Cuando era niña, papá tenía un reloj, era precioso.
Era pequeño y completamente dorado.
Decía que era de oro puro y que era muy importante para él.
Tal vez porqué era la única fortuna que teníamos en nuestra vida.
— ¿Más que nosotras? —pregunté esa noche.
Dejó caer la cabeza y la sacudió de lado a lado. Negando.
Le creí, porqué papá era una buena persona, la mejor de todas.
No pensé lo mismo cuando me gritó sin parar por su reloj.
Creyó que lo había escondido.
A veces, para llamar su atención escondía su celular o cualquiera otra cosa que fuera importante. Solo quería que se quedará más tiempo conmigo en casa.
— ¿Dónde lo escondiste? —me preguntó enojado.
Yo le dije que no lo había tomado.
Por primera vez en mi vida; no estaba mintiendo.
Pero él insistió diciendo que sabía que yo lo tenía y que estaba mintiendo.
Me tomó de la mano y me jaló hasta la mesa, señalando el sitio dónde lo había dejado, su apretón era fuerte. Me dejó una marca. Pero esa marca era invisible para los demás. Excepto para mí.
— Te lo repetiré otra vez. ¿Dónde dejaste el maldito reloj? —gritó soltando mis manos, para después arrojar un vaso de vidrio, que terminó dando en la pared—. ¿¡Dónde!?
Yo solo cerré mis ojos, al oír el impacto el cuerpo entero me tembló.
No lo tenía. En verdad no lo tenía. No me cansé de decirlo, pero nunca me creyó.
— No lo tengo.
Un golpe.
— No lo tengo.
Luego, dos.
— No lo tengo.
Luego el segundo se volvió en el tercero.
— ¡Dame el puto reloj _______!
— No lo tengo papá, por favor.
Me llevé la mano a la boca, me sangraba el labio y había estado conteniendo el aliento con tanta fuerza que no había manera de disimular mi respiración irregular. Me levanto del suelo y salgo huyendo hasta mi habitación. Colocando el pasador y escondiéndome debajo de la cama, esperando que acabara esa pesadilla.
Sabía lo importante que era para él, jamás jugaría con algo así. Pero jamás me escuchó, me terminé ganando bofetadas que retumbaban en todo mi cerebro. Mamá estaba muerta, por lo que nadie podía abogar en mi defensa.
Al día siguiente, papá había encontrado el reloj, estaba en su chaqueta.
En su chaqueta.
Siempre estuvo ahí. Ahí estaba el reloj, el que se había perdido. Pero no se disculpó.
— ¿Qué te parece la comida? ¿Te gustó?
No contesté.
— Cariño, ¿cómo estuvo la escuela?
Tampoco contesté.
Yo esperé una disculpa, una inexistente.
Solo podía mirarlo en silencio.
Y él seguía preguntando diferentes cosas.
No sé porque te cuento esto primero, tal vez para excusarme de algún modo el comienzo de mis mentiras. Las pocas o muchas que dije a lo largo de mi vida. No me importa si fueron buenas o malas, la realidad es que todos las usamos para sobrevivir, tal vez para quedar bien ante los demás o tal vez para ocultar tonterías que cometimos en el pasado.
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Gojo Satoru | One Shot's
FanfictionOne-Shot's de nuestro albino favorito. Contenido variado de Gojo x Lector@ Advertencia: Puede contener temas que no sean del agrado de muchos lectores, así cómo contenido para mayores de edad, se recomienda discreción. La imagen de la portada no me...