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Matthew se dirigía de regreso a su departamento, después de lo que pasó con su vecino, Hanbin lo había dejado por su manera de actuar diciéndole que esperaba y reflexionara sobre sus acciones

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Matthew se dirigía de regreso a su departamento, después de lo que pasó con su vecino, Hanbin lo había dejado por su manera de actuar diciéndole que esperaba y reflexionara sobre sus acciones. Es que simplemente no podía creer que de la nada durante 2 días seguidos lo estuviera viendo en todos lados. Seguramente los astros se acomodaron mal o quién sabe cuál era la razón y le estaba disgustando de sobremanera.

Cuando llegó a casa sacó las llaves de su auto topándose con algo arrugado en uno de sus bolsillos. Era una bola de papel y la miró detenidamente.

Claro, el volante que Jiwoong le había entregado.

Por alguna razón, cada que se acordaba de su maldito vecino sentía una gran culpa extenderse, pues sinceramente no entendía por qué le hacia sacar la peor parte de él, y ahora por su maldita responsabilidad su amor se había enojado con él.

Nuevamente tomó las llaves de su auto y salió de su departamento, se conocía y sabía perfectamente que no iba a estar bien hasta que se disculpara con ese cabeza hueca. Puso en el GPS la dirección de la cafetería y emprendió camino hacia el lugar.

En el camino pensó en muchas cosas, cuando era pequeño su mamá le dijo que solo las personas buenas y amables se iban al cielo, entonces al estar tratando así al otro podría recibir un castigo del cielo. Era inaceptable.

Con todo el caos que esos cabellos oscuros había traído a su vida ahora se le aumentaba que posiblemente Matthew no iba a poder entrar al reino de los cielos y no, él no quería arder con Satanás.

Entre tanto pensamiento sin sentido llegó al lugar, era muy bonito a primera vista, con la fachada rústica y un gran cartel con el nombre del establecimiento. Sin tanto que esperar se encaminó hasta la caja donde pedían las órdenes

─ Buenas tardes, bienvenido a Planet Tea ¿qué gusta ordenar? ─ una chica pelinegra le preguntó, Sakura, alcanzó a leer en su gafete.

─ Quisiera preguntar por Kim Jiwoong, creo que es repostero.

─ Oh, si Woong, el ahora está trabajando lo siento.

¿Woong?

─ ¿Va a tardar mucho?

─ No lo sé con certeza, pero si quiere puede ordenar algo y le digo que lo busca ─ le dió una linda sonrisa.

─ Si, está bien

Ordenó lo primero que vio, pagó y se fue a una mesa a sentar. Sabía que estar ahí era un muy mal plan, pero entiendanlo, él quería disculparse y no tener problemas ni con Hanbin, ni con Dios.

Al cabo de unos 5 minutos llegó su bebida y en 20 alguien se sentó frente a él.

─¿Que diablos quieres? ─ Jiwoong vestía su uniforme de trabajo.

─ Que humor.

─ Habla o me largo.

─ Solo quería disculparme gran estúpido, no sabía lo que dijiste hace rato y ahora Hanbin está molesto conmigo ─ dijo esto más para el mismo.

ni amigos, ni enemigos ∼ mattwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora