— ¡Hey, llegamos! —le digo divertido a Catherine que se encuentra en el asiento para bebés de coche. Yo le sostengo del mango y ella mira con absoluta curiosidad, en mi otra mano cargo el bolso de la ropa de Ela.
—No puedo creerlo. —dice Ela con total asombro. — ¿Cómo has conseguido vivir aquí?
—He ahorrado y he vendido todas mis porquerías del antiguo departamento. —le contesto cuando dejo a Catherine sobre el sofá para dejar el bolso a su lado. —Incluyendo la moto.
— ¿Vendiste la motocicleta? —cuestiona alterada. — ¡Por dios, Aidan! ¡Esa moto era tu vida!
—Y como dijiste, era mi vida. —reafirmo y voy a Catherine, le quito el cinturón de seguridad y la tomo entre mis brazos, apoyo su diminuto cuerpo por mi hombro, le cubro la espaldita para tenerla asegurada y doy unos brincos leves, que son involuntarios. —Además, ahora tengo auto, que no es la gran cosa pero es más cómodo que la motocicleta.
Ela exhala el aire y luego niega con la cabeza, no puede creer todo lo que he hecho para tenerla conmigo. Se queda mirando la sala de estar, claro que he recibido ayuda profesional para acomodar y tener todo muy bien decorado, yo solo no hubiera hecho suficiente.
He decidido mudarme lejos de la ciudad por la comodidad de la pequeña, decidí hacerlo en los últimos dos meses de gestación antes de que naciera porque quería darle una sorpresa a Ela, al parecer lo he logrado, creo.
— ¿Así que has cambiado el departamento fiestero por una casa de familia? —yo le miro a los ojos y asiento con seguridad, se aguanta una sonrisa y lo despabila moviendo la cabeza de un lado a otro. —Bien, ¿Cuál será el cuarto de Catherine?
Subimos las escaleras, el piso posee solo dos habitaciones y un baño, no es una casa grande pero es perfecta para nosotros tres. Vamos para la primera habitación que vemos, abro la puerta y se puede admirar un cuarto hermosísimo. Miro a Ela, camina por el interior de la habitación, mirando cada cosa que le he consultado antes de comprarlo. Todo está en el lugar que habíamos acordado, pero ha quedado un poco de espacio ya que me he mudado a esta casa, en el departamento todo encajaba perfectamente, así que he tenido que comprar algunas cosas más para que no quedara tan vacío.
Luego de desempacar, y de que Catherine se sienta cómoda en su nuevo hábitat, llega la hora de la cena. Me he tomado la molestia de hacer la cena ya que Ela está alimentando a la pequeña, preparé lo más fácil que un hombre puede hacer: pasta.
Salgo de la cocina-comedor y voy por el pasillo para las escaleras, levanto la vista y veo a Ela bajar en silencio, al parecer Catherine ha conseguido dormir.
—Justo estaba por ir a buscarte. —le digo con total normalidad, ella asiente y pasa por mi lado. La veo irse de mí, se dirige al comedor, suspiro y la sigo. Los dos nos acomodamos en la mesa, estamos enfrentados.
De pronto recuerdo las innumerables veces que hemos salido a cenar, han sido momentos inolvidables, realmente lo he pasado de maravilla esos días, nadie podría reemplazarlos. Ella tiene la vista clavada al plato, come algo densa; yo no puedo dejar de mirarla, ni siquiera he tocado mi plato por estar viéndola.
Mi cerebro me dice que solo estamos juntos por la pequeña, porque para ella es muy importante que sus padres estén juntos, también así lo quiso la madre de Ela; pero mi corazón me dice otra cosa: dice que siga mis instintos, que no me quede callado, que le busque la vuelta, que tome el cordón flojo y lo sujete bien fuerte para que no se vuelva a zafar.
He cometido un grave, grave error, y creo que ya lo he pagado lo suficiente no teniéndola a mi lado como he querido. Ahora que la tengo frente a mí, no sé qué decirle, no sé si hablar de algo o simplemente quedarnos en silencio, donde los cubiertos son los únicos que parecen hablar en su idioma.
Al demonio, no he esperado todo este tiempo para estar sin decirnos algo solo porque Catherine no está presente.
—Eleanor...
—Aidan. —me interrumpe y mi atención se postra en ella de inmediato, levanta la mirada y sus ojos claros me envuelven demasiado que siento que me asfixian. — Sé lo que vas a decir, ya lo hablamos miles de veces. Yo no voy a perdonarte fácilmente, si quedamos en vivir contigo es porque mi madre lo quiso así, y por el bien de Catherine.
Sus palabras me hieren, ¿Cómo puedo hacer para que me perdone? ¿Qué es lo que necesito exactamente para que lo haga? ¿Acaso ya no recuerda lo que fuimos? ¿Acaso ya no recuerda cuando le decía esas cursilerías que detestaba? ¿Acaso ya no recuerda cuánto la amaba? Bueno, la sigo amando pero ella me está dando a entender de que ya no siente lo mismo.
Inspira profundamente, yo aprieto mi mano lentamente. Frunce las cejas y niega con la cabeza, por un momento siento que debe estar recordando lo que le hice, que me observe de esa manera es una flecha atravesando mi pecho, veo sus ojos y están cristalizados, aprieta sus labios y arroja el tenedor por el plato. Se levanta de inmediato y sale del comedor sin decirme nada, la quedo mirando mientras me abandona. Me quedo con la vista en la entrada al comedor y mastico sin gusto la comida.
Me siento decepcionado de mí mismo, porque he intentado arreglarlo pero logré lo contrario. Vuelvo la vista al plato y me enojo conmigo, tiro el tenedor por la mesa y me apoyo en el espaldar de la silla, soy un idiota. Exhalo el aire mientras pienso en algo para no crear más climas tensos como los que hemos pasado recién.
No voy a tener que nombrar más el tema de perdonarla, nunca voy a lograr que lo haga. Pero... ¿Cómo puedes convivir con la mujer que amas si ella no quiere saber nada? Lo único que quiero es que me perdone, pero sé que no es fácil para ella, ha sufrido el doble que yo. Dios, ¿Cómo puedo remediar esto?
Levanto los platos, arrojo lo que ha sobrado y lavo los utensilios. Lo dejo en el fregadero y voy a la sala de estar, miro el sofá, esta noche y las que siguen, por el resto de mi vida, va a ser mi cama.
Me tiro de espaldas y me quedo mirando el techo, una mano descansa en mi pecho y la otra se apoya contra mi frente. Mojo mis labios, no puedo dejar de pensar en ella ¿Cómo estará ahora? ¿Acaso he logrado que volviera a llorar? Eso ni yo me lo perdonaría, no quiero hacerle más daño pero haciéndole recordar lo hago aún peor.
No, no puedo estar tranquilo si no sé como está ella.
Me levanto y voy corriendo a las escaleras, las subo con sumo cuidado debido a que Catherine está durmiendo, al estar en el primer y último piso, voy a la habitación de Ela. Abro la puerta sin avisar, lo hago despacio, asomo un poco la cabeza y observo que ella está durmiendo de costado, así que no estaba llorando como lo pensaba. Bueno, he calculado mal.
Respira tranquila, se ha quedado dormida y no se ha puesto el pijama. Me quedo mirándola un rato, ¿Qué debo hacer? Recuerdo que cuando se quedaba dormida yo la despojaba de las prendas para que durmiera más cómoda, pero creo que ahora no es correcto hacerlo, porque en aquel entonces no había problemas de por medio. Lo único que me queda hacer es acercarme, tomo unas sabanas que están al pie de la cama y la cubro con las mismas, ella se mueve en su lugar un poco, me quedo quieto por si las dudas ella abre los párpados y se encuentra conmigo. No lo hace.
De pronto tengo esa necesidad de hacerle una suave caricia en la mejilla, por lo menos sentir su piel con la mía, hace tanto que no la abrazo ni la beso. Trago saliva y dudo un poco de hacerlo, instantes después el dorso de mi mano se pasea con sumo cuidado sobre la mejilla de Ela, siento que estoy temblando al percibir el contacto. Un escalofrío abriga mi espalda, esas viejas sensaciones renacen de las cenizas y emergen rápidamente.
No es fácil estar lejos de ella por mucho tiempo, y este roce me hace sentir completamente seguro de lo que aún siento por ella. Elevo la curva de mis labios a modo de sonrisa.
—Espero que algún día puedas perdonarme, Ela. —digo en un susurro, me inclino a su rostro, mis labios se postran sobre su frente y cierro los párpados para disfrutar de este pequeño momento. Por mi mente pasan miles de acontecimientos pasados, pasan rápidamente que apenas puedo asimilarlos, ese sentimiento de amar se vuelve más fuerte a medida que avanza los segundos, y para no cometer una estupidez decido alejarme de ella.
Me pongo erguido y la contemplo una vez más, instantes después abandono la habitación y decido dormir en el sillón que está en la habitación de Catherine; no quiero dejarla sola.
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Oportunidad [Aidan Turner]
FanfictionHe cometido tantos errores en mi vida, y la mayoría de ellos no los lamento. Sin embargo, esta vez quiero volver el tiempo atrás para advertirme de los acontecimientos futuros. Yo no creo que ella me perdone tan fácil, pero creo tener oportunidad pa...