XXIII- Supervivencia.

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BASTIAN

A pocos segundos de entrar en la mansión DiLaurentis, recibí una llamada de Sybil, y sí, lo que dijo el mexicano fue cierto, mi hermano se la ha llevado.

¿Cómo me siento? Pues estoy pateando todo lo que está a mi alcance, siento como si unas polillas estuvieran devorando mi ser desde lo más profundo.

Samuel ha comenzado a llamar a sus contactos, pero seamos honestos, si la policía no ha hecho justicia en todo este tiempo, mucho menos lo hará ahora.

Moisés está haciendo algo con su móvil que de cierta forma me molesta. ¿Cómo puede mantener la calma en un momento así?

-Tráela -habla a través de su teléfono, el italiano.

No entendí su llamado, ni gasté saliva en preguntar.

-¿Me dejarán morir, cierto? -pregunta, Alexandra, sentada, desde un sofá.

Mis pensamientos habían estado tan alejados de la situación, que hasta este entonces me percaté de que habíamos raptado a la Zambada.

-Estarás aquí hasta que mi madre sea liberada y reza para que Sella esté sana y salva. Ahora cállate -espeta, Samuel.

Abro y cierro mis puños, miro el techo, inhalo, exhalo y solo pienso en que no puedo vivir sin ella. La tan sola idea de pensarlo, me corrompe por dentro.

-Aquí está, tal y como pediste no ha salido ni ha hecho alguna llamada -pronuncia Camille, bajando las escaleras, junto a la enfermera de Moisés.

-¿Qué significa esto? -pregunta, el DiLaurentis.

-Resulta que Sarah es más que una simple enfermera, ¿Verdad? -se le acerca Moisés.

Mi seño se va frunciendo a medida que camino hasta la chica.

-Explícate -exijo.

-Conozco muy bien a Álex y se que no me dejaría a cargo de cualquiera, entonces qué mejor opción que dejarme bajo los ojos de su novia.

Diría que estoy en shock, que no me lo puedo creer, pero siendo honesto, ya nada me sorprende.

-Imaginen el rostro del Zambada, no solo tenemos a su hermana, sino que también a su noviecita -pronuncia, con entusiasmo, Moisés.

-Hay que usarlo para llegar a Axel -repone, el DiLaurentis.

-Haremos lo que sea para rescatar a Sella, pero de Axel me encargo yo -expongo.

El Rossi se queda unos segundos en silencio, quizás buscando las palabras precisas para contraatacar.

-Juro por la voluntad de mi corazón malherido, que si vuelves a juntar a Sella y a Axel en la misma frase, te mato -amenaza firmemente.

-No empecemos otra vez con sus estúpidas peleas -la voz exclamativa de Samuel, es interrumpida por el zumbido de un teléfono.

-Es el suyo -pronuncia Camille, entregándole el móvil a Moisés.

-¿Es él? -pregunta, mostrándole la pantalla a la enfermera.

Ella asiente, indiferente ante la situación. Su semblante está plácido, emoción extraña ante tal situación.

-Las cosas están así, dejarás ir a las señoras Anderson y DiLaurentis, a cambio soltaré a tu noviecita -comunica, el Rossi.

-¿Qué hay de mi hermana? -se escucha, detrás de la línea, esa voz que tanto detesto.

-Ella vale un poco más, si la quieres, devuélveme a Sella.

-Axel la tiene, yo no tengo control sobre eso.

SELLA (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora