III- Duele, arde, quema.

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»¿En serio murió mi padre?»

Si el dolor que estoy sintiendo ocupara espacio, ocuparía el mundo entero.

Lo peor de todo es que todo mi sacrificio ha sido en vano.

Dos semanas antes:

-¡Hola! -a penas llegué a casa, Camille salió corriendo abriendo los brazos.

-Me dejarás sin aire -dije para sus espaldas.

-Oops -me soltó -Hace meses no te veo.

-¿Dejarás que abrace a mi hermana? -Samuel vino a mi sonriendo.

Estar de regreso en casa de siente un poco extraño, a pesar de que haya pasado mi infancia aquí no siento que pertenezca a este sitio.

-Pero miren quien ha decidido venir a ver a su padre.

-¡Papá! -salí corriendo a sus brazos, sinceramente es el único lugar donde me siento segura.

-¿Cómo has estado hija? -besó mi frente.

-No tan bien como tú, eres como el vino.

-Sella -el ambiente se tensó.

-Madre -fui hacia ella y le abracé.

-Venga entremos.

Todos estaban algo tensos, al principio no entendí el motivo.

Unos minutos después ya nos encontrábamos todos sentados en el salón.

-¿Se lo dirás tú o se lo digo yo? -le preguntó mamá a papá.

-¿De que hablan? -fruncí el seño.

-Sella hay algo que debes saber.

-¿Qué pasa papá?

-Hija estoy muy enfermo.

-¿Qué?

-Mi corazón ya no resiste y necesito un transplante.

-Pero.... -sentí como si medio mundo se me paralizara -Yo te veo bien.

-Sella tu padre está muy grave, ya tu lo sabías.

-Yo... no sabía no entiendo.

-Mira eso no es importante, ahora lo que importa es que la única que lo puede ayudar eres tú.

-¿Cómo?

-No queda otro remedio, tendrás que casarte.

-¡Ni de coña! -me levanté del asiento.

-¡Sella! No le hables así a tu madre.

-Sella, es nuestro padre, es la única solución.

-¿Tu sabías esto Samuel? -le miró indignada Camille.

-Te casarás dentro de dos semanas con el mayor de los Anderson.

Mi padre estaba sentado cabizbajo.

-Papá, ¿No tienes dinero? -me arrodillé frente a el.

-Hija hace tiempo que los negocios han ido descendiendo.

-Pero... yo no puedo casarme con alguien a quien no conozca.

-Hija lo sé, por eso no te estoy forzando, de verdad no tienes que hacerlo.

-¡Fabio! -gruñó mi madre -Mira Sella tu padre te ha cumplido todos tus caprichos, llevas más de media vida recorriendo el mundo, ya es hora de que hagas algo por esta familia, ¿No creés?

-¡Madre! -me paré -¿Te estás oyendo? Encontraremos otra manera de conseguir el dinero para el transplante pero esta no es la solución.

-No es una propuesta, Sella, te casarás, unirás a dos de las familias más poderosas de este país y todos los problemas se solucionarán.

SELLA (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora