❝ Donde la relación de vecinos entre Jiwoong y Matthew es horrible, y a pesar de no conocerse bien sienten que se odian. ❞
Todo cambia cuando Jiwoong desarrolla sentimientos por Matthew quien sigue enamorado de su mejor amigo Sung Hanbin.
๑ enemies...
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Esa noche de sábado solo habían visto Bob Esponja por tres horas más, Jiwoong se negaba por completo a dormir en la misma cama así que Matthew quién sabe de dónde pero sacó un colchón inflable y lo acomodó en su misma habitación. El mayor durmió en la cómoda cama y el otro, por obviedad, en el colchón provisional.
Ni siquiera hablaron, Matthew le prestó una pijama azul de pequeños cuadros y a eso de la 1 de la madrugada se quedaron dormidos sin ningún contratiempo, bueno, sólo la incomodidad del mayor al estar durmiendo fuera de su departamento por primera vez en cuatro años, pero sinceramente él no quería ser responsable si el otro hacía una estupidez.
A la mañana siguiente Jiwoong se fue a su casa después de que el menor le entregara el dinero. Era sorprendente que de la nada le hubiera sacado $500 dólares a Seok, al parecer cagaba dinero o quién sabe qué hacía. Se fue aún con la pijama puesta, que cabe aclarar, le había quedado algo corta.
Los dos pasaron su domingo en su respectivo departamento, Jiwoong aprovechando que no trabajaba fue hasta la lavandería y Matthew se encargó de hacer el aseo de su propio departamento. Por la tarde se enfocaron en descansar lo más que pudieran pues al otro día iniciaba una semana más de la espantosa universidad.
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El lunes cerca de las 8 de la mañana ambos estaban por irse a su facultad, Matthew en su coche y Jiwoong caminando, por eso salió 5 minutos antes que el menor. Afortunadamente su escuela no estaba muy lejos.
Mientras Matthew conducía observó como un alto pelinegro caminaba en una banqueta. Al pasar junto a él se dio cuenta de que era el chefsito y se detuvo de golpe. Se echó de reversa y bajó su ventana.
─ ¿Quieres que te lleve chefsito?
─ ¿Hoy harás caridad o qué? ─ preguntó mientras seguía caminando.
─ Sí, sube rápido.
Ya que se le estaba presentando la oportunidad claro que iba a tomarla, nadie se para en medio de la calle y te ofrece subirse a su costoso auto.
─ ¿Entras a las 8?
─ Sí ─ volteó a verlo ─ ¿por qué no te pones el cinturón de seguridad?
