sentía algo, ni siquiera era un ser vivo para él, lo mismo es para ti, para Kippard y los otros.

No era voluntario.

Un segundo estaba ahí. Click. Y al siguiente no.

Pero Eiji...

—¿Todas estas me las tomaste a mí?

—Sí. —El nipón tararea extendiéndole con orgullo una serie de fotogramas recién impresos—. ¿Qué piensas? Sé que les falta glamour pero me gusta lo hogareñas que son.

—A mí también. —Ash las sostiene sin poderlo creer—. A mi también me gustan mucho.

No es que Eiji lo haya sanado con el poder del amor, pero sí lo ayudó a reescribir sobre un trauma al que solo nunca pudo hacerle frente, fue lento y progresivo, fue paciente y principito yendo todos los días a la misma hora, sentándose cada visita un poquito más cerca hasta domesticarlo. Ja. Es que Eiji logró que en vez de disociarse hacia prostíbulos clandestinos piense en lo preciosa que es esa sonrisa si vislumbra algo que lo inspira o en cómo sus ojos brillan mucho más del otro lado de la lente, en el puchero que se arquea en su boca al concentrarse o en su cara toda seria, en cómo lo llama pidiendo permiso taciturno antes de tomarle una fotografía.

Vida doméstica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora