𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟸𝟽

30 8 15
                                    

Merchant, 22 de agosto de 1888

Al volver a casa, Theodore se sintió obligado a apurar su ritmo y regresar al mismo estado agitado en que se encontraba antes de partir. Tan solo pasó un puñado de horas con su familia y se fue a la imprenta, a informarse sobre todo lo que había ocurrido en su ausencia.

Según lo que sus funcionarios le contaron, Thomas Morsen había nombrado al Teniente Howard Stewart —un reconocido mercenario y asesino uniformado— como "supervisor regional" de Merchant.  Este era un cargo que el alcalde había inventado apenas para excusar su persecución obsesiva de los manifestantes y de las minorías de la zona.

Stewart ya había capturado unos cuantos caciques Dhaoríes, Onasinos, Ladrones, e incluso Asesinas,  y parecía determinado en atrapar a Frankie Laguna y sus colegas a toda costa. Esto aumentó la tensión en el puerto, amplió las divisas sociales aún más, y dejó en evidencia la gran posibilidad de que una guerra estallara entre sus habitantes.

—El director del Hermes fue asesinado la semana pasada —un miembro de su equipo de periodistas comentó, cruzando los brazos.

—Y el editor del Almanaque del Granjero está al borde de la muerte. Le dispararon a quemarropa en la salida del teatro Odeón —otro redactor añadió en seguida. 

—Dios santo... —El señor Gauvain respiró hondo, perplejo. Conocía a ambos hombres a años y pese a no considerarse un "amigo" de ninguno de los dos, sí los reconocía como colegas de profesión respetablese importantes—. Esto es una cacería entonces.

—Así es... Stewart y sus sabuesos están ejecutando a todos aquellos que se atrevan a hablar sobre Morsen en un tono negativo, o crítico.

—Hasta gente de su propio sector político. Como se llamaba ese banquero que murió hace poco...

—¿Casimir Grenoir?

—¡Ese mismo!... Fue asesinado por negarse a hacer negocios con la empresa del hermano de Morsen. Los del Diario Oficial de la Nación dijeron que fue un suicidio, pero ¿quién carajos se mata con una escopeta?

—Fue una ejecución, de eso no hay duda.

Mientras sus funcionarios seguían charlando entre ellos, Theodore caminó de un lado a otro con una expresión recelosa, antes de detenerse y anunciar:

—Tendré que hablar con Frankie sobre esto —Se giró hacia ellos—. No quiero que ninguno de ustedes se una a la lista de muertos, así que intenten ser lo más discretos posible mientras escriban... Quiero contar la verdad sobre la gestión de Morsen, pero perder a más trabajadores está fuera de cuestión. Así que, por mientras, tomemos un descanso de discutir temas controversiales, al menos hasta que la situación se vuelva un poco más controlada.

—¿Quieres que nos censuremos?

—Por el momento, sí.

—Pero señor, la Gaceta se destaca por su sinceridad.

—No pido que mientan, apenas que... omitan información —Se encogió de hombros—. Por ahora, esto es.

—No puedo creer en lo que dice...

—¿Quieren morir?—Theodore  indagó, frustrado.

Al no recibir una respuesta sacudió la cabeza, respiró hondo y dejó la sala de redacción, a contemplar cuál sería el mejor camino a seguir. Luego de deambular por el edificio sin dirección fija, entró a su despacho y se sentó en su escritorio. Para relajarse sacó su pipa, su cajita de tabaco y se puso a fumar. Raramente lo hacía, pero por su estrés, se dio el lujo.

Liaison - Tomo I / #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora