El rey y el príncipe habitaban en el gran castillo del Louvre, un palacio colosal rodeado de hermosos jardines, construido con resistente piedra que convertía el lugar en una fortaleza impenetrable.
Aunque por fuera el castillo parecía austero, por dentro estaba lleno de lujos, oro puro recubría las paredes de algunas salas, hermosos muebles ocupaban las habitaciones y el lugar tenía tantas habitaciones, que podía recibir a mas de 1000 invitados.
Aunque en el lugar siempre se encontraban muchos sirvientes y la guardia real, había un ala del castillo, que aunque era la más grande del palacio, estaba solitaria y aislada de la vida en el resto del lugar, aquí se encontraba el príncipe, que después de haber recibido tan cruel profecía el día de su nacimiento, su padre había decidido aislarlo del resto del mundo, solo tenía contacto con el rey y con una contada cantidad de sirvientes que habían pasado por un estricto proceso de selección o que eran de total confianza de la fallecida madre del joven.
A pesar de que aquella ala del castillo estaba equipada con enormes lujos, a pesar de que el joven príncipe siempre degustaba los mejores platillos, y era atendido como si fuera la reliquia de oro más sagrada, él siempre estaba triste, deseaba conocer el mundo, conocer al pueblo, si algún día iba a gobernar, ansiaba saber como era la vida y las personas cruzando las paredes de aquella construcción.
La única alegría que tenía era una enorme biblioteca, en la que pasaba horas leyendo, por esta razón era un joven muy culto, amante del arte y de las historias de amor.
-Ya voy a cumplir 19 años y nunca he salido de aquí- dijo mientras miraba con nostalgia la ciudad desde la torre más alta del castillo, en donde se encontraba su habitación.
-Quizá ahora que eres mayor podamos convencer a tu padre y yo pueda acompañarte- dijo Nathalie, una mujer de carácter fuerte que fungía como consejera del rey y cuidadora del príncipe.
-Lo dudo mucho Nathalie, se lo he pedido cada cumpleaños y siempre recibo la misma respuesta- respondió él
El príncipe era un joven de cabellos dorados que brillaban como el oro, sus ojos eran verde esmeralda, tan hermosos que parecía que resplandecían como piedras preciosas, sus mejillas siempre estaban rozagantes y sus labios tenían un tenue color durazno, el muchacho se movía con una elegancia natural y un porte que, a pesar de ser muy joven, intimidaba a cualquiera, muchos dentro del castillo decían que había heredado la belleza de su madre, otros, más intensos, rumoraban que sus padres había hecho uso de la magia negra para tener un hijo perfecto y por eso la reina había pagado el precio con su vida, pero pocos habían tenido la oportunidad de conocerlo en persona, a las afueras del castillo, ni siquiera sabían bien como lucía.
-Por cierto, hoy tienes acuerdo con tu padre en una hora Adrien, no lo olvides, te estará esperando en el comedor- dijo la mujer.
-Ahí estaré Nathalie, no te preocupes- respondió el joven heredero, quien, una vez que Nathalie salió de la habitación, se dispuso a elegir su vestimenta para encontrarse con su padre, ese día escogió un traje color rojo brillante y aunque no le combinaba, colocó sobre su capa un enorme broche que tenía una esmeralda en el centro, el cuál su madre le había heredado, el chico prosiguió a vestirse con desgano.
Caminó por los pasillos del silencioso palacio, hasta llegar al comedor, en donde un par de guardias reales resguardaban las puerta, quienes lo dejaron pasar con una reverencia.
-Llegas tarde, y sabes que odio que me hagan esperar- dijo el rey al verlo entrar clavando la mirada en el broche que portaba.
-Lo siento padre, esta mañana no me sentía muy bien- respondió el rubio.-El heredero a la corona es un joven frágil y enfermizo, ¿qué le espera a este reino cuando yo no esté?- respondió el rey después de toser.
Adrien apretó los puños y se sentó en la mesa.
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Entre dagas 🗡y rosas 🌹
Fiksi PenggemarFrancia es gobernada por un cruel rey que ha perdido el corazón, mientras la Resistencia prepara una rebelión para liberar al pueblo, Marinette descubre la bondad en el corazón del príncipe Adrien, a quien se le predijo un cruel destino. El rey no...