XIX- Polvo soy y en polvo me convertiré.

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SAMUEL

La silueta de Camille durmiendo a mi lado se hizo tan perfecta, hasta que mi móvil comenzó con un terrible zumbido. Era una llamada de la mansión Rossi, una llamada que me transmitió escalofríos.

En todos mis años como abogado me he imaginado miles de escenarios, pero en ninguno de ellos estaba tener que representar a mi hermana por homicidio.

Voy de camino a la comisaría, mi pecho está agitado y el corazón afligido. Sé que Sella no lo hizo, solo son calumnias, mi hermana, la hermana que jugaba conmigo de niños, no sería capaz de hacer algo así. Soy totalmente consciente de que esa chica dejó de existir el día que se casó con Bastian Anderson, después de eso hemos pasado por tantas cosas que no la culpo de su transformación.

Doy varios golpes en el volante del auto y una lágrima resbala por mi rostro. Me mata no haber sido lo suficiente hombre y hermano como para evitar aquella boda. Hay una voz en mi cabeza diciéndome que sí hay posibilidades de que Sella haya matado a esa chica, pero no quiero creer en eso, quiero confiar plenamente en su inocencia.

Al estacionarme frente a la comisaría, un frío intenso penetra en mi cuerpo. Son las dos de la madrugada, el cielo está triste, me veo reflejado en él.

-Samuel -una voz que extrañaba resonó en mis espaldas.

-Sybil -reacciono de inmediato.

Mis piernas caminaron por inercia hasta su dirección y nos fundimos en un apacible abrazo.

Jamás me cansaré de repetirlo, ella es una de las personas más afable que conozco. Una palabra suya te hace sentir en calma, y el hermoso sonido de su silencio te hace viajar entre mundos.

-Entremos -comenta a los pocos segundos de estar recorriéndome con sus ojos.

Mis pasos son resbaladizos, no sé con qué me encontré adentro. ¿Cómo se sentirá mi hermana? ¿Cuál será su reacción? ¿Qué tantas pruebas hay en su contra?

-Hola, estamos aquí por Sella DiLaurentis -le comento a la recepcionista.

-Rossi -corrige Sybil.

No puedo evitar mirarle con cierta furia, no he logrado asimilar que Sella sea una Rossi.

-¿Samuel? -una voz masculina se aproxima.

-Ian -me asombro al ver a mi viejo compañero.

-El mismo -espeta con una gran sonrisa -Yo me encargo -le informa a la recepcionista -¿Qué te trae por aquí?

-Mi hermana, la han detenido.

-Oh cielos -pronuncia con extrañeza -No la reconocí, ¿Sella Rossi?

-Sí.

-Debí saberlo, es que no la reconozco por ese apellido.

-¿Y si nos ponemos a lo que vinimos? -cuestiona Sybil, impaciente.

-Perdona, no me he presentado, me llamo Ian, soy el comisario de esta jurisdicción y estoy a cargo del caso de Sella.

Eso sí que me sorprendió, nunca pensé que él fuera el encargado.

-Sybil, FBI -espeta mi compañera ignorando la mano extendida de mi viejo amigo.

-Una chica ruda, interesante -musita Ian de manera vacilante.

-Ya basta de este rollito tonto, quiero verla -bramo un poco agitado.

-Siguéme -indica el comisario un poco sorprendido ante mi reacción.

-¿Estás celoso? -comenta Sybil mientras seguimos a Ian.

-¿Te molesta? -pregunto mientras sigo caminando.

SELLA (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora