Capítulo 17

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Pedri

"No es fácil, Fernando."

En mi día libre decido quedarme en casa a descansar, hoy Fernando me acompaña y estamos ansiosos porque nuestros padres nos visitarán, después de varios meses sin poder venir a Barcelona.

Me encuentro sentado en el sofá, comiendo pistachos mientras juego a la Play con mi hermano. Cuando ya le he ganado más de tres veces seguidas, decido soltar el control y sincerarme con él. Tengo varios días, después de estar en la casa de Gavi, en los que no he dejado de pensar en Marena, en mis sentimientos y también en lo que podría hacer para confesarle lo que siento. Tengo derecho a librarme de la que carga que tengo en mi pecho, al traicionar a mi amigo, estando enamorado de su novia.

‐ Fernando, quisiera hablar algo contigo. — le suelto, me acomodo en el sofá.

‐ Cuéntame. — mi hermano suelta el control y cruza sus brazos, recostándose en su asiento.

- Es acerca de Marena. — intento buscarle palabras a mis sentimientos.

‐ ¿La prima de Gavi que te cae mal? — sonrío, negando con la cabeza.

- A ver, el otro día pasé la mañana con ellos, jugamos fútbol y comprendí que siento cosas por ella. — hago bien confesándole la verdad desde el principio, aunque la cara de confusión de mi hermano me hace creer que nunca se lo esperó.

- Tío, pero te caía mal, ¿o no? — Se pasa los dedos por el cabello. — ¿Tan poco conozco a mi hermano?

Me río y le doy una palmada en el hombro.

‐ No es eso, Fernando. Sólo que es un sentimiento que he tenido que ocultar.

- Lo has ocultado muy bien. — me felicita.

- Lo que pasa es que siento que debo alejarme, no creo poder seguir estando a su lado teniendo éstos sentimientos.

- Pedri, disculpa que pregunte, pero, ¿Qué pasará con Fernanda? — me llega al pensamiento la chica y me siento de verdad fatal, hemos salido más de un par de veces y nos llevamos bien, pero no puedo hacerle perder su tiempo mientras estoy enamorado de otra persona.

‐ El tiempo que he pasado junto a Fernanda fue muy lindo, le agarré aprecio, pero cada vez que la miro, sé que no puedo quererla, no del modo que ella se merece.

- Tienes que hablarlo con ella, lo más pronto posible.

‐ Tampoco quiero herirla. Sería una mierda de persona sí sigo a su lado cuando no veo en nosotros un futuro.

- Tienes razón, Pepi. Eso está muy bien.

- Ojalá ésto no arruine tú amistad con ella, hermano.

- Seguro que no lo hará, ella es una mujer madura. — encoge sus hombros, mirándome con una media sonrisa. — Verá con buen gesto que le hablas con la verdad.

- Rezo por eso. — le digo con sinceridad. No me parece bien herir a alguien, mucho menos cuando ella se ha portado tan bien conmigo.

- Ahora cuéntame de Marena, ya que soy tan ciego. — Me mira fijamente, dándome toda su atención.

- La comencé odiando, no me caía para nada bien o eso me decía a mí mismo. — Podría recordar las veces en las que intenté evadir mis sentimientos o esas noches en las que me negué a lo que empezaba a pensar sobre Marena.

- ¿Cómo así? — arruga su nariz.

- Que creo he estado enamorado de ella desde el día en que nos conocimos. Sólo que Gavi me había comentado que odiaba nuestro equipo y eso supo jugar con mi mente.

- Te dejaste llevar por ideas locas, en lugar de darte el tiempo de conocerla tú mismo, día a día, Pedri. — Presiona sus labios y niega suavemente con la cabeza.

- Lo sé, justo así fue. Porque cuando la conocí me pareció preciosa y ha seguido así. No he cambiado mi opinión con respecto a su belleza, a su inteligencia o lo maravillosa que es. Sólo que mentía diciendo lo contrario.

- ¿Por qué hasta ahora decides contármelo?

- Quiero ser valiente, no seguir ocultando mis sentimientos o lo que verdaderamente pasa por mi cabeza con respecto a ella. Créeme que he pensado en hablarlo con Gavi, pero primero necesitaba tu opinión. — Agacho la cabeza, mirando la taza de pistachos vacía.

- ¿Qué quieres que te diga, hermano?

- Que no está mal. — Levanto la cabeza, conectando mis ojos a los suyos. Necesito su apoyo, es lo más importante para mí.

- No lo está, Pedri. Es normal, es una chica guapa y agradable.

- Que tiene a un imbécil de novio, que no la valora. — Suspiro, dejándome caer más en el sofá.

- Sí verdaderamente deben estar juntos, no tendrás que hacer nada para que él se aleje, solito logrará romper con el amor que ella le tiene.

- Hablas como sí ella me quisiera. — Me tapo la cara con las manos, escondiendo una pequeña sonrisa de ilusión.

Joder, qué mal me tienes, bávara.

- Uno nunca sabe, hasta que preguntas.

- No, no me atrevo.

- Y por eso es que no te enteras. Debes perder el miedo, Pepi. — Sé que tiene razón, pero igualmente sería un movimiento demasiado riesgoso.

- No es fácil, Fernando.

- No lo es porque lo haces difícil.

- Ojalá supiera que ella siente al menos algo por mí, así no temería luchar. — Resoplo.

- Tienes que sacarte de la duda y hablarlo con ella es la solución a todo.

- Seguro cree que estoy jugando, porque sería raro que mis sentimientos hayan cambiado tan de prisa.

- Y es ahí cuando le debes confesar que no ha sido un sentimiento que salió de la nada, que más bien, ha ido en aumento desde que la conoces.

Fernando tiene toda la razón del mundo. Me alivia haber tomado el coraje para contárselo, en realidad, me regaño por no habérselo contado antes. Me hubiese quitado el peso de guardar el secreto para mí solo desde hace mucho tiempo.

bávara mía - pedri gonzález Donde viven las historias. Descúbrelo ahora