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Slime aún no lograba encontrar al chico mayor. Había buscado hasta por debajo de las mesas de la cafetería, pero aún no lograba dar con Mariana. 

Literalmente, comenzaba a volverse algo loco. La idea de que Mariana se hubiera escondido muy profundamente, le rondaba por la cabeza pero también estaba la posibilidad de que se hubiera ido. 

― ¡Mariana! ― gritó Charlie saliendo al patio de ejercicio. Había unas cuantas personas ahí y algunos le dedicaron una mirada curiosa, pero le ignoraron. 

No fue hasta que un alto de sonrisa iluminadora ―es decir, brillante cual sol― se le acercó con el ceño medio fruncido. 

― ¿Buscas a Mariana? ― preguntó el chico alto.  

A pesar de que Slime vagaba la mirada por el campo entero, le dedicó por algunos segundos la mirada al chico y asintió preocupado. 

Al parecer Slime no reconocía a más de la mitad de sus compañeros escolares, pues no lograba identificar al mayor que estaba frente suyo. Quizá si estaba algo escondido de todos. 

― Creo que se retiró a su casa ― volvió a decir el chico de sonrisa. 

Esta vez, Slime le observó detenidamente para saber más sobre Mariana. 

― ¿En serio? 

― Eso fue lo que me dijeron ― terminó diciendo al chico de cabellos castaños y se regresó a donde había estado. 

Slime salió del lugar, no sin antes hacerse la nota mental de agradecerle al chico cuando lo viera en algún futuro. Era buena gente. 

Vio por instinto la hora en su reloj y a pesar de que aún le quedaban bastantes horas de clase, optó por ir a averiguar la dirección de Mariana para irle a ver. 

Sí, así de enamorado y preocupado estaba. 

En un instante, se detuvo en medio del pasillo al verse en esas condiciones. Pero, más bien, una pregunta le hizo enredarse solo un poco más en su mente. ¿Con quién averiguaría la dirección de Mariana? 

― Ay, demonios ― bufó retomando su caminar apresurado. 

Algunas personas se les venían en mente, como la señora de servicios escolares; no, de seguro se negaría a cooperar y terminaría un poco más enojado. 

Lo peor era que las fuentes informáticas sobre ese tema eran casi limitadas. 

― ¿Quién, quién, quién? ― se preguntaba una y otra vez. 

Seguía moviéndose con rapidez en los pasillos de su institución hasta que, como si una bombilla eléctrica se prendiera encima de su cabeza, el nombre de Foolish se le vino a la cabeza. 

Pero claro, más de alguna vez Foolish debió ir a traerlo para salir o ese tipo de cosas. Apostaba lo que quisieran a que era así, porque de alguna manera tenía que ganarse bien a Mariana, de otro modo no hubiesen aguantado tanto tiempo juntos. 

Para su misma suerte ―y había tenido mucha pues ningún maestro lo había atrapado aún ―, el timbre de cambio de hora resonó por las paredes. Sonrió triunfante y apresurándose más, fue al pasillo principal a esperar al pálido salir. 

Reconoció su blanquecina piel a metros de distancia y algo de enojo regresó a él. 

― ¡Foolish! ― el grito tomó por sorpresa a más de uno causando susto. 

Por su lado, Foolish solo rodó los ojos al ver de quién se trataba, y se quedó fijo en su lugar esperando a Slime, el cual llegaba a donde estaba a pasos rápidos. 

― Miren a quién tenemos aquí ― la voz del irritante Foolish, logró sacarle un poco más de quicio. 

― No estoy para tus tonterías, ¿entiendes? ― por primera vez, la imponente y cabreada voz de Slime hizo que a Foolish le diera un poquito de pánico ―. ¿Sabes la dirección de casa de Mariana? 

Foolish asintió seguro de sí mismo y esbozó una sonrisa cínica, de aquellas que le daba a todo aquel que le mandaba comentarios de odio. Para ser sinceros, le importaba poco lo que los demás pensaran de él, siempre y cuando no se llamaran Vegetta. La opinión de aquel chico afectaba bastante, como lo hacía en esos instantes.  

― Ah, ¿así que ahora le irás a ayudar? ― preguntó Foolish sarcástico. 

A veces se pasaba de idiota, pero Slime era muy inteligente así que se aguantaba las tonterías que hacía con tal de no parecerse en lo más mínimo a él. 

― ¿Ahora te interesa saber qué le pasará? ― respondió de misma manera ―. Dime la dirección.  

― Si no lo hago, ¿qué? 

La poca paciencia que Slime había estado reservando comenzaba a agotarse, y justo cuando estaba a punto de someterle a los casilleros de detrás, una voz sonó cercana a ellos. 

― Si no lo hacer, te irá peor, Foolish ― dijo Vegetta. 

Vegetta estaba siendo de muchísima ayuda en aquello. Aparte de aconsejar a Charlie sobre lo que tenía que hacer al respecto al tema de Mariana. 

Slime pensó que en ese instante, alguien le había dado un hit en donde más le dolía. El castaño podía asegurar que a Foolish le interesaba de más Vegetta 

Y a duras penas y poca voz, Foolish terminó dándole la dirección a Slime. 

― Lamento que seas tan malo hasta contigo mismo, Foolish ― mencionó Slime saliendo del lugar.  

Se puso en marcha a la casa del mayor. No le interesaba el color de las nubes, aunque debió haberle hecho caso a su madre aquella mañana cuando le dijo que se llevara una sombrilla. 

Con mucho esfuerzo de parte de sus piernas y un bus de 5 minutos, logró llegar a donde creía que estaba la casa de Mariana

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Con mucho esfuerzo de parte de sus piernas y un bus de 5 minutos, logró llegar a donde creía que estaba la casa de Mariana. 

No encontraba el número, pero sabía que se encontraba muy lejos al ser aquel de dos cifras y encontrarse en la casa número 4. Bueno, quizá no tanto tiempo. 

Comenzó a caminar por la gran calle aquella y le dio algo de miedo cuando unas gotitas comenzaron a caerle en la cara. 

― ¿En serio, Mundo? ¿Justo hoy? ― como si la madre naturaleza le estuviera observando, volteó la vista al cielo. 

Ya había corrido lo suficiente pero decidió poner de nuevo sus piernas en marcha. Al correr, veía con dificultad los números de las casas y supo que tenía que poner más atención cuando notó un aproximado.  

Vio la gloria cuando encontró el número y cruzó la calle a la casa. 

― Espero que todo salga bien ― dijo antes de tocar la puerta. 

Escuchó algunos ruiditos de adentro y se puso un tanto nervioso cuando escuchó el picaporte ser girado. 

Vio como un Mariana de ojos rojos y nariz roja igual le abrió y le miró sorprendido. 

 ― ¿Puedes pasar? ― preguntó Mariana. Slime le miró confundido con dudas en su mente. 

¿Le estaba preguntando si iba a pasar o se lo estaba pidiendo? Estaba un tanto confundido con aquello. Los ojos de Mariana se aguaron y su boca se ladeó. 

― Por favor, Slime ― suplicó.  

Boyfriend [FLIPORIANA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora