un recuerdo

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La pequeña Alía sentía los ojos algo irritados, en eso recordó lo que había leído con anterioridad y su semblante se puso triste, su padre no era una mala persona solo que era demasiado torpe como para ponerse como prioridad y siempre colocaba a alguien antes que a él.

Pero ¿por qué dejo a esa chica de cabello rosa que le pidió que le prometiera que mientras estuvieran juntos fueran felices?, era algo que no comprendía, ¿era por eso que su padre parecía un robot? O ¿había algo más que no entendía?, eran muchas dudas que no la dejaban pensar con claridad.

¿Alía? —la voz de su madre se hizo presente y la pequeño volteo—dime ¿estás bien?

Claro—sonrió y se levantó de su cama—mami, hoy quiero ir a ver a mi papá a su oficina

Sería un bonito detalle—la castaña sonrió demasiado—le diré a Emile que te lleve

Gracias—se emocionó y se fue a poner su uniforme

Te amo con toda mi vida Alía—la mujer salió de la habitación

También te amo mamá—se empezó a cepillar su cabello

Sarah llego a la cocina y Emile la estaba esperando con el desayuno para su pequeña familia, ambos platicaron en la noche sobre lo acontecido con ese relato que leyó su hija y aunque al inicio querían quitarle el diario porque era mucha verdad para alguien de 8 años también luego comentaron que podría ser una buena oportunidad para que Damián tomara riendas sobre su vida, que ya no se culpara u ocultara su pasado con su frialdad.

Ya estoy lista para desayunar—se emocionó la pequeña

Emile y Sarah observaron a Alía, esa pequeña niña se había peinado como Anya se peinaba a sus 12 años (ya sin sus conitos), los adultos intentaron no llorar por esto y sirvieron el desayuno para que todos pudieran dirigirse a sus actividades.

Ese día parecía que iba a ser algo increíble, había una vibra maravillosa donde las cosas podían ser mejores.

Alía—Derek se acercó a su mejor amiga—te ves diferente

Si—asintió—me gusto la foto donde Anya tenía este peinado y quería usarlo

Es muy lindo—le sonrió provocándole un pequeño sonrojo a la castaña—bueno tenemos clases

Si—asintió y se fueron al salón de clases

Al terminar las clases Alía se fue hacia la entrada donde Emile la esperaba, quería ir a ver a su padre a su oficina, pero cuando cerró la puerta él le comento que no podían ir porque su papá había salido de viaje y esto en vez de desanimar a Alía solo miro el cielo por la ventana deseándole suerte a Damián.

Papá Emile—comento la chica—oye ¿quieres un helado?

Claro—asintió el hombre mientras manejaba—dime ¿Por qué tan repentino?

Porque no quiero que vayas a pensar que ahora me quiero llevar bien con mi padre te voy a ignorar—la niña lo vio por el retrovisor—tú sigues siendo uno de mis adultos favoritos

Lo se pequeña—el adulto intento no llorar—igual eres mi persona favorita

Pues soy tu hija—le sonrió

Te amo con toda mi vida mi hermosa Alía—siguió manejando

Sarah alcanzo a Emile y Alía en el centro comercial, fueron por helados y fueron a la tienda de videojuegos, era divertido que nadie la mirara feo al contrario siempre que reconocían que era hija del ex presidente de Ostania le sonreían con mucho respeto, Alía sentía tiempo atrás que la gente solo quería un favor, pero ahora al leer ese diario comprendió que su padre hizo todo eso para que ella no sufriera, para que viviera una infancia sin ser juzgada y pudiera disfrutar lo que él no pudo.

Ella esDonde viven las historias. Descúbrelo ahora