XIII- Colapso.

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Aún siento el olor doloroso de la sangre de Moisés en mis manos. Mis fosas nasales se sentían afligidas. No podía dejar de sujetar la palabra "Ramé" en mi cuello, ese obsequio que entregó con tanto entusiasmo.

Si me pidieran que definiera a Moisés, pues él es el claro ejemplo de que no te puedes dejar llevar por la primera impresión. La manera en la que nuestros caminos se cruzaron, cuanto le odié, pero cómo puedes odiar a un hombre que te ha salvado de todas las maneras en las que puede ser salvada una mujer.

Desde el momento en el que ví que sus ojos plata comenzaron a apagarse, no pude evitar lagrimear. Él hizo que estos últimos meses me reconfortaran, se aseguró de que no cayera una lágrima de mis ojos. Se esforzó por verme bien y ni siquiera me dió tiempo a agradecerle.

Tres meses antes:

Mi cabeza va a explotar, mi corazón está a punto del colapso. No me creo que haya encarado a Iván Ivánovich, le apunté con un arma a uno de los hombres más temidos de la mafia rusa. No sé si siento rabia, impotencia, tristeza o desepción por la mujer en la que me estoy convirtiendo.

Al regresar a la mansión, Moisés no dijo ni una palabra, se encerró en su habitación y me dejó tirada en el abismo. No saben cuanto anhelo un abrazo de mi padre.

Mis piernas estaban alarmantes, no pude dejar de caminar de un lugar a otro, mi habitación se me hizo gigantesca.

No sé en qué instante me encontré con una cuchilla en mis manos, mis párpados comenzaron a pesar sobre mis ojos, mi pecho se sintió afligido, el corazón intentó seguir bombardeando, yo intenté seguir adelante, ser fuerte, pero todo se me volvió rojo, caí totalmente desplomada al suelo.

Cortarse las venas es como si tus recuerdos se fueran esfumando uno a uno, según vas derramando sangre. No sentí dolor, simplemente fue un desdén de emociones, soy consciente de que algunas lágrimas calleron de mis ojos.

Sella DiLaurentis, levántate, levántate.

Mi voz interna intentó transmitirme un poco de energía, pero todo se esfumó, mis ojos se cerraron.

-¡Sella! ¿Qué has hecho?

No sé cuánto tiempo haya estado totalmente inconsciente, pero una voz lejana comenzó a penetrar en mi ser.

-¿Sella? -alguien se aproximó.

Sujetaron mi cabeza con delicadeza y mis muñecas fueron presionadas con algo sólido.

-Sella, vamos háblame -unos sollozos me hicieron abrir mis ojos.

-Moisés -emito en un susurro.

En el rostro del Rossi se notó una aflicción inmensa.

-Vamos, te llevaré al médico -expuso mientras me sujetaba en sus brazos.

-No, por favor -le detengo con la miseria de energía que me queda.

-Está bien, pero debemos darte una ducha y curarte eso.

Caminó con suavidad hasta el cuarto de baño y me colocó con delicadeza en la bañera. Casi no sentía mi cuerpo, mis ojos se resistían a permanecer abiertos.

-¡Claudia! -comienza a llamar a su empleada, o mejor dicho, nuestra -¡Claudia!

-Señor, aquí estoy -musita la chica.

-Necesito que bañes a la señora.

-Moisés -susurro -Hazlo tú, no quiero que...

-¿Nos das un momento? -me interrumpe y saca a Claudia del baño.

SELLA (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora