(17) Mi corazón en su mano

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—¿Puede alguien explicarme qué está pasando?—Pregunto muy confundida mientras analizo toda la situación.

Daniela se aclara la garganta antes de hablar.—Verás, querida. Tu hermano aquí presente.—Le señala con el dedo.—Ha estado ayudándome para prepararte una pequeña cita. He de reconocer que es muy bueno con su trabajo. Por la cara que has puesto al verme, ya he visto no te esperabas nada de esto.

Alex va hacia ella y se chocan las manos victoriosos.—Espero no te haya molestado hermanita.—Dice cruzándose de brazos.— Lo he hecho porque creo que te mereces un momento de descanso después de todo ¿Y qué mejor que hacerlo junto a Dani?—Me guiña el ojo.—Estuvimos hablando en el hospital, eso ya te lo comenté. Lo que no te dije fue nuestro plan secreto. Necesitaba que fuera sorpresa. Además, Dani quiere que estéis asolas. Ya me lo agradecerás luego ¿Vale?

—¿A S-solas p-para qué?—Ya casi no sé ni hablar, estoy empezando a ponerme muy nerviosa. No puedo creérmelo. Estos dos, de la noche a la mañana, se han hecho tan amigos. Si siguen compinchándose así, las que tiene todas las de perder soy yo

Alex va hacia la moto y sube.—Esto querida hermanita, ya es asunto vuestro.—Vuelve a ponerse el casco.—Nos vemos en casa.—Hace una pequeña pausa.— O no, tal vez prefieras dormir en otro sitio hoy.—Su mirada se posa en Daniela. Ese enano se la va a cargar un día de estos.—Dani, he traído lo que me pediste, está en esa bolsa de allí.—Esa bolsa es la que me ha enseñado antes en casa.—Que disfrutéis de la velada tortolitas. Hasta luego.—Sin más demora, Alex enciende la motocicleta y desaparece como si nunca hubiera estado.

Ahora estamos las dos asolas. Me quedo mirando a Daniela sin saber qué decir. Ella se acerca a mí. Puedo sentir el corazón latiendo fuerte contra mi pecho.—Perdón por desaparecer hoy, he estado ocupada.—Me dice con voz suave.—Quería prepararte algo especial, té lo mereces después de pasar por todo ese marrón.—Le sonrío agradecida, aún un poco sorprendida por todo lo que ha pasado. Daniela me tiende una pequeña manta.—He traído esto para que podamos tumbarnos a ver el cielo. He leído que hoy va a haber lluvia de estrellas.

—Gracias por todo, Daniela. No sé cómo agradecerte todo lo que has hecho por mí.—Le digo sinceramente. Ella me regala una de sus brillantes sonrisas. Preparamos la manta en suelo. Dani va a buscar la bolsa y prepara nuestro pequeño pícnic nocturno.—¿Cómo sabías mi comida favorita? No recuerdo habértelo dicho antes.—Me siento a su lado. Mi piel roza con la suya por un instante, notando esa electricidad recorrer todo mi cuerpo otra vez.

—Tu hermano me ayudó un poco.—Dice ella nerviosa. No puedo evitar reírme ante eso. Está demasiado adorable ruborizada.

Mientras comemos y charlamos, las estrellas empiezan a aparecer en el cielo. Daniela se emociona al verlas.—¡Mira! ¡Allí hay una!—Señala emocionada. Nos tumbamos en el suelo para verlas mejor.

—Es preciosa ¿Verdad?—Le digo mirando al cielo

—Sí.—Responde ella. Me giro para mirarla, pero ya me está mirando.—Sí lo es.—Me dice sin apartar la vista de mí. La luz tenue de la luna, hace que sus ojos se vean más brillantes de lo normal. Nos quedamos unos segundos así.—Oye Lía, debo decirte una cosa.—Su voz interrumpe ese silencio que se ha formado entre nosotras. Me quedo en silencio, expectante por lo que Daniela va a decir. Su expresión es seria, pero con un toque de nerviosismo.—Nunca hablamos de lo que pasó aquella noche. Lo cierto es que no he dejado de pensar en ese momento. Cuando sentí tus labios en los míos, mi corazón se paró. Si no fuera por esa inoportuna llamada, te hubiera besado.

Me quedo sin palabras ante lo que acaba de decirme. No puedo evitar sentir una punzada de emoción en mi pecho. Siento que mi corazón late a mil por hora. —Yo también lo recuerdo eso perfectamente, Daniela.—Le digo con sinceridad.—Si te soy sincera, no iba a apartarme, deseaba besarte tanto como tú lo deseabas.

Flores Bajo la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora