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Matthew ni siquiera pudo agregar algo a esa conversación cuando la chica ya había cortado la llamada dejando al menor con el corazón roto, ¿era tonto? sí, porque bien podía estar ahora abrazando al mayor mientras se preparaban para dormir y no est...

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Matthew ni siquiera pudo agregar algo a esa conversación cuando la chica ya había cortado la llamada dejando al menor con el corazón roto, ¿era tonto? sí, porque bien podía estar ahora abrazando al mayor mientras se preparaban para dormir y no estar llorando como novia de pueblo, ¿lo merecía?, quién sabe.

No tenía idea de que si era lo correcto buscarlo para aclarar las cosas, después de todo ni siquiera le pudo decir que le gustaba, pero había algo que lo detenía, aún era novio de Hanbin y Yunjin le dijo entre líneas que se esforzaría por conseguir el amor de Jiwoong, pero ¿él sería capaz de competir contra ella?, sinceramente lo dudaba, si alguien merecía al pelinegro bonito era sin dudas la chica de cabellos de oro.

Él no quería compararse, pero le resultaba imposible, la chica había hecho muchísimo más por Jiwoong que lo que él había logrado en esos meses, entonces fue cuando entendió todo. Muchas veces Matthew hizo sentir a el mayor como si el tiempo lo fuera todo, como si lo vivido a través de los años tuviera muchísimo más peso que cualquier otra cosa, entonces comprendió que estaba equivocado y que hizo sentir mal a Jiwoong sin fundamento alguno.

Ni los años de convivencia con su mejor amigo podían nivelar los meses al lado de su vecino, cada desayuno, cena, o noche juntos, cada roce de manos o labios, comprendió que esa era la verdadera razón por la que nunca pudo besar a quien era su novio, porque él siempre tuvo el deseo oculto de que su verdadero novio fuera Jiwoong.

Ese chico enojón que cada día le recordaba a su mamá por no tirar la basura en el lugar correspondiente, ese chico a quien aún le debía una batidora por ser tan estúpido y rompersela. Ese chico de frío corazón, solitario y déspota que con el paso de los días fue abriéndose más solo con él, ese chico dueño de los labios más hermosos existentes, esos labios que le dieron dolores de cabeza por noches enteras. Ese chico amante de la cocina y de ver Bob Esponja, era a quien verdaderamente quería.

Así que deseaba con toda su alma que para cuando volviera a verlo por lo menos le diera la oportunidad de decirle lo que sentía, claramente antes debía hacer más cosas, pero por el momento su prioridad era Jiwoong.

Durmió llorando mientras hacía un recuento de todo lo que le gustaba de su insolente vecino.

Al día siguiente fue hasta la universidad, sabía que las posibilidades de encontrar a Jiwoong eran muy remotas y en parte se alegraba por eso, aún no ordenaba todas las cosas de su vida y antes de enfrentarlo debía acomodar todo ello.

La señora Seok se había marchado por la mañana, deseándole suerte a su hijo, de todo corazón ella esperaba que el final de esos dos no fuera tan caótico y si la vida no los quería juntos, que no los hiciera sufrir tanto.

─ ¿Cómo te sientes? ─ Hao preguntó después de largas horas de clases.

─ Mal.

─ ¿Hablaste con Jiwoong?

ni amigos, ni enemigos ∼ mattwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora