El tiempo a veces impresiona, por juntar personas en tiempos distintos.
Él no era de la clase de persona que bebía alcohol, sin embargo, esa ocasión lo ameritaba. Satoru tumbado en el suelo lo inundó su soledad. El abrumador silencio de su recámara era abatidor. Inclinó su botella de vino esperando que saliera alguna otra gota de esa embriagante bebida mas solo consiguió que sus dientes chocaran contra el vidrio; rechinando. Soltó una sonora maldición y con lágrimas en los ojos observó por décima vez aquella invitación, que en letras doradas hacían ver que era "necesaria" su presencia a la boda.
La soledad moldea nuestra alma, nuestro cuerpo... Es algo palpable.
Sentía su corazón pesado cada vez que sus ojos se dirigían a esas letras doradas.
Le dolía, le dolía bastante.
Y no era para menos, pues no era de extremada felicidad ver al amor de su vida en un vestido blanco y que la persona a su lado no fuera él. Sin darse cuenta ya de sus actos, arrojó la botella por los aires, terminando en el suelo en miles de pedazos apretando los puños con fuerza se golpeó a sí mismo la cabeza, llorando como un demente.
—No puedo permitirlo... —Satoru hizo una mueca de agonía, agachó la cabeza moviéndola de lado a lado y sus dedos entre sus cabellos—, haré lo necesario para que vuelva conmigo. No se casará con ese hombre. No puede hacerme esto.
Tal vez era el alcohol, tal vez lo creyeran un loco, y quizás lo era.
Se fijó en la fecha que marcaba la invitación, memorizando ya a este punto cada palabra de su contenido.
Tenía una idea descabellada (para cualquiera que no tuviera una mentalidad lo bastante amplía). Aunque él también duda de la veracidad de ese plan.
Pero no perdía nada con intentarlo.
...
Era una mañana fría; el viento soplaba y el cabello se le despeinaba. Hizo un gesto con la muñeca observando su reloj. Quedaban aproximadamente tres horas para la boda.
Entró al local sin muchos ánimos de estar ahí, pero su humor cambió drásticamente.
Gojo observó con genuina curiosidad el lugar, había todo tipo de colores y cristales en ese cuarto, al igual que relojes y patrones en las alfombras que desconocía el significado. Agachó la cabeza debido a su descomunal altura, para poder entrar al otro extremo del local, en dónde se encontró a una anciana. La mujer le lanzó una mirada perspicaz, analizándolo ahora a él. Se fijó en lo cansado e irritado que se le veía.
Curvo sus labios contenta.
—¿En qué puedo ayudarle? —Graznó la anciana, sin esconder el regocijo que le causaba su presencia.
Gojo cerró los ojos al escuchar su voz, «era horrible», pensó.
—Alguien... me recomendó sus servicios —contestó Satoru, sentandose frente a la mujer.
La señora asintió atenta a sus palabras, limpiando un poco el mantel de la mesa.
—¿Acaso requiere algún hechizo?, ¿algún veneno? ¡Oh!, ya sé. ¿Quiere que le lea las cartas? O... tal vez, requiere alguna otra cosa. —Dijo la vieja con una alegría bastante excéntrica, colocando en la mesa cada una de las cosas que había mencionado. Desde las cartas para una lectura, hasta brebajes en frascos pequeños de dudosa procedencia.
Satoru observó a la mujer, aterrado. Sabía que se trataba de una bruja, pero comprobarlo con sus propios ojos era una cosa muy distinta, él creía en la mala suerte que traían los gatos, incluso en la brujería que llevaba a la desgracia a muchos o que las lechuzas eran brujas pero, todo eso se debía a traumas absurdos cuando era un niño pequeño muy ingenuo e influenciable.
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Gojo Satoru | One Shot's
FanfictionOne-Shot's de nuestro albino favorito. Contenido variado de Gojo x Lector@ Advertencia: Puede contener temas que no sean del agrado de muchos lectores, así cómo contenido para mayores de edad, se recomienda discreción. La imagen de la portada no me...