Cariño

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Satoru era alguien que jamás admitiría sus errores, al igual que sus más grandes obsesiones.

El azúcar era una de ellas. 

Amaba los dulces. El placer de estos en su boca eran un deleite tan empalagoso y delicioso que jamás dejaría de comerlos. Algunas personas creían que él digería estos alimentos meramente por estímulo. Pensaban que su obsesión por los caramelos y chocolates se trataba solo y sencillamente para regular sus emociones.

Y no estaban muy equivocados de esa realidad.

Gojo, quería reprimir el profundo dolor qué emanaba su corazón; por la muerte de su querido amigo.

Él se negaba a esa idea, se convencía a sí mismo diciendo que su gusto por el azúcar venía desde hace tiempo. Era una estupidez. ¿Cómo algo tan insignificante como el consumir chocolate podría ayudarte con tus emociones? Solo se trataba de un chico bastante glotón.

Era extremista ese pensamiento. Era ridículo.

Al igual que era tonto pensar que estaba enamorado de su amiga y compañera de trabajo, ¿cierto?

Satoru se dejó consumir por los recuerdos dónde aparecía el artífice de esa obra. Conocía a ___________ desde hace bastante tiempo. Una chica dulce y tierna, incluso su descripción concordaba con la más grande de sus obsesiones, quizás por esa razón le agradaba.

Coincidieron en la escuela de hechicería y desde un inicio tuvieron una gran conexión, ella fue la primera en dirigirle la palabra. A Satoru le sorprendió la hermosa voz que salió de entre sus labios, incluso si se trataba de un simple "hola" para él fue una invitación a nunca olvidarla. Él sonrió para corresponderle el saludo y ella con un ligero sonrojo en su rostro copió el gesto del chico. Desde aquel momento, se convirtieron en amigos. Aunque no fue una introducción bastante memorable, para Satoru cuál fuese la situación sería algo imposible de no recordar.

Al final fue en ese instante en dónde conoció a las personas más importantes de su vida.

A sus amigos.

Suguru Geto posiblemente fue la persona más significativa en su vida, ¿y cómo negarlo? La sonrisa de su amigo aún permanecía en su mente, al igual que la calidez que le hacía sentir en su corazón cada vez que ese pelinegro estaba a su alrededor. Ese fuego en su interior desapareció con su partida.

Con su amiga sucedía algo similar pero mucho más fuerte que cualquier otro sentimiento o emoción. Eran amigos, solo eso.

Sin embargo, ¿por qué sentía un vacío con esas palabras? Quería ser alguien mucho más importante en su vida que solo un amigo, incluso sabía que ella se sentía de una manera muy similar a la de él. Así pues, ¿por qué ninguno daba un paso más allá?, ¿tal vez por miedo? No lo sabían. No obstante, el cosquilleo en sus vientres ante el contacto y roce de sus dedos, eran un delirio que lo perdía en lo más profundo de aquellas cascadas de pensamientos y confesiones.

Satoru constantemente se atormentaba con pensamientos pormenores y estúpidos. Uno de ellos —el que más rondaba en su cabeza— era la idea de que ella algún día se apartaría de su lado. Aunque se trataba de algo inevitable, en el fondo le aterraba que él dejará de ser alguien significante en su vida. Sonaba bastante melodramático y no le importaba ser de aquella manera. Pues ella era la razón por la cuál su sueño era robado cada vez que rozaba aquella suave almohada para así descansar, más para Gojo era una petición casi imposible.

Las pesadillas lo seguían a donde fuese; el fallecimiento de Suguru, Riko, llegando a la peor de todas. La imagen de ________ muriendo, su querida amiga, su más profundo amor. Si bien, ella estaba viva y a su lado, jamás se perdonaría eso, ¿verla morir? Gojo daría su propia vida para impedir eso, su corazón, sus ojos si era necesario.

Gojo Satoru | One Shot'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora