Capítulo 9

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POV. Mateo

Alec era un capricho, un capricho esculpido por los dioses. Me gustaba su apariencia de chico malo, sin embargo debajo de toda esa fachada sabía que se encontraba una persona bastante decente. Mi instinto nunca fallaba. Además, ya te digo yo que sino Mer no hubiese sido su amiga. Ella solo permitía en su entorno energía positiva, tenía un radar o algo.

La cosa, verlo en la grada al llegar me alegró bastante. El día de la fiesta había sentido una conexión sexual indescriptible, había algo que no lograba identificar que me atraía bastante y no era solo lo bueno que estaba. Intenté contactar con él después de la fiesta, pero tonto de mi, yo era el que le había dado mi teléfono; y Alec con su orgullo de macho no me iba a hablar. Por eso me ilusioné tanto cuando lo vi, y más con Mer. Ahora sabía cómo y dónde encontrarlo si lo necesitaba. Simplemente tendría que preguntar a mi amiga. Hablar con él de nuevo, solo me había confirmado que no había sido el alcohol la causa de mi interés.

Cuando salí del vestuario lo vi apoyado en una pared, esperándome, con lo vista enfocada en el móvil. Me acerqué y él al notar mi presencia elevó la mirada. Le sonreí como un tonto y él negó divertido con la cabeza como respuesta.

—Eres muy transparente. Ni siquiera escondes la ilusión que te hace que te haya esperado —me dijo Alec con arrogancia.

—Es parte de mi encanto supongo... —le respondí coqueto.

—¿Y lo de ser tan directo también?

—Como sigas elogiándome me voy a sonrojar —repliqué juguetón. Él simplemente sonrió como respuesta—. Vamos a darnos prisa o los del equipo se beberán toda la cerveza antes de que lleguemos.

—Yo llevo ya un rato esperándote... —me reprochó Alec.

—Uno necesita tiempo para verse así de guapo —le expliqué, mientras empezaba a andar en dirección a la fiesta.

—Lo que tú digas

La celebración era en un local alquilado cerca del estadio. Cuando Alec y yo llegamos algunos del equipo ya estaban borrachos. Había bastante gente, por suerte, enseguida localicé a Leo y Mer entre la multitud. Cogí a Alec de la mano y lo arrastré conmigo hasta llegar al lado de la pareja. Ambos estaban bailando, cosa bastante extraña ya que Leo solo lo hacía cuando iba bastante borracho.

—Hola chicos —gritó Mer por encima de la música.

Leo no se dio cuenta de que estábamos allí y siguió bailando. Para ser sinceros mi amigo era completamente arrítmico y era bastante gracioso ver sus coreografías improvisadas.

—¡Hola tía! Ya veo que os lo estáis pasando bien —le dije señalando a Leo—. Vamos a ir a por unas cervezas antes de que se acaben y volvemos. ¿Quieres algo? —negó ella con la cabeza. Entonces volví a arrastrar a Alec, pero esta vez hasta donde estaban las cervezas. Le di una y yo me cogí otra.

Cuando volvimos con Mer y Leo, empezamos a hablar de cosas triviales, y una cerveza se convirtieron en tres; sin embargo sentía que Alec no tenía toda la atención puesta en mi. Hasta que pasado un rato decidí girarme para ver qué estaba distrayéndolo tanto. Su mirada estaba fija en mi amigo. ¿No estaba cómodo conmigo? ¿Prefería irse a hablar con él? No era un secreto que eran  compañeros de cuarto, seguro tenían mucha confianza entre ellos; y si no estaba a gusto buscaría su ayuda. No, no era eso; se le veía receptivo a mis bromas e insinuaciones. Tenía que ser otra cosa, pero me daba igual la razón, yo solo quería que se centrase en mi.

—¿Y si nos vamos a un lugar un poco más privado? —le dije sugerente a Alec al oído. El simplemente asintió curioso.

No llegamos a despedirnos, simplemente nos dirigimos fuera del local. Acabamos andando dirección un descampado justo al lado del sitio. Me detuve en seco cuando sentí que nadie nos vería, y besé a Alec.

Lo besé feroz, demandando su completa atención. Esto lo pilló de sorpresa, pero no pareció molestarlo, al revés. Respondió rápido besándome de manera salvaje tomando el control. Pronto sus manos estaban sobre mi culo, acercándome y acabando con la poca distancia que quedaba entre nosotros. Empezó a lamer y morder mi cuello; mis manos acariciaban su pelo de manera brusca. Un gemido de placer se escapó de mi boca, lo cual pareció motivar a Alec. Movió sus manos hasta colarse por debajo de mi camiseta, mientras volvía a devorar mi boca. Acarició mi abdomen con deseo; continuando por mi espalda y acabando otra vez con sus manos agarrando mi culo. Era bastante bruto, lo cual me ponía bastante.

—Joder, te follaba aquí mismo. No sabes lo duro que me tienes —susurró Alec en mi oído. Su aliento apestaba a alcohol. Ambos nos encontrábamos extasiados por culpa de la situación y las tantas cervezas que nos habíamos tomado.

—Mi piso está cerca... —le respondí sugerente.

The Art Of ForgivenessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora