Sus feromonas se esparcieron por todas partes, con las emociones disparadas como una ola furiosa. El sensible cuerpo de 'Seo Hee-min' se estremeció convulsivamente como si tuviera una reacción de rechazo a las feromonas.
-No sabía que el tipo que trataba a los alfas como unos bastardos en celo estaría sentado frente a un alfa y comiendo. ¿Intentas pedirle que me traicione y te deje escapar?
Parecía pensar que Hee-min estaba tratando de que el doctor Hwang lo sacara de aquí. No había un peor malentendido como este.
Él fue quien golpeó, encarceló y rompió el tobillo, además de que alimentó a 'Seo Hee-min' con todo tipo de comida saludable. ¿No hizo un escándalo por perder incluso un poco de peso, diciendo que sus huesos chocarían con su cuerpo y que abrazarlo sería desagradable?
Así que Hee-min no sabía que un plato de ramen le costaría tanto. Era injusto y sentía miedo. Tenía tanto miedo de esta situación porque era plenamente consciente de lo peligroso que era su ataque de celos.
La fría risa de Yi-heon atravesó su pecho. Hee-Min gritó con los ojos al secretario Jeong, que permanecía en silencio detrás de Yi-heon, pidiendo ayuda. "Por favor, detenga a Cha Yi-heon, por favor", pedía muy, muy seriamente.
-No apartes la mirada.
-...
-Mírame, Seo Hee-min.
Cha Yi-heon fue descrito en la obra como una tormenta que se vuelve violento ante la mirada y el toque de 'Seo Hee-min'. Hee-min pensó que era una buena expresión para la relación entre los dos, pero cada vez que apartaba la mirada o extendía la mano, Yi-heon se volvía loco. Hee-min miró a Yi-heon con ojos resentidos.
-...Mierda, ¿quieres morir?
Una áspera maldición escapó de entre sus labios secos. En el momento en que el puño de Yi-heon, cubierto de sangre y con el dorso de la mano al descubierto, se acercó a él, Hee-min cerró los ojos con fuerza,
-¡Yo!
El doctor Hwang, que había permanecido en silencio, habló como si hubiera gritado.
-Le pedí que comiera conmigo. No puede tomar medicamentos con el estomago vacío. Curiosamente, comencé a tener hambre... no ha hecho nada malo.
Ante la acalorada defensa del doctor Hwang, Hee-min abrió los ojos y miró a Yi-heon. Afortunadamente, su puño, que había estremecido a Hee-min, se detuvo en el aire.
-No sabía que a una persona que sólo va al restaurante de un hotel le gustara la comida barata como ésta.
-Cuando te haces mayor, a veces quieres comer comida como esta, porque la comía a menudo cuando trabajaba en urgencias.
Yi-heon torció los labios y se dirigió al doctor Hwang.
-La próxima vez, te invitaré un tazón de ramen en un snack bar y no en un hotel.
Con una mueca de desprecio, finalmente soltó el pelo de Hee-min. Hee-min se frotó el cuero cabelludo que le hormigueaba y le dio las gracias en secreto al doctor Hwang.
-De todos modos, ¿qué pasa con su mano? Déjeme curarla...
-Ya está hecho.
-Aún así, es mejor desinfectarla...
-Secretario Jeong.
Yi-heon llamó al secretario con una voz extremadamente seca.
-Sí, Presidente.
-Es tarde. Llévalo de vuelta.
-Traeré su bolso.
El secretario Jeong entró en la habitación y trajo el bolso del doctor Hwang, que estaba colocado en la mesilla de noche junto a la cama.