Capítulo XI- Visitas

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Adrien llegó al palacio y se escabulló por el pasadizo secreto por el cual siempre huía, cuando era más joven, entre los libros viejos de la biblioteca, había encontrado los planos del castillo, y como nunca salía, y tenía tiempo libre , los había memorizado por completo, pero aún así había un ala del castillo que era un misterio, y aunque en alguna ocasión Adrien había intentado explorarla, siempre había guardias que impedían que cualquiera que no fuera el Rey pasaran por allí.

El rubio corrió a su habitación y se cambió la ropa por un ostentoso traje que su padre le había pedido que vistiera ese día para recibir a los invitados, mientras lo hacía Plagg apareció para burlarse de él.

-Mira nada más, el principe conquistador ha besado por primera vez a una doncella que juraba que solo era su amiga- dijo mientras sacaba del cajón de un buró  un pedazo de queso.

-Oh Plagg, Marinette es un sueño- respondió el rubio colocando su mano en el pecho.
-¿Y Ladybug? ¿Ya pasó tu enamoramiento con ella?- preguntó el Kwami
-No te voy a negar que desde que conocí a Ladybug, me sentí muy atraído por ella, pero con Marinette es diferente, va más allá de la atracción, siento una gran e inexplicable conexión con ella- respondió para después suspirar.

Adrien salió de su habitación acompañado por el Kwami y camino por los pasillos dando vueltas y saltitos de la emoción, se acercó a una escultura de mármol, con forma de mujer, que decoraba el lugar y la rodeo con sus brazos.

-Oh dulce Marinette, es usted tan hermosa, ¿aceptaría desposar a este pobre príncipe solitario?- dijo mientras acariciaba el rostro de la estatua -Tan solo basta que usted diga que sí y seré suyo para siempre- añadió.

-Puaaaj , qué cursi- dijo Plagg burlándose haciendo que el rubio se distrajera de su ensoñación- Además ¿Qué vas a hacer?, Marinette aún no sabe que eres el hijo del rey, le has mentido todo este tiempo, y suponiendo que te perdone y te acepte, si le dices a tu padre que quieres casarte con una muchacha del pueblo, jamás te lo permitirá- respondió el ser mágico.

La cara de Adrien cambió enseguida por un semblante de profunda tristeza.
-Haría lo que fuera para ser libre de amar a Marinette- respondió.

A lo lejos el joven escuchó la puerta principal del palacio abrirse así que bajó corriendo para asomarse, vio entrar a un par de guardias acompañando a un hombre corpulento, caminaron hasta entrar en la sala real.

Aquel hombre miró el imponente castillo, justo frente a las escaleras un enorme cuadro con el retrato de la reina y el rey decoraba la pared, lo observó con cuidado y siguió por el camino que los guardias lo guiaron.

El rubio se escabulló por los pasillos hasta llegar a la puerta de aquel lugar para intentar escuchar y averiguar quién era ese hombre.
-Si te ven husmeando conversaciones ajenas, te vas a meter en un problema- le advirtió Plagg.
-¿Tú regañándome por eso?, ¡Por favor!- se burló el rubio.
Plagg resopló enojado.

El principe aprovechó que todos los guardias entraron a la sala y  se acercó a la puerta y pegó su oído para escuchar la conversación del otro lado.

-Hola panadero, bienvenido a mi palacio- dijo el Rey Gabriel, quien estaba sentado en su trono, haciendo una seña para que el hombre avanzara hacia él escoltado por la guardia real.

-Su majestad, ¿para qué me ha convocado?- respondió haciendo una reverencia.
-Mis hombres me han dicho que sus ventas han estado muy por debajo de la cuota que deben de pagarme, es una pena, siempre han sido de mis mercaderes más cumplidos- añadió el monarca.
-Su majestad... yo- dijo el hombre corpulento  pero fue interrumpido por el rey.
-¿Cómo se atreve a hablar cuando yo no he terminado? ¿A caso quiere que mande a qué le corten la cabeza?- dijo el Monarca para después estallar en un risa cínica, los guardias también rieron nerviosos.

Entre dagas 🗡y rosas 🌹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora