💘 ESPECIAL: SAN VALENTÍN 💘

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13 de febrero 2042

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13 de febrero 2042

Cuando mis hijos nacieron, me gustaba imaginar con el día en el que crecieran, el día en el que iban a pedirme ayuda para hacer alguna tarea o cuando me pidieran permiso para salir con sus amigos a pasear. Pero no pensaba que esos años iban a llegar tan pronto.

Jared tiene diecisiete años, mis mellizos recién cumplieron catorce, ¿y yo? Me hago más vieja conforme los años pasan, pero sin arrugas y eso se lo agradezco a mi mamá que desde adolescente me enseñó a cuidar mi piel. Aunque ese no es el punto de esta autorreflexión... el punto es que estoy envejeciendo y mis hijos están creciendo muy rápido.

Y mi Marie me está mirando esperando una respuesta.

—¿Mami?

—Perdón amor, ¿Qué me preguntaste? —sacudo la cabeza.

—Que si me puedes llevar al centro comercial a comprarle algo a mis amigos para San Valentín.

—¿No quieres mejor hornear algo? Sería más rápido—trato de sonreír.

—No mamá—niega con la cabeza, su cabello rubio se desacomoda un poco—. No le puedo regalar galletas otra vez a Noah.

—Con que Noah...

—Y a mis mejores amigas obvio—rueda sus ojos celestes—. Pero... por favor mami, llévame.

—¿A dónde? —el rubio mayor entra a la sala—. Yo quiero ir también.

—No sabes a donde iremos, Jar.

—Pues no importa, las quiero acompañar.

—Mamá, dile que es salida de chicas.

—Ya oíste Jared.

—No es justo mamá.

—No. No es justo que no me dejen estar a solas con mamá, siempre te entrometes o se entromete mi otra mitad.

—¿Qué yo que?

—El que faltaba—Marie rueda los ojos—. Ya me da igual si quieren ir.

—¿Vamos a comer algo? —Aaron pregunta con emoción.

—No amor—carcajeo—. Iremos al centro comercial a buscar algo para Marie.

—Oh, está bien ahí hay buenos lugares para comer, o puedo comprar gomitas, o helado ¡O una malteada! Sí, compraré una malteada.

Aaron vuelve a irse de la sala, subiendo como un rayo las escaleras, Marie niega y también se levanta para ir por sus cosas e irnos. Jared se queda de pie frente a mí, con sus manos en los bolsillos de sus jeans negros, una playera de manga larga con el logo de los yankees le hace juego, su cabello rubio está más largo de lo que suele usar, con tenues rizos al final, se ve muy tierno.

—¿Qué pasa bebé?

—Mamá—refunfuña—. Ya tengo diecisiete, no soy un bebé.

—Te lo repetiré una vez más—me levanto del sofá—: siempre serás el bebé de mamá—deposito un sonoro beso en su pecosa mejilla—. ¿Todo bien, Jar?

EXTRAS | LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora