XVII- Sublime.

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Ha sido una mañana algo rara, llevar la empresa de Moisés será un poco más difícil de lo que imaginaba, aunque soy una mujer amante de los retos.

En la tarde tengo la consulta con el psiquiatra y para ir haciendo algo de tiempo le he pedido a Stef que me lleve a ver a mi hermano. Hace meses que no piso la mansión DiLaurentis y me da un poco de pavor ya que todo me recordará a mi padre.

No dejo de pensar en lo que ocurrió anoche con Bastian, cada beso suyo se ha quedado tatuado en mi piel. Ambos hemos cambiado muchísimo, aquel hombre serio, que no bebe en lugares públicos, al cual arrastré a bailar esa noche en “Las llamas del placer”, se ha convertido en un ser distante, la hermosa luz de sus ojos plateados se ha apagado y siento que tal vez sea causante de gran parte de su dolor.

Al llegar a mi antigua mansión es como si nunca me hubiera ido, me llega un flashback de recuerdos. Visualizo la banca en la que tantas veces charlé con mi padre.

Al rozar mis dedos en la banca, cierro los ojos y se me escapa una de esas lágrimas que no te piden permiso para salir.

»Te recuerdo dando brincos aquí con tu hermano, éramos tan felices»

Esas fueron las palabras pronunciadas por mi padre la mañana de mi boda, momentos antes de que me ofreciera dinero para escapar. Ahora que lo pienso, después de casarme no tuvimos ningún otro diálogo.

»No hagas nada que no quieras»

Ese fue su último susurro justo cuando me iba con Bastian. Si él supiera todas las cosas que han pasado, seguramente se avergonzaría de mi.

-¿Se encuentra bien? -Stef me sostuvo.

Mis piernas fallaron totalmente, a veces es mejor dejar el pasado a un lado.

-Sí -espeto mientras me repongo -Espera aquí, entraré a ver a mi hermano.

-Como guste.

Hay unos viejos guardias, pero al reconocerme me dejan pasar sin inconvenientes.

Las puertas están abiertas y al entrar escucho algunos susurros, deduzco que hay alguien más en la casa además de Camille y mi hermano.

En la sala delantera hay una enorme fotografía que comparto con Samuel, nos la hicieron cuando éramos niños, en la época donde éramos inocentes y felices.

-¡Te he dicho que te vayas! -escucho la voz de mi hermano exaltarse.

-¿Mamá? -me asombro al verla sentada en un sofá.

Sus ojos están inundados en lágrimas, se levanta por inercia al verme.

-Hija -emite en un susurro.

-¿Qué haces aquí? ¿Cuándo regresaste? -estoy algo confundida, lo último que me hizo saber Sybil es que se encontraba en Miami.

-Tranquila hermana, ella ya se iba -expone Samuel.

-¿Por qué están tan tensos? ¿Qué pasa?

-Creo que tiene derecho a saberlo -musita Camille.

Mi hermano tiene los ojos aguados, Camille está algo nerviosa a su lado y mi madre es incapaz de mirarme a la cara.

-Las dejaré a solas, más te vale que le hables con la verdad Rafaela -señala mi hermano a mamá.

La ha llamado por su nombre, entiendo que últimamente las cosas no hayan estado bien entre ellos, pero no saber qué pasa me aturde más.

-Estoy tan contenta de que tu hermano esté vivo -pronuncia mi madre después de unos minutos de silencio.

-¿Qué me estás escondiendo?

SELLA (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora