Entre dagas 🗡y rosas 🌹

Capítulo XII- El gran baile (parte 1)

Nathalie tocó la puerta de la habitación de Adrien un par de veces, pero no obtuvo ninguna respuesta, preocupada sacó de su bolso una llave maestra capaz de abrir casi todas las puertas del palacio, pero se encontró con la sorpresa de que la habitación estaba vacía.

-Ayy Adrien- pensó preocupada, aunque el principe no lo supiera, ella era consciente de sus escapadas al pueblo, la mujer suspiró y bajo camino al comedor en donde ya se encontraban Tomoe, Kagami, Chloe y sus padres.

-Nathalie, ¿Dónde está mi hijo?- preguntó el rey al encontrársela de frente.
-Gabriel, Adrien se sentía indispuesto, está muy nervioso por mañana, y se sentía muy cansado, así que consideré que lo mejor es que se quedará en su habitación- dijo con voz firme.

-Pero le ordené que bajara a cenar con las invitadas- respondió furioso.
-Gabriel por favor, mañana es un día importante para todos, tu hijo por fin cumplirá 18 años, lo presentarás en sociedad después de haberlo tenido encerrado tantos años dentro de este castillo, compréndelo, no es fácil para él ser un principe y mucho menos cargar con el peso de una profecía de muerte sobre sus hombros- insistió la mujer.

El rey refunfuñó enojado, pero antes de que pudiera decir algo Nathalie lo tomó de las manos -Vamos Gabriel, mañana yo misma me encargaré de que Adrien esté puntual en el baile y todo salga de acuerdo a tu plan- dijo tranquilizándolo.

-Está bien Nathalie, lo disculparé con las invitadas, pero si mañana se atreve a hacerle un desaire a Kagami, lo pagará muy caro- respondió el Monarca haciendo que un escalofrío recorriera el cuerpo de su consejera, odiaba cuando el rey se expresaba así aún tratándose de su hijo.

Nathalie subió las escaleras y decidió esperar a Adrien en su habitación.

-Mis queridas invitadas, me apena mucho pero mi hijo no podrá acompañarnos a cenar, estaba muy nervioso y necesitaba descansar para la gran gala de mañana, por favor discúlpenlo- dijo el Monarca antes de sentarse en el gran comedor.

-Que lastima que Adrien no esté aquí, tenía tantas ganas de platicar con él, pero no importa, ya tendremos toda la noche de mañana para bailar juntos y platicar- respondió Chloé mirando con desdén a Kagami, quien solo rodó los ojos y volteó hacia otro lado.

La cena transcurrió con los invitados escuchando las grandes hazañas del rey y lo mucho que había logrado los últimos años en cuanto a conquistar territorios y administrar sus tierras, hasta que Kagami interrumpió lanzando una pregunta.

-Su majestad y ¿Qué piensa hacer ahora que ha surgido un villano con poderes mágicos dispuesto a aterrorizar el reino?- preguntó mirándolo retadora.

-Me preocupan más ese par de supuestos justicieros, Ladybug y Chat Noir, se creen muy poderosos jugando con magia y por eso se atreven a retar mi autoridad, pero cuando los atrape y los juzgue, los voy a desenmascarar como lo que son, un par de herejes poseedores de magia negra- respondió enojado -y serán juzgados por  la inquisición- añadió.

-Pero la gente del pueblo dice que ellos son los buenos, que han venido a liberar al pueblo de la verdadera magia oscura y la tiranía- añadió la japonesa poniéndose de pie.
-¡Basta!- gritó Tomoe - se acabó esta conversación sin sentido, nos vamos a descansar- añadió levantándose furiosa.

Todos se levantaron de la mesa y se retiraron hacia sus habitaciones.

-Kagami, escúchame bien, deja de ser tan rebelde, ¿No comprendes que esto es lo que nos conviene? ¿Qué tu destino es desposar al príncipe Adrien?, él si es digno de ti- Tomoe reprendió a su hija.
-Madre, mi corazón le pertenece a Félix, no voy a casarme con alguien a quien no amo y que no me ama, y si tengo que luchar para defender mi amor, estoy dispuesta- dijo la japonesa decidida.