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Río De Janeiro, Brasil

Hace tres años Lena había dejado total comunicación con sus hermanos, la muerte de Letty la había tomado por sorpresa, y aunque la llamada de Mia hace un año nunca la esperó, decidió asistir al entierro de la novia de Dom, la cual había sido como una madre para ella, claro que había sentido como una parte de ella se iba en el momento en el que vio como el ataúd era enterrado bajo esa sucia tierra, pero no había nada qué hacer ahora, y aunque hubiera, Lena no quería ser parte de eso, fue por lo que, el mismo día que fue el entierro, ese mismo día regreso a Dubái, donde había estado viviendo los últimos tres años.

No esperaba volver a ver a Mia, quien había sido la única que se había presentado al entierro, en tan poco tiempo, pero si era el mismo Dominic Toretto, su hermano, el que siempre la quería alejar de cualquier peligro, quien le pedía que fuera a Río, era porque era algo con importancia.

Suspirando mientras caminaba dentro del lugar donde Dom la había citado, no se sorprendió ver un auto bastante clásico estacionado en el gran espacio vacío, pasando su mirada del auto, la menor volvió su vista a un grupo de hombres, escuchando una discusión, bastante patética, que terminó una vez los ojos de un hombre moreno cayeron en ella. — ¿quién es esta preciosura?

La mirada de todos cayó sobre la chica, que no aparentaba más de veintidós años, piernas largas y esbeltas, al igual que todo su cuerpo, cabello negro oscuro, piel morena, casi dorada, ojos color café oscuro, los cuales se veían bastante llamativos debido a que eran algo rasgados, pero sin llegar a verse asiáticos, además, portaban un brillo seductor natural. — No sé por qué discuten, son como el mismo dúo, pero la versión aburrida gringa y el remake barato mexicano. — La chica dijo, sacando un paquete de chicles del bolsillo de su chaqueta de denim color negro desgastado.

— ¿Me dijo mexicano?

— ¿Quien se cree que es? ¿Parece que me gustan los tacos?

— ¿Acaso crees que le pongo condimento de más a la comida?

— Parece que ya se conocen, me alegra ver que no han cambiado nada. —La voz de Dom se escuchó, haciendo a los dos latinos ofendidos detenerse, y a los demás poner su atención en él.

La primera en caminar hacia él fue una chica, alta, castaña y bastante atractiva a los ojos de Lena, diciéndole algo a Dom, que ella no logró entender, ni le prestó mucha atención, sus ojos se movieron para poder analizar a todos los que se encontraban en el lugar, chocando miradas con el familiar asiático, que estaba comiendo unas papas cerca de una motocicleta, seguía igual que la última vez que lo había visto, aunque su cabello estaba un poco más corto, se veía igual que siempre.

Y en ese momento, al igual que ella, sus ojos estaban puestos en ella.

La voz de Mia interrumpió el intercambio de miradas, haciendo a Lena ver como esta iba corriendo hacia ella, la menor sonrió, abrazando a su hermana con cariño, no la había visto desde hace mucho tiempo. — Es un gusto saber que estas bien.

— Y es un gusto saber que ninguno está en la cárcel, o muerto. — Lena sonrió con cariño, y la mayor no logró decir nada de vuelta porque la voz de Dom la interrumpió.

— Creo que algunos tienen curiosidad. — el mayor paso un brazo por los hombros de la menor para hacerla notarse entre los demás. — Ella es Lena Toretto, mi hermana menor, creo que algunos la conocen más que otros. — La mirada de este paso a Han, quien levantó la mano mientras asentía al igual que los dos latinos en el lugar, los cuales habían estado discutiendo con ella unos minutos atrás. — Trabajamos juntos hace unos años y tenía que tenerla en mi equipo esta vez.

— No creí que el trabajo fuera de payasos, invitaste a dos, hasta trajiste a sus dobles. — Esta señaló a los dos hombres que estaban al lado de los latinos, que conocía bien ya que había trabajado con ellos y Han hace varios años, el robo de esa pipa de gasolina le traía varios recuerdos.

𝐌𝐈𝐑𝐈𝐊𝐈𝐓𝐄𝐊𝐈 || Han LueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora