**Gaby**
Lo había olvidado; él había olvidado que me besó. No hay mayor humillación que esa: que un chico te bese y luego se olvide de ello como si no hubiera significado nada, mientras yo no dejo de pensar en aquel momento, en sus labios contra los míos. Joder, Gabriela, olvida eso. Me dirigí a mi casillero cuando una chica morena y otras dos me detuvieron.
—¿Eres Gabriela?
—Sí, ¿necesitan algo?
—Todos aquí sabemos quién eres. Solo te voy a advertir una cosa: los hermanos Black son nuestros. No intentes estar en medio.
—Perdona, ¿tú eres…?
—Yo, la novia de Izar.
—¿Novia? Sí, claro, como no…
—¿Algún problema, niñita?
—No, como cree su majestad. Solo me maravilla lo mal que estás de la cabeza.
—Mira, estúpida…
—No, mira, tú no eres nadie para venir a decirme a mí lo que debo hacer.
—¿Interrumpo algo?
—No, Izar, solo nos presentábamos a la nueva.
—No parecía que estuvieran siendo amables, la verdad.
—No, no lo eran. Tus amigas vinieron a amenazarme, diciendo que no puedo estar cerca de ti.
—¡Izar, nosotras…!
—Shhhh, silencio. Vuestras voces me molestan. Ahora sí, me disculpan, Gabriela y yo debemos hablar.
Izar me tomó de la mano y me arrastró fuera del colegio. Todos estaban sorprendidos por la acción del mayor de los Black; nadie esperaba que actuara así, y menos conmigo.
—Detente.
—Tenemos que hablar, Gabriela.
—No quiero hablar.
Entonces, Izar me levantó y me colocó en su hombro, sin importar las miradas de nuestros compañeros. Esto no puede estar pasando; toda la maldita escuela vio cómo Izar me llevó como si fuera un saco de papas. Juro que mataré a este imbécil.
—Bájame de una maldita vez, joder.
—Cuida esa boca, hermanita, o tendré que lavarla con jabón.
—Izar Black, bájame ahora mismo.
—Como quieras —dijo, para soltarme y hacerme caer de culo al suelo.
—Eres un imbécil.
—Sí, lo sé. Soy un imbécil ardiente.
—Ja, ya quisieras. ¿Qué querías hablar conmigo?
—Nuestros padres se van de luna de miel.
—¿Qué con eso?
—No eres buena pensando, ¿verdad?
—No estoy para juegos.
—Vale, vale, nuestros padres se van por un mes y nos dejaron a cargo de tu cuidado.
—Izar, estás de broma, ¿verdad?
—¡Qué más quisiera, hermanita! Pero no es una broma.
—Yo debí haber sido mala en otra vida para merecer tanta desgracia.
—O un conejo.
—¿Un conejo?
—Sí, esos animalitos que son indefensos, perfectos para cazar. Y tú, niñata, ahora estás en propiedad de lobos.
—Sigue soñando, Izar, porque esta que ves aquí no será presa de nadie.
—Ya lo veremos, pero por ahora seamos amigos, solo hasta que nuestros padres se vayan. Luego, es la guerra.
—Hecho.
**Izar**
Que Gabriela aceptara ser mi amiga solo por un rato fue algo que no esperaba. Estaba seguro de que me llevaría la contraria, pero ambos queríamos que nuestros padres disfrutaran; estábamos dispuestos a todo.
—Respecto a lo que dije esta mañana, olvídalo.
Olvidarlo, ni loco. Tenía que averiguar qué carajos había hecho para que ella estuviera tan cabreada, pero mentir no sería mala idea.
—Olvidado está, pero cuéntame: ¿cómo fue tu cita con Noah?
—En primer lugar, no fue una cita. Necesitaba distraerme y Noah solo ayudó. La pasé muy bien, la verdad.
—Me alegro. Noah es buena compañía cuando se necesita, pero yo, tú, no me fío de su amabilidad, hermanita. Las apariencias engañan.
—Eso lo sé muy bien, pero Noah es lindo. Me hace reír cuando estoy con él y olvido mis problemas.
—¿Te gusta?
—No, es mi hermano; no puede gustarme. Eso sería asqueroso.
—Hermanastro —corrijo—, pero eso no tiene nada que ver. Te he observado; sé que te gusta leer. Hay un montón de libros que tratan sobre hermanos que terminan juntos.
—Tienes razón, y sí, Noah es hermoso, pero no soy de ese tipo.
—Oh, vale.
El tiempo con Gabriela pasaba demasiado rápido. En el camino a casa, conocí un poco más de ella. Ama a los animales y quiere tener un refugio para recoger todos los animalitos abandonados que existen y buscarles un hogar. Era una molestia, pero tenía buen corazón.
—Al fin llegan, hija. Pensé que no me iba a poder despedir de ti.
—No, mamá, ¿cómo crees? Tenía que despedirme de ti.
—Gabriela, te prometo que tu mamá está en buenas manos.
—Lo sé, gracias, Esteban.
—¿Por qué?
—Por hacer feliz a mi madre, por darnos una nueva familia.
—No des las gracias, pequeña; para mí es un honor que ustedes estén en mi familia.
—¿Te puedo dar un abrazo?
—Claro, Gabi.
Los brazos de Esteban se envolvieron a mi alrededor y, por primera vez en mucho tiempo, sentí que tenía un padre en quien podía confiar. Este era mi nuevo hogar; mientras no lo arruinara, todo estaría bien. Nada va a arruinar la felicidad de mi madre, ni siquiera ellos
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pasión prohibida (Trilogía Pecado #1)
Romantizmtres hermanos enamorados de una misma chica tres hermanos dispuesto a todo por conquistar su amor arrastrando a Gaby a un mundo que jamás pensó que existiera un mundo lleno de placer y sumisión pero todos saben que es un camino peligroso lleno de o...