10: Contención.

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Catherine está a una semana de cumplir su primer año de vida. Hemos quedado con Eleanor de hacerle la fiesta en el patio trasero de nuestra casa, tampoco es que ella quiere hacerlo a lo grande, ha preferido hacerlo especial, más íntimo, con familiares y amigos más cercanos a nosotros.

La fiesta se lleva a cabo el sábado próximo, ya estamos con los últimos preparativos, solo resta la decoración. Eleanor ha contratado a una decoradora para ayudarla, aunque mi madre también ha participado, han coincidido en algunos casos, y otros, la decoradora tuvo que ser de mediadora para lidiar con sus desacuerdos.

En eso he preferido no meterme, no soy muy bueno para decorar lugares. He estado más ocupado en pasar tiempo con la pequeña mientras su madre organiza la fiesta.

Entre ella y yo las cosas han ido de forma pacífica, Eleanor ahora se junta más con mi madre, incluso ella misma me incentiva a volver pero creo que soy demasiado cobarde como para tomar esa decisión; me contengo de ir corriendo y decirle que perdono sus errores así como ella ha perdonado los míos.

Tampoco le he pedido una explicación sobre ese tipo, no hemos tocado más el tema desde aquella vez que le dije que no voy a casarme si tiene secretos. A veces siento que quiere hacerlo, pero yo voy y tomo a la pequeña en brazos, ya gatea por el suelo y hasta logra ponerse de pie, creo que después de cumplir su primer año ya empieza a caminar.

—Aidan, ¿Qué color es mejor para el pastel? —me pregunta, sé que lo hace intencionalmente, con tal de que le hable logra cualquier cosa; no es que disfrute de ello pero me siento un tanto feliz de que se esfuerce por volver. —¿morado o rosa chicle?

—Si el decorado es morado, creo que el pastel debería ser igual, ¿No crees? —le digo mientras coloco los platos sobre el lavavajillas, luego apoyo ambas manos en la mesada e inspiro profundamente.

—Hm, tienes razón. —dice animada. —Será morado definitivamente, llamaré a Crista para darle la información.

Oigo sus pasos que se alejan, decido voltear y Cath está en su sillita alta tratando de ingerir el puré de manzana. Me saca una sonrisa y me siento a su lado para darle de comer; con caras raras, balbuceos y risas termina su puré, le limpio las mejillas y los labios, luego la saco de su lugar.

— ¿Quieres ir a dar un paseo, Cath? —le pregunto y ella balbucea, doy por entendido que acepta, entonces subo con ella para cambiarla y prepararla para la salida.

En media hora salimos para el vehículo, la acomodo en el asiento trasero y mi celular suena, lo tomo y apoyo la mano en el techo del auto, mientras me reposo en el mismo y atiendo.

— ¿Hola? —pregunto con el entrecejo fruncido, el sol me da en la cara y sus rayos me están por dar ceguera.

Me he enterado de que vas a casarte. —reconozco la voz al instante y una sonrisa se me viene a la cara. —Y estoy en New York...

—Creo que la información te ha llegado un poco tarde —le digo mientras miro a Cath unos instantes. — ¿Por donde andas? Estoy justo por salir al centro.

Me pasa la dirección del lugar al cual piensa citarme, le digo que en media hora como mucho estoy cerca, cuelga la llamada y yo me adentro en el vehículo. No puedo creerlo, hace años que no lo veo y de repente se entera de que estaba por casarme. De seguro ha sido Dean, él siempre va con el chisme a todo el mundo, ha decir verdad, jamás molesto a las personas con las noticias porque tal vez ellos andan muy ocupados con sus cosas, y yo no quiero fastidiar a nadie.

Llego cinco minutos antes de lo acordado, llevo a Cath en brazos, su bolsito de emergencia lo he dejado en el auto. Me doy cuenta entonces de que me han citado en un hotel, el más lujoso del centro, ingreso un poco incómodo. No soy una persona de la alta sociedad como para ingresar a este tipo de lugar, por lo tanto, me molesta un poco porque hay personas que me miran por como estoy vestido.

Oportunidad [Aidan Turner]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora