Acosador

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El señor Naoko siempre estaba escuchando música y su hija lo adoraba; cada nota,  cada estribillo, cada instrumento. Siendo casi siempre una de esas canciones de los 80's o 90's. ______ prefería encerrarse en su habitación para escuchar esas empalagosas melodías, su favorita tal vez era "Hopelessly Devoted To You". La azabache recordaba perfectamente la primera vez que la oyó, esa entonación suave, esa guitarra distorsionada; hablaba de un amor intenso, así como de un corazón roto que se niega a dejar ir a la persona amada. Tal vez se sentía de ese modo. Era irónico que su canción favorita desde niña fuera la que describiría su situación actual.  

La chica mantuvo su mirada en sus blanquecinas manos entrelazadas, mientras el vehículo avanzaba por el camino sin asfaltar y el aire frío que entraba por la ventana del coche hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo entero. Solo a ella se le ocurría salir con shorts frente a un clima claramente no dignos de una moda veraniega. Apoyó su brazo en el panel de la puerta ocasionando que su flequillo negro se despeinara.  El sol que comenzaba a irse, dejaba un rastro de un cielo naranja con tonos rojizos. Odiaba ese color, ese que arrastraba sus más profundos miedos.

Suspiró pesadamente. Había sido obligada a dejar su pequeña cueva —su habitación—, Shimizu detestaba salir. Le aterraba, ocasionando que gusanos recorrieran todos sus órganos, para luego hospedarse ahí y succionarla hasta sus huesos.

Su padre se fijó en la actitud de la de ojos negros. 

— Te prometo que regresare rápido, solo una llamada y vendré lo más pronto posible, ¿si corazón? —le aseguró Naoko Shimizu a su hija.

La azabache forzó una sonrisa. 

______ Shimizu, vivía sola con su padre en un departamento. Ambos tenían una bonita relación familiar, una que cualquiera envidiara. Excepto ella, no es que odiara a su padre. Lo amaba en verdad pero sin una figura materna: ella se sentía vacía.  Anhelaba ese amor, tanto lo deseaba que temía volverse dependiente de eso. El señor Naoko daría la vida por su hija y eso no estaba muy alejado de la realidad; en verdad lo hacía. Pero aquella bonita relación tenía un motivo.

Su padre hacía todo lo que ella quería, no soportaba verla decaída, sufriendo, encerrada en su cabeza por el tormento de su infancia. Al final él también era culpable de su situación. 

La chica de ojos negros todo el tiempo se la pasaba alerta, vigilando cada calle, callejón y rincón; sin perderse ningún detalle. Los estudiaba, memorizaba y grababa para asegurarse que todo estaba en orden. 

Que no hubiera nadie ahí.

Ya qué ________ tenía miedo. 

De encontrase a ella.

La causa de sus más grandes asfixias, sus pesadillas; aquella que le robaba el sueño despierta.

Si no era para más: ¿cómo era capaz de olvidar a la persona que casi la mata? Su madre.

Aquel horrible recuerdo lo tenía impregnado en su mente, incapaz de olvidar. Se encajó las uñas en sus muslos a la par que su mente pasaba cómo una película su vida. Sentía el agua arremolinar a su alrededor, hundiéndola otra vez. 

El mayor suspiró para luego en señal de apoyo darle un apretón en sus pequeñas manos.

Eso le recordaba tanto a su esposa; ambas eran pequeñas. Cómo si se tratase de unas lindas muñequitas por sus delicados rasgos. 

— Sé que es difícil ______, y sería muy fácil para mí pedirte que lo superes. Pero, ese no será el caso conmigo. Solo me duele tanto verte así, que detengas tú maravillosa vida. Ya no puedes seguir así hija... —suspiró el de cabellos grises—. Tienes 20 años. Debes salir, conocer gente, ir a estudiar... ¿Por qué no invitas a ese amigo tuyo a casa? ¿Itadoki? ¿Noki?

Gojo Satoru | One Shot'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora