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Las cosas mejoraban y empeoraban, pero es que Mariana no sabía qué responder. Solo estaba en silencio mientras caminaba de regreso con Slime a su lado. El ambiente era incómodo, sentía felicidad y horror invadir todo su cuerpo, no sabía qué pensar o sentir, aunque una pregunta seguía estando clara en su cabeza. 

¿Qué era Slime? 

Todo apuntaba a que no eran para nada amigos, mucho menos amigos con derechos. No existía el término amigo cuando hablaba de él y ya se lo había explicado a sí mismo un montón de veces. La interrogativa le retumbaba la cabeza. ¿Qué sentía por Slime? 

― Un mundo ― mencionó en voz alta. Charlie paró en seco con una ceja alzada, y observó quietamente al chico. 

 Mariana le vio, le vio por primera vez como nunca lo había hecho. Un mundo. Un mundo creándose en su interior, algo así como todo lo bello que podría existir y todo lo malo. Tantos sentimientos por una cosa en específico. 

― ¿Qué? ― preguntó Slime confundido. 

Mariana esbozaba una sonrisa amplia y siguió con la interrogativa, mientras recorría la mirada por el chico. Sus fracciones, su cabello, sus ojos. La manera en la que lo observaba era distinta. Todo pareció cambiar ante el cambio de la pregunta, ¿Qué sentía por Slime? ¿Esto era correcto? ¿A caso era posible que el cambio de una pregunta le permitiera responder de una manera concreta? Sabía lo que Charlie no era por los sentimientos que tenía, entonces los sentimientos serían la respuesta. 

― Siento... Maravillas ― volvió a hablar Mariana. 

Eso era. Maravillas. Se sentía maravillado por poseer a alguien tan bueno en su vida, alguien que lo apoyaba ante cualquier problema sin dar respuesta a las malas críticas. No lo juzgaba por lo que decían las demás personas. 

Slime evitaba preguntar más, solo comprendía que Mariana intentaba explicarle algo que quizá era importante y presentaba atención para poder comprenderlo de la manera en la que el de lentes lo deseaba. Le parecía estar escuchando todo de manera incorrecta, por esto decidió no distraerse con sus bellas facciones e intentar procesar toda la información que entraba. 

― Slime, eso es lo que siento por ti ― volvió a hablar Mariana ―. Un mundo, maravillas, sé que te quiero con mucho de mí. Sé que parte de mí intenta hacerse el distraído para no caer en cuenta.  

Charlie se sentía explotar. Quería gritar de felicidad, alzar al chico por los aires y plantarle un beso en los labios para abrazarlo con fuerza. Pero se contuvo. Quería, de igual manera, escuchar más; saber lo que el mayor quizá había retenido y atesorarlo en sus recuerdos por siempre. 

― Lo que quiero decir es... Creo que me enamoré de ti desde que... ― Mariana observó la cara de Slime con mucha felicidad. Las facciones del otro, sus expresiones, todo.  

Todo era perfecto. Amaba su manera de ser. La genialidad que cargaba encima, lo callado y sarcástico que era cuando ameritaba serlo. Le gustaba que era frío con muchas personas que con él era un ser cariñoso y amoroso. Le gustaba que le apoyara, le gustaba que siempre estaba sin importar qué. Mariana caía en buena cuenta, supo verlo de la manera que nunca había descubierto. 

Y no lo estaba inventando. No estaba bromeando. No era simplemente el pesar de la confesión pasada, no tenía que ver con aprender a amarlo, ni estaba enamorado de sus actos. Estaba enamorado de lo que Slime era, no de lo que mostraba ser. El Charlie auténtico, y estaba así desde hacía bastante tiempo atrás. 

― Desde que me di cuenta de lo mucho que vales ― respondió sincero ―. Slime, no me enamoré de la persona fría que todos creen que eres. Me enamoré del chico de biblioteca que estaba solo leyendo. Ese que me dijo que hablaba mucho, el que estuvo conmigo a pesar de todos los rumores. 

Mariana apreció la cara de felicidad. Todo en Slime era bello, todo en él que parecía tener un buen sentido de lo lindo y correcto. Tenía defectos que le alegraban la vida, actitudes apresuradas que le hacían reír fuertemente. Slime era el nuevo mundo que hasta aquel entonces amaba. 

Slime entendía a Mariana. Y lo hacía a la perfección. 

― Me siento muy feliz, Mariana ― sonrió Slime ―. Siento que mis ilusiones no están rotas. 

― Me alegra que sientas eso, supongo que es bueno ― rió Mariana ―. Y por si no ha quedado en claro... Claro que estoy enamorado de ti, Slime. 

Charlie se apresuró a abrazar al mayor con tanto cariño que el otro se sorprendió. Un abrazo, un abrazo de amor puro que Mariana supo corresponder. El mejor abrazo de sus vidas. 

Boyfriend [FLIPORIANA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora