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― Sobre el beso... ― mencionó Mariana mientras salían de la enfermería. 

Slime se mantenía callado, como cuando eran casi desconocidos. Aún poseía el sentimiento de los labios ajenos sobre los suyos, y las ganas de repetirlo cientos de veces más se intensificaba. No había estado esperando por aquello, y es más, no había pensado en el instante desde tiempo atrás. Pero le gustó mucho, le maravilló, le subió a las nubes en tres segundos. 

― Mhm ― hizo el sonido para demostrarle que le escuchaba. 

Charlie miraba sus zapatos, avergonzado a lo acontecido. Deseaba enterrar la cabeza en su mochila y nunca sacarla; menos para verle a los ojos. Una pregunta rondaba en su cabeza cubierta por una nube, pero la eliminaba al instante para después volverla a sacar a la luz. 

― Lamento si te incomodó, Slime. 

El mencionado paró en seco a pesar de ir casi en otro planeta. Prestó atención a lo que el de cabellos cafés hacía y ladeó la cabeza. ¿Incomodarle? Al contrario. Le había gustado tanto que estaría dispuesto a hacer lo que fuese por tener miles de miles de besos más. Pero provenientes de Mariana. ¿Por qué el de él? Los besos del mayor habían logrado despertar un interés más prolongado del que ya existía. 

Si Slime ya estaba enamorado, después del beso hasta se inclinaría por Mariana. 

Mariana miraba al castaño con duda en sus ojos. Había supuesto que el largo silencio del menor significaba el disgusto hacia el chocar prolongado de labios que se había dado minutos antes. No quería alejarlo nuevamente, no quería que Slime temiera de todo lo que estaría pasando y se fuera. Él era su bien amigo, su buen todo; y comenzaba a darse cuenta de lo que en realidad significaba para él, mucho más de lo que tenía una idea al principio. Slime había estado ahí cuando los demás le miraron mal, y no se alejó por nada. 

― ¿Incomodarme? ― cuestionó Slime ―. No te ha quedado claro, ¿verdad, Mariana? 

― ¿Qué? 

Los pasos largos de Slime hicieron que Mariana sostuviera con fuerza las correas de su mochila negra y se quedó fijo en su lugar. Sentía nervios repentinos por la gran cercanía, aunque la habían tenido ya. 

― ¿En serio eres tan distraído, Mariana? ― el aire se sintió cercano a la cara del mayor ―. ¿Tanto así que no te has dado cuenta de...? 

Parecía nervioso. No quería hablar, y se quería caer justo ahí porque... ¿Sería lo correcto? ¿Todo aquello? ¿Él sentiría lo mismo? 

― ¿De qué estoy enamorado de ti? 

 Mariana abrió los ojos discretamente y los volvió a su tamaño original cuando contuvo las palabras y las procesó. Observó al chico que estaba delante suyo, con su mirada gélida expresando más de un sentimiento, casi queriendo salir a pasos veloces. ¿Cómo reaccionar ante aquello? No sabía si era una confesión, pero era mucho más que obvio que lo era. Slime había estado guardando eso en su callado corazón para evitar problemas, para evitarle enredos de sentimientos al chico mayor. No quería verle estar confundido con sus sentimientos así como él había estado. 

Por esas razones Slime había estado decidido a quedarse callado todo aquel tiempo. Viendo ir a la pareja de Foolish y Mariana juntos. Desde un inicio, cuando todo parecía no tener problemas mayores, le había dejado en claro lo mucho que no le agradaba su novio, lo mucho que pedía poder serlo él mismo aunque no sabía qué demonios significaba. Slime tenía en claro que todo lo que Foolish no pudo, él si podría. 

Sin embargo, no había manera de decirle eso directamente a Mariana. No podía. Era romper con sus ilusiones, era tirarlo al piso para intentar reconstruirlo como si fuera una porcelana rota. Él no poseía ese famoso pega corazones. 

― ¿No te das cuenta de que haría más que ponerme en vergüenza solo porque me enamoré de ti? ― volvió a hablar en silencio. Su voz era firme, pero amenazaba en poder quebrarse en cualquier momento ―. Me callé porque sabía que estabas con él, sabía que lo querías, Mariana. 

EL chico de cabellos cafés retenía algún tipo de palabra, pues quería escuchar todo lo que Slime diría. Pocas veces se presenciaba que el menor dijera lo que sentía, su actitud fría y su manera callada de ser con los demás no era un punto a favor. Del tiempo que se conocían, las cosas se habían ido complicando y tan solo una vez logró escuchar y apreciar lo que Charlie tenía por decir. Y lo grabó en su mente y corazón para nunca olvidarlo. Le gustaba. 

― Y de verdad me duele que digan cosas de ti. Aún sabiendo que soy tu ― tragó duro ―, tu amigo, me interesa saber qué es lo qué te pasa ― guardaba en lo más recóndito de sí mismo aquellas palabras ―. Me enamoré de ti, Mariana. Y solo por eso intento que estés bien, aunque eso conlleve a que yo esté mal. 

― Slime, yo... 

― No lo digas ― interrumpió ―. Solo quería que lo supieras. Que supieras qué no importa qué, momento o lugar, tiempo o lo que sea; yo estaré para ti cuando me necesites ― sonrió de una manera triste, pero reconfortable ―. Porque yo en serio te amo, Mariana. 

Boyfriend [FLIPORIANA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora