Paso el resto de su sábado en su cama, sintiéndose miserable. Había días como estos donde nada podía controlar su dolor, era más profundo, más grande, más ruidoso, más cruel. Y a veces lloraba, a veces temblaba. A veces llamaba a Keigo pero nadie respondía. Se hacía un bollo en su cama queriendo desaparecer. La noche caía con un frío funebre. No tenía noción alguna de la hora, desaprovecho un día, sentía culpa. Era ahí donde ella dejaba de confiar en sí misma.
Toc, toc.
No quería abrir, quizás sino se movía o no hacía ruido pensarán que estaba dormida o dejaría de existir por unos segundos.
Toc, toc.
Toc, toc.
Toc, toc.
—¿Qué?— llegó a la puerta rápidamente, era una loba. Miraba en un punto fijo en el pecho de la persona. Por su olor, forma de caminar, ruido y sensación supo que era Denki. Le dolía ser así con él.
—Perdón, no quería molestar.—Dijo en un risa nerviosa. Seina quería abrazarlo y hacerle saber que nunca sería una molestia. Pero no lo hizo, y se odió por eso.— Compre gomitas para ahora... ¿vienes verdad?— Sonaba tan ilusionado, como si realmente ella fuera importante, como si la hubiera estado esperando todo el día porque era importante para él.
—¿Que hay?— Lo miró porque Denki parecía buscarla y ella quería que supiera que estaba ahí.
—La noche de video juegos. Kirishima te invitó. Vamos a ir todos y comeremos porquería. Tienes que estar...—Denki lo describió como si fuera una tradición, una celebración importante, como Navidad. Solo que Seina no tenía navidad.
—No lo sé.— Suspiró, se apoyo contra el marco de la puerta, su campera se bajaba un poco hasta la mitad de su brazo. Miraba el suelo.
—¿Prefieres quedarte ahí y verte triste?—Era un chiste y era gracioso porque era verdad. Denki tenía esa sonrisa de niño travioso que hacía que Seina le dijera que si a todo.
No se cambió la ropa, ella iba con un pantalón atado a la cintura porque era tres tallas más grande que la suya, una musculosa debajo negra, con una campera corderoy que tambien es más grande, era ropa de Keigo, era casa. Minetras que, Denki, tenía unos jeans anchos negros con cadenas a los costados y una remera blanca que dice rock 'n roll.
Era la habitación de él, olía a él, estaba muy iluminada por tira de luces de diferentes colores, había almohadones y cobijas por todos lados, era cálido, como si una flor se abriera y brillara. Por suerte y para su comodidad no era la única de pijama, Kirishima tambien lo estaba. Se sentía en casa ajena. Denki estaba sonriente, no la abandono porque la vió insegura. Cruzó su brazo con el de ella y caminó, los chicos la saludaron con la mano, Sero gritó: "¡Seina!", ella se sintió querida. Podía salir un poco de su profundo dolor con ellos, tenía de donde agarrarse y confiar. Mina se levantó a saludarla con una beso en el cachete, intentó abrazarla pero su agarre con Denki no se lo permitió.
Sero, Mina y Seina estaban sentados sobre la cama, ella se apoyo por completo contra la pared, tenía las piernas cruzadas, desde allí la habiación se veía más oscura o triste. Se preguntaba si la habia hecho brillar por ellos.
Denki se encontraba sentado en el suelo, justo debajo de Seina, a su izquierda estaba Bakugo y al lado de él, Kirishima. Por ahora, solo jugaban los dos últimos, Sero y Denki gritaban a la pantalla como si fuera un partido de algun equipo. Mientras que Mina y Seina se pasaban la comida entre ellas.
—No te vi en todo el día, linda. ¿Te sientes bien?—Mina no la miraba, se acercó más a Seina, pegando hombro con hombro.
—Estaba cansada.—No era cierto, sus orejas temblaron. Sero lo notó de reojo solo que no dijo nada. Dejo de gritar y apostar con Denki y prestó atención a la charla.
—Dios, si, hoy me destruyó por completo. Igual, miento si te digo que no lo volvería a reptir.—Rieron bajamente.
—Son unas débiles.—No solo Sero levantó su oido a la charla, igual lo hicieron todos. Bakugo se burlaba, serio, sin mirarlas. Lo decía tan tranquilo que quizás no se burlaba.
—Eres insoportable.—Seina tomó un almohada y le pego justo en la cara, más fuerte de lo querido. Él chico se giró lentamente molesto, ella abrió los ojos, realmente creyó que empezaría toda una pelea. Sin embargo, Mina la imitó.
—Eso, Bakugo, callate.— Le pego, más fuerte que la primera. Luego fueron Sero y Denki a la vez.
—Oh.— Era una risa, daba miedo pero el sonreía. Sabía que era un juego de niños y sabía que aun así lo iba a ganar.— Van a desear no haber nacido.— Tomó una almohada y empezaron a pegarse unos a otros, ya no había equipos ni enemigos, las palomitas cayeron a la cama.
—YOU'RE THE WINER.— La voz era robótica y provenía del juego. Kirishima, mientras los demás estaban en una guerra a muerte, había continuado el juego y vencido. Él se estiró orgulloso de su logro y los miró con una sonrisa en la cara. Daba tanta ternura.
—Eres un tramposo, ya no juego con gente como ustedes.— Bakugo tiró el control al suelo y se acostó en las almohadas como preparándose para dormir. Seina pensó en recriminarlo pero entendió, aunque con mucha dificultad, que era sarcasmo. Kirishima parecía ofendido solo que no olía real. Y Seina se sinitó en tierra deconocida, pensó que los había decifrado.
—En todo caso es culpa de Seina, ella jugó en tu contra. Querida Seina, esta victoria es tuya.—Kirishia se arrodillo sobre una pierna ante ella, ofreciendole el mando con las dos manos como una corona.
<<Te hubieras quedado callado>>. Bakugo abrío los ojos como si valiera la pena, era una bomba en cuenta regresiba que iba a quemar todo a su alrededor. Seina apenas le hecho un vistaso, tomó el control y se sentó en el suelo, al lado de él, iba a acelerar la cuenta regresiva.
—YO QUIERO JUGAR CON SEINA— Gritó Denki, levantando su mano para llamar la atención. Sin embargo, Bakugo sostuvó el mando y parecía no querer soltarlo, se sentó con seriedad y dió inicio a un nuevo juego.
Seina sentía como él le dirigía la mirada cada tanto, a veces ardiente, a veces complacido. Iba ganando, podía verla nerviosa, jugando cada vez con menor precisión, más preocupada. Ella realmente quería vencerle. Y él realmente quería verla así, ansiosa, asumiendo la derrota.
—YOU'RE THE WINNER— Seina soltó el control molesta, tan rápido como si quemara. Ella estaba caliente, molesta porque, aunque no lo estuviera haciendo, podía oírlo reír.
—Vamos, Orejas, no seas tan mala perdedora.— Bakugo tenía un tono empalagoso y repugnante. Seina se preguntaba si estaba loco. Cuando era ella, él perdía su cabeza. El esfuerzo que ella estaba haciendo para no lanzarce sobre él y degollarlo, era salvaje.
Ella subió sobre la cama y, por unos minutos, nadie dijo nada, nadie se movía, la tensión era tan grande que daba miedo moverse y que se quebrara. Jugaron dos partidas más. Se volvieron a unir como un grupo. Y mientras Seina apoyaba a Denki, Bakugo apoyaba a Mina. Seguían peleando de manera más disimulada. Al terminar esa partida, todos concordaron estar cansados del juego. Estaban en ronda comiendo y comiendo.
—No deberían comer tanto de esta mierda.— Bakugo se cruzó de brazos sin probar un bocado de las golosinas o frituras que trajeron. Ni siquiera gaseosa.
—Vamos Bakugo, si no lo comemos ahora que somos jovenes ¿cuándo? Te prometó que mañana no vas a tener que salir a salvar al mundo, por mucho que te gustaría. Así que, disfruta.
Comieron mientras jugaban a las cartas; —Están así porque— le contó Sero— cuando Bakugo pierde tira todo y cuando Denki gana tira todo, entonces tienen gaseosa, jugo, pizza, fideos, sopa... y un largo etc.
Ella no jugo. Le dió asco tocarlas. Era gracioso porque no hablaban, tan solo reían, tan solo se sentían. Kirishima sacaba fotos de absoluptamente todo. Mina apoyo su cabeza sobre su hombro. Podía sentir su corazón latir, calmo, feliz, vivo. Podía sentirlos a todos. Podía oir sus corazones latir, calmos, felices, vivos.
Oh, si ellos supieran como los sentía.
Una parte de ella le decía que esto no era real, que se acabaría, que la odiarían. No lo sabe, pero supone. No lo sabe, pero teme. Y cuando teme, ataca. Atacaría a cualquiera que la haga temer perderlos.
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A Little Loss of Innocence
Fiksi PenggemarDesde que nació, sabía que no debía haberlo hecho. Denominada asesina. Denominada mounstro. Más de uno intentó matarla. Su historia siempre se vió pertubada por un apellido, el de su padre, el villano más grande y cruel que ha existido en los últim...