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― Eres tan tonto ― mencionó Mariana pasando con delicadeza el algodón con alcohol por el labio de Charlie. 

El hilo de sangre se había extendido desde su labio superior hasta la barbilla, pero Mariana procuró dejarlo bien limpio y como nuevo. El chico de cabellos castaños solo se encontraba con su ya característica mueca de enojo, mientras que Mariana le intentaba sanar algunas heridas. 

Las cosas habían pasado muy rápido y para cuando Vegetta y Mariana pudieron separar a ambos chicos, Slime ya estaba gritando blasfemias y el otro pobre se le venía encima a Charlie. Por suerte, Foolish tomó al otro chico por los hombros con fuerza para evitar que lastimaran a Slime. 

― ¿Si quiera escuchaste qué demonios dijo ese idiota? ― soltó con enojo. Después chilló grave por la presión ejercida en su lado.  

Estaban en la enfermería, y como siempre, la enfermera no estaba. Era el turno de cuidar a Charlie, tenía que devolverle de alguna manera el favor de estar cuando lo necesitaba. Si bien era cierto que aquel tonto ―demasiado― comentario era digno de repudio, no le parecía correcto que Slime se lanzara sobre él. Odiaba la violencia. 

― Hey ― Mariana le vio directamente a los ojos mientras estaba serio. Slime sintió sus piernas perder fuerza y se puso serio, de igual manera viéndole directo a los orbes del mayor ―. No te preocupes por las tonterías que dicen, tú y yo sabemos qué es lo que está pasando. No ellos. 

¿Has pensado alguna vez que el amor de tu vida puede llegar como una bofetada? ¿En cualquier lugar? Las preguntas rondaban en la cabeza del mayor en aquel instante. ¿Pensarías alguna vez que alguien a quién adoras posiblemente ni lo mirabas en un principio? 

― Y-yo... 

Así era como la cercanía de ambos se iba reduciendo, al grado de haber dejado caer al suelo el algodón con alcohol. Sus respiraciones lograban revolverse, y el palpitar de sus corazones se aceleraban a medida que podían comenzar a sentir el roce de ambos labios.  

Querían besarse. Compartir algo que ambos atesorarían hasta que el fin llegara. Pero, ¿a caso estaría bien en aquella situación? Los canjes de la vida sacaban algo y metían otro algo. Foolish había salido de la vida del mayor, y ahora Slime estaba más de por medio.

¿Qué era Slime? ¿Su amigo? Ese término había quedado muy enterrado desde que sintió un zoológico en el estómago. ¿Qué era Slime? 

― ¿Qué eres, Charlie? 

 ¿Por qué lo trataba como si fuera lo más preciado de su vida? O, ¿Es que acaso lo era? ¿Era esos ojos, esos labios, esa manera de ser extraordinaria y esa sonrisa lo más importante que había en su vida? 

― No soy nada para ti ― susurró en respuesta ―. Soy tu estúpido amigo. 

¿Amigo? No había quedado claro que eso ni si quiera existía como significado de su nombre. Los amigos jamás se tratarían de aquella manera. ¿Cómo canjear felicidad por razón? Por algo le dijeron aquello en el pasillo. Era más que seguro que Slime se interesaba en él por pura lástima, o eso se le metía en la mente del mayor con mucha sincronía a la vez que imaginaba a Vegetta con su querido Charlie. 

Vegetta. Ese chico era realmente un problema en su día a día. Pero no podía culparlo.  

― ¿Nada? ― volvió a cuestionar Mariana.

Estaba muy cerca. Demonios, a Slime solo le faltaba el valor para lanzarse a sus labios y saborearlos. Charlie tenía muy en cuenta que todo lo que pasaría en ese instante en adelante, posiblemente marcaría algo en su vida. Quizá un gran rechazo o quizá una gran felicidad. 

― Nada.

Bastó la poca dignidad que le quedaba y un arranque estrepitoso de valor, para recargarse hacia delante y chocar por completo los rojizos labios de Mariana. Se sorprendió por la rapidez en la que se movían unos contra otros, pero siempre con delicadeza. Aunque sentía un ligero dolor por su lastimada, no estaba dispuesto a dejarlo así. Quería mucho más. 

No era un beso cualquiera, o un beso normal. 

Estaba más que repleto de sentimientos que ambos intentaban cubrir e intentaban terminar de una buena vez. Con ese chocar de labios, la cuesta se vendría abajo y más de uno saldría con esperanzas rotas, decepcionado de la situación en la que con júbilo en ese entonces gozaban. 

Cuando Mariana con sus largas manos atrajo al castaño para entrometerse más en lo que sucedía, Slime sonrió feliz. Un beso dulce, un beso que sabía a chocolate. 

Y fue entonces cuando un entrometido habló desde detrás de la puerta, alertando a ambos sobre parar lo que muy dichosamente habían comenzado. Esperaban que sus labios hinchados y sus respiraciones ahogadas no delataran lo que acababa de dar luz en la habitación, agradecían que la enfermería era bastante amplia como para tener cubículos separados por cortinas. 

― Aquí están ― habló la señorita enfermera mientras observaba a ambos ―. Lamento la tardanza, estaba en otro accidente ― dijo haciendo comillas con las manos. 

― No se preocupe ―respondió con una sonrisa amplia el mayor, a la vez que se ponía de pie junto a la camilla pequeña ―. No nos molestó de ninguna manera. 

Boyfriend [FLIPORIANA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora