Los embarazos de Alissa.
10 de julio 2024
Cuando planeaba decirle a mi esposo que estoy embarazada, no imaginé que aquel hombre que tanto amo se desmayara de la impresión. Primero lloré, luego me enojé porque estaba llorando y lloré más, después la preocupación me envolvió y llamé a Dave para que me ayudara a llevarlo a la casa, ya que vinimos al parque caminando y tengo a Duque en un estado de alerta al lado del pelinegro.
El gran perro olfatea a Adam, lame sus mejillas y espera a que despierte, pero no lo hace, resoplo y limpio mis mejillas, me acerco a él y tomo su cabeza entre mis manos para recostarla en mi regazo, acaricio sus cejas y su nariz, para terminar sonriendo como una boba. Tendremos un hijo, un hijo que no estaba planeado en este momento, pero las mejores cosas son así.
—Aun estoy un poco enojada porque te desmayaste, pero entiendo la sorpresa, amor—le hablo, aunque no obtenga respuesta—. Pero sigo muy enojada, Adam Wood. Ay, parezco loca con tantas emociones, pero supongo que es normal por mi estado.
—Ahora pareces loca por hablar sola ¿Estás bien, Alita? —Dave se coloca a mi lado.
—Sí—limpio mis mejillas—. ¿Mel?
—En el auto, traigo alcohol para despertarlo, mi roja buscó en internet que hacer cuando alguien se desmaya ¿No se golpeó la cabeza?
—Creo que no—hago una mueca.
—¿Por qué se desmayó? —destapa la botella de alcohol y moja un pedazo de tela y la acerca a Adam—. ¿Una noticia impactante? ¿Estás embarazada?
Me tensé en mi lugar, no quiero decirle aun, quiero que sea sorpresa para todos. Pero Dave parece ser un brujo o vidente o qué sé yo, y parece darse cuenta de las cosas mucho antes de que se le diga.
—Solo bromeo Alita—ríe— o tal vez no. Respetamos sus tiempos, tranquila mejor amiga.
Me remuevo con ansiedad y observo como Dave coloca el pedazo de tela en la nariz de Adam y mi esposo empieza a despertar poco a poco, mira a su alrededor, su ceño se frunce al ver al castaño y vuelve su mirada hacia mí, sonrío nerviosa mientras lo ayudamos a incorporarse, Duque ladra y vuelve a lamer su mejilla.
—¿Todo bien, amargadito?
—Sí—murmura y se pone de pie—. Necesito agua.
—Los llevaremos a su casa.
Mi esposo me ayuda a pararme y mantiene su mano unida a la mía, pero no hablamos durante el trayecto, eso me hace enojarme más pero intento disimularlo. El camino es silencioso, Dave y Melanie trataban de entablar una conversación, pero yo me empeñé en mirar por la ventana y no hablarle a nadie.
Una vez que estuvimos en la casa, salgo disparada del auto y murmuro un ligero gracias a mis amigos, Duque entra después de mí y me sigue a la cocina, escucho como Adam cierra la puerta principal y después sus pasos inundan el pasillo y la cocina, tiene sus manos delante de su cuerpo, así como un gesto tímido.