22 de noviembre 2040
La navidad es algo que, en lo personal, no me emociona. Pero después de casarme con una mujer que se vuelve totalmente loca con la fecha, no pude hacer nada al respecto cuando me arrastró a su fanatismo.
Hoy es día de acción de gracias, vendrá la familia completa a nuestra casa y es por eso que Alissa nos tiene a todos como pequeños duendecillos decorando la casa.
—¿Faltan más cajas? Ya me cansé mami—Aaron se sienta en la alfombra.
—Esto apenas comienza pequeño, escúchenme este es el plan del día; ustedes—apunta hacia mí y mis dos hijos— irán a decorar afuera, los inflables están en esa caja—apunta a la que estoy cargando—, y las luces están en la caja de afuera. Marie y yo nos encargaremos de adentro y cuando ustedes terminen o tengan alguna pregunta, vienen hacia mí y les aclararé lo que pidan.
—¿Y comeremos de los bonitos cupcakes que hiciste?
—Sí amor—besa la frente de Jar—. Andando familia, tenemos mucho que hacer y la cena es en cinco horas.
—Me siento un poco cansado—murmuro.
—Lo siento señor Wood. Este es un día importante.
—Eres malévola estrellita—beso su frente—. Vamos duendecillos, tenemos que ganarnos esos cupcakes.
—No olvides el pavo papi, yo ayudé a hacerlo—el pequeño pelinegro ríe.
—¡Y el puré de papa! También ayudé a hacerlo.
Reímos juntos, dejo la puerta abierta, suelto un suspiro viendo los montones de cajas reposando en el césped, se viene una larga tarde.
—Saquemos primero los inflables, acomódenlos ustedes de una manera que a su mamá les guste y yo iré conectando las extensiones.
Los niños asienten y se van hacia las cajas, una música muy alta se empieza a escuchar desde el interior de la casa, cabe resaltar que es música navideña, niego varias veces y empiezo a desenredar los cordones blancos que son las extensiones.
Camino hacia el enchufe más cercano que está debajo de un escalón de la entrada, fue lo que Alissa me pidió cuando la construcción empezó, para no tener dificultades al momento de decorar, mi esposa piensa en todo.
—¡Aaron! Ahí no era, tonto.
—¡Jar! No me digas así... ¡Papá!
—¿Qué pasó? —pregunto lentamente.
—Jared me dijo tonto—el pelinegro apunta a su hermano mayor.
—Él hizo algo que no era, puso el inflable en un lugar dónde no se verá bien.
—Pero no tenías por qué decirme así—el menor se cruza de brazos.
—¡Es que así no era! Yo te dije que lo pusieras dónde está la puerta grande, no encima del otro.