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Un mes más pasó. Curioso, ¿no? la manera en la que algo se desvanecía poco a poco. No, no hablo de los sentimientos que Charlie había desarrollado por el de ojos cafés, hablo de la cercanía que ambos tenían. 

Se desvaneció en el aire, así nada más. 

Foolish continuaba con su plan macabro ―como le decía Slime― usando a Mariana como anzuelo. Charlie había seguido conversando y cruzando palabras con Vegetta y se le hacía algo curioso que el pálido Foolish aún no haya hecho el intento de "matarlo". 

Justo en ese instante, estaba viendo su libreta de matemáticas. Las odiaba. Pero odiaba más el sentimiento del vacío que en su estómago comenzaba a formarse. 

¿Será que se había hecho dependiente de esas estúpidas mariposas? 

Después de mucho bla, bla, bla y algunos que otros números concurridos y complejos, dejaron salir al pelinegro a su muy merecido descanso. Bueno, no lo veía así. Prefería estar encerrado en un aula, con alguien que le enseñara algo, a estar sentado en una mesa de biblioteca recordando a Mariana. 

O aún peor, en la cafetería viendo como Foolish lo sujetaba por la cintura. 

¿Qué le había hecho al mundo para merecer aquello? Cuidaba a los animales, regaba las plantas, ayudaba a gente que no conocía. Lo único malo era su actitud fría y aislada. Era casi, casi un buen chico. 

De nuevo nos encontrábamos en aquel lugar silencioso. ¿Por qué gustaba tanto la biblioteca? No le gustaba mucho leer. Quizá era el recuerdo del chico o que ahí podía pensar sin nadie hablando estupideces. 

 ― ¿Sabes que eres muy tonto? ― la voz de Vegetta resonó delante de él. 

Levantó la vista entre divertido y ofendido pero terminó rodando los ojos con exageración. Mr. exageración era su nombre. Claro.

Vegetta había estado observando a Mariana y a Slime. Logró llegar al punto al cual se había propuesto desde un inicio. Sabía que no era el único que notaba la tensión entre Mariana y Charlie, y también sabía que no era el único que notaba cuanto se deseaban el uno al otro. 

― ¿Ahora por qué? ― soltó Charlie gracioso enterrando su cabeza en el libro que había escogido por su delgadez. 

 ― Estás aquí ― apuntó Vegetta al lugar espacioso que olía raro ―, ahí sentado. Ha pasado un mes y ni si quiera se han dirigido la palabra. 

Vegetta llegaba a ser realmente inteligente. O lo era siempre, mejor dicho. Podía comprender cosas muy rápidamente si así lo quería. 

En cuanto a Slime... Este tema lo tenía demasiado mal como para comprender lo que pasaba. 

― ¿Por qué le tengo que hablar yo? ― cuestionó Slime curioso ―. Él fue el que no me aclaró nada.

Ese era su pensar. Suponía que aquella falta de aclaraciones era la razón perfecta para mantener distancia. Eso había entendido de todo, y aunque deseaba con todo el corazón saber qué ke pasaba a Mariana, no podía. 

Quería respuestas cuando él ni si quiera había dado las preguntas. 

 Se sentía algo mal por estar pensando en Mariana, pero después de todo tenía que afrontar el problema. Pues sí, estar enamorado era un completo problema. Todo le resultaba tan extraño y tan conocido a la vez. Una sensación de caer y volar. 

Raro. 

― ¿Y tú le aclaraste lo que sientes? 

la pregunta hizo pensar a Charlie. Por un segundo se le hizo estúpida pero después de repetirla en su cabeza, todo cobró razón. 

Habían muchas posibilidades, muchísimas. Mundos donde quizá ellos estuvieran juntos después de la muerte o donde nunca se conocieron. 

¿Qué tal si Slime le hubiera dicho lo que sentía? ¿Algo cambiaría en el pensar de Mariana?  

― ¿Qué me estás diciendo, Vegetta? ― se sentó bien en su lugar y dejó de prestarle atención a otras cosas 

― ¿Por qué no le dices lo que sientes? ― Vegetta volvió a cuestionar. 

Habían muchas razones. ¿Mariana con Charlie? Pocas posibilidades. 

Mariana estaba un poco fuera de su límite, era alguien que era demasiado para tan poco. No se consideraba bueno para él. También estaba el hecho de no saber qué demonios ocurría entre Foolish y Mariana. 

Eso le comía la mente a cada segundo. Celos, eso eran exactamente. Tenía celos de no poder ser esa mano que Mariana sujetaba. 

Se repetía constantemente que él mismo podía ser su novio, que necesitaba uno nuevo. Y es que Mariana era de alguna manera tan adictivo. Estaba seguro que Mariana podía conseguir algo mejor que lo tratara de correcta manera. 

― Él está fuera de mi alcance ― respondió con una sonrisa rota ―. ¿Entiendes? 

― Hola, mamá ― habló entrando a su casa

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― Hola, mamá ― habló entrando a su casa. 

Estaba cansado y solo se quería tumbar a dormir todo lo que restaba de la tarde. Ya no le importaba absolutamente nada, ni si quiera tenía hambre. 

Su madre lo vio decaído y automáticamente se acercó a él, importándole poco que la comida que tanto se había tardado en cocinar se quemara. 

― ¿Estás bien, Charlie? ― le tomó por la mejilla le dedicó una sonrisa completamente genuina. 

Su madre era espectacular. La amaba. 

― Problemas con... Ya sabes ― arrugó la nariz restándole importancia. 

La mamá de Slime dejó pasar esa vez el estado de su hijo. No le gustaba verle así y algo le decía que tenía que ver con ese chico del que le había contado hacía algunas semanas. 

Slime subió a su habitación y se tumbó en la cama a admirar la belleza de sus cortinas, eran largas y azules. Un tono de azul poco común que alguna vez vio usar a Mariana. 

Ahí vamos de nuevo. 

Todo lo llevaba al de lentes de sonrisa cuadrada. Se colaba en sus sentimientos a cada segundo y eso le resultaba irritante. Hasta en la comida de su mamá se aparecía. 

― ¿Y si Vegetta tiene razón? ― preguntó al aire, a él mismo. 

Se le daba por tener conversaciones con él mismo a menudo. Se tardaba así hora y horas y horas. Suponía que era sano, pero a veces se explotaba la cabeza con sus propios problemas. 

― Deberías de hablar con Mariana ― tocaba su barbilla de lado a lado. 

Y después de mucho, mucho, mucho pensar se dio cuenta sobre lo que era correcto. 

Tenía que hablar con Mariana y aclararle las cosas. 

Boyfriend [FLIPORIANA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora