11: Sismo.

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>> ¡No, Ben! ¡No quiero que vuelvas a hablarme! ¿Es que no lo entiendes? Tu oportunidad de hacerme feliz ya pasó, ahora estoy con una hermosa familia: tengo una hija maravillosa y le ha tocado un padre excelente. Así que no vengas a competir, porque no ganarás; ya perdiste la chance, no quieras volverlo a intentar.<<

Puedo decir que estoy sin palabras, ni siquiera puedo moverme de mi lugar. ¿Cómo es que ha tenido el descaro de venir a ver a Eleanor justo el día del cumpleaños de la pequeña? Eso es no tener dos dedos de frente, se ve que quiere a toda costa ganarse la confianza de ella, pero ya no voy a actuar como un lunático; que sea lo que tenga que ser.

— ¡Aidan! ¿Necesitas ayuda con los vasos? —pregunta Sarah, logra sacarme del trance y le sonrío en forma de agradecimiento. Me quedo mirando entre el espacio pequeño que tengo para ver como él le queda mirando a los ojos, ella parece a punto de llorar.

>>Eleanor, sé que cometí un error, y dije que volvería por ti en cuanto tuviera éxito. Bien, ahora lo tengo, pero ese éxito no se completa si no estás tú.<<

Frunzo el entrecejo, espero equivocarme al haber escuchado eso, quiero creer que la música que se oye desde el patio trasero me hace distorsionar sus voces y provoque que oiga esas cosas. Mis ojos se enfocan en el suelo, ¿Qué ha pasado con ellos? ¿Por qué dice éxito?

>>Es que... ¿No lo entiendes? Soy madre, tengo una hija, ya no tengo dieciocho años, ¡Por dios! ¡Ya no soy una adolescente!<<

Hasta ahora comprendo que su relación ha tomado lugar cuando ella ha comenzado la vida de mayor de edad. ¿Cuánto tiempo habrán tenido de noviazgo? ¿Habrá durado mucho? Digo, como para que él decida regresar es algo convincente esa teoría.

>>Dame una oportunidad, ¡Solo una! Solo...<<

Oigo un silencio de su parte, me siento confundido, entonces levanto la vista y me acerco más para poder verificarlo. Cuando logro ver, Eleanor está contra la pared, él la tiene acorralada mientras la besa a la fuerza. Por un momento me quedo sin aire, un torbellino de energía negativa toma lugar en mí e inspiro profundo para aguantar.

Me siento aturdido, desorientado; no quiero armar un escándalo en el primer cumpleaños de mi hija, no quiero que este desastre quede en la memoria de los invitados, así que como un estúpido decido salir de la casa e interactuar con las personas para olvidarme un poco.

—Linda fiestita le organizaron. —dice Dean mientras me entrega una cerveza. — ¿Estás bien? Se te ve algo pálido.

Yo asiento, indicándole que todo está perfecto pero él me conoce desde hace años, por lo tanto sabe que no es así. Me aparta un poco de toda la gente y yo observo que Catherine está entre los brazos de su abuelo, mientras sonríe a los globos inflados con helio que sostiene su abuela entre sus dedos.

Al principio quiero negarme a contarle, pero luego de que él ejerza un poco de presión termino cediendo y se entera de lo que está ocurriendo en el interior de la casa. Frunce el entrecejo, me mira perplejo, me susurra luego que debería golpearlo pero le digo que es en vano, y que tampoco quiero arruinar la fiesta de Cath, no es digno de un padre.

—Aidan, estás dejando que se lleven a tu mujer en este momento. —me dice mientras coloca una mano sobre mi hombro. —Si no haces algo...

— ¿Para qué? —me muestro molesto y adopto esa mirada que hace tiempo no hago. —Cada vez que quiero intentar ser feliz con ella, algo ocurre, y esta vez Eleanor lo ha provocado, por lo tanto ella es quien decide si continuar con nuestra relación o no.

— ¿Y tu voto no cuenta?

—Yo puse las cartas sobre la mesa, Dean. Le propuse matrimonio y de repente aparece ese tipo, que según me acabo de enterar, es su ex novio. —ladeo la cabeza, me bebo todo el contenido de un solo estar. Bajo el pico de la botella, y veo a Eleanor dirigiéndose a la pequeña, mi padre se la pasa.

— ¿Vas a hablar con ella? —Dean la observa también, ambos notamos que tiene el maquillaje algo corrido, y que el labial rosa suave ya no está sobre sus labios, ahora lleva su color natural. Suspira apesadumbrada y finge reírse cuando Cath hace morritos.

El resto del cumpleaños ha sido una tortura para mí, lo peor de todo han sido las fotos; no quería estar en ese lugar, por suerte Ben ya se había ido. Le cantamos el Feliz Cumpleaños y luego la pequeña se fue a dormir, dicho festejo terminó al anochecer; los invitados se retiraron y Dean junto a su novia se ofrecieron a ayudarme con la limpieza, mientras Eleanor dormía a la pequeña.

—Ya está todo limpio por aquí. —argumenta Sarah con gran entusiasmo. Me pongo derecho y le doy una sonrisa. — ¿Hay algo más que pueda hacer por ti?

—Gracias Sarah. —le digo, se seca las manos con el trapo de colores llamativos, los platos y vasos están impecables. —Ya hiciste mucho por hoy, deja que el holgazán de tu novio haga algo.

— ¡Sh! Que los estoy escuchando. —Interviene Dean, lleva consigo una bolsa de residuos donde hay servilletas y demás cosas desechables.

Oímos los pasos y por el umbral de la cocina vemos a Ela, que nos mira con una sonrisa frágil. Mi amigo y su novia se despiden de nosotros, una vez más les agradezco por toda la ayuda en este día, y los acompaño a la puerta. Nos saludamos y quedamos con Dean en vernos antes de que se vaya a Londres nuevamente.

Apoyo una mano en la puerta al cerrarla, centro la mirada en el suelo y suspiro agotado. Ha sido un día muy movido, pero todo ha valido la pena ya que la pequeña tendrá memoria fotográfica sobre este acontecimiento. Me doy impulso para ponerme erguido y giro para volver a la cocina, pero me encuentro con una sorpresa al postrar mis ojos en los de Eleanor.

Ella se ve algo sumisa, o tímida, no puedo comprender esa actitud; vacila un poco y junta sus manos hacia adelante. Le quedo mirando unos instantes, había olvidado lo hermoso que era contemplarla así, después de lo sucedido con ese sujeto me he enfocado solo en Catherine.

Y ahora que la veo, todo se vuelve de un color distinto, y la verdad que me provoca una presión intensa en el pecho, debe ser el dolor que se siente de estar a punto de perder a alguien.

—Aidan, necesito hablar contigo. —dice ella con la voz algo arrastrada, como que no se encuentra segura de lo que pide, yo paseo unos dedos por la barbilla, pensativo, ¿Qué va a decirme? Camino y paso por su lado, me detengo en el umbral de la entrada al living comedor, entonces me recargo en el mismo, me cruzo de brazos y postro toda mi atención en ella.

— ¿Qué sucede? —juro que contengo mi demonio interno, pero en cualquier momento va a explotar.

—Ah... Por donde empiezo. —titubea, mira de un lado a otro el suelo y luego se para en el segundo escalón de las escaleras. — ¿Recuerdas a Ben?

— ¿Tu amigo? —digo con cierto énfasis. —Si, lo recuerdo.

—Si... Mi amigo. —la noto tensa, de hecho, la noto muy diferente a hace unos instantes, ¿Acaso ha estado fingiendo todo este tiempo? —Bueno, quiere que haga un viaje con él, como amigos, claro que tú también estás invitado si quieres ir...

Algo le pasa, la manera en la que lo dice es como si le hubieran dado un papel con esas palabras, y ella lo hubiera repasado una y mil veces para decírmelo tal y como se lo plasmaron en la hoja. Es como si ruega que entienda lo que pide, como que no le recrimine nada.

—Ela, es tu vida, tu puedes hacer lo que quieras. —digo seguro. —Si quieres ir de viaje, solo ve, no tienes que preguntar. De mi parte no voy, no lo conozco lo suficiente como para ir de relleno de butaca.

Ella inspira profundo, sus ojos me dicen algo que no estoy seguro, y su mirada está apenada, como que quiere que le diga otra cosa. Seguro planea irse con él, tal vez luego de ese viaje no regrese nunca más y adiós matrimonio, adiós a la oportunidad de amar.

— ¿En serio? ¿No vas a hacer algo para impedirlo? —pregunta preocupada.

— ¿Por qué? Solo eres la madre de mi hija. —me duele demasiado admitir eso. —Puedes hacer con tu vida lo que quieras.

Ella entreabre los labios, sus ojos se ponen aguados y parece que quiere salir corriendo pero no lo hace. En cambio yo permanezco firme a mis decisiones, aunque por dentro me esté sintiendo como un completo imbécil.

—Solo te pido una cosa... —ella traga saliva. —Catherine se queda conmigo, si tú te vas, ella se queda.

Oportunidad [Aidan Turner]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora