Capítulo 51 - La mañana siguiente

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Clarke se despertó lentamente y se dio cuenta de que hacía meses que no se sentía tan lánguida y relajada. Quizás nunca se había sentido así. 

El brazo de Lexa le rodeaba la cintura y estaba apretada contra su espalda, y Clarke suspiró satisfecha y se acurrucó más, pensando en cómo había acabado aquí. Sus batallas internas iniciales contra la forma en que Lexa la afectaba habían sido una forma, se dio cuenta, de negar que pudiera sentir algo por alguien como la brutal líder de los clanes terrestres. 

Pero la brutalidad, había llegado a comprender, no se limitaba a los terrestres y, a diferencia de otros, Lexa no la ejercía indiscriminadamente. Todo lo que hacía tenía un propósito, normalmente destinado a proteger a su pueblo, de acuerdo con su papel de Heda. Clarke había intentado encontrarle defectos, pero no podía porque ella misma había ejercido la brutalidad al servicio de su pueblo.

Ahora Clarke sabía que había intentado encontrar fallos para protegerse de la forma en que Lexa le hablaba a niveles que ni siquiera sabía que tenía, para intentar no sucumbir a la atracción que había entre ellas. Pero ahora todo lo que quería era la atracción, y la forma en que Lexa la miraba, y cómo se sentía apretada desnuda contra ella y la forma en que dejaba que Clarke traspasara sus defensas. Todo lo que quería era todo lo que Lexa le ofrecía y la oportunidad de ser la persona en quien más confiaba.

Sintió los labios de Lexa en el hombro y luego en la nuca. Sintió un delicioso escalofrío y recorrió los dedos de Lexa, que se apoyaban en su vientre. Lexa siguió besándola, lenta y suavemente, y Clarke se movió un poco para darle mejor acceso a su cuello, que Lexa aprovechó para acariciar y morder ligeramente la piel de debajo de la oreja de Clarke.

"¿Podrías volver a despertarme así alguna vez?"

"Siempre que pueda", dijo Lexa, y había calidez en su voz que era a la vez una promesa.

Clarke se dio la vuelta para poder mirarla y Lexa la observó, el verde de sus ojos evidente incluso en la penumbra del interior de la tienda. Fuera, Clarke oyó voces y el ruido de lo que podría haber sido gente desmontando tiendas y supo que pronto tendría que abandonar aquellas pieles y, por tanto, el lado de Lexa. No quería enfrentarse a eso todavía.

"Hola", dijo, con una oleada de calor acompañando los pensamientos de la noche anterior.

La sonrisa de Lexa llegó al corazón de Clarke, que la miró fijamente a los ojos, abrumada por el torrente de emociones que le provocó aquel pequeño gesto. Lexa le apartó unos mechones de pelo de la cara y luego la besó suavemente en la frente y Clarke se acercó más, buscando más contacto. Lo consiguió cuando Lexa la atrajo contra sí y le acarició la espalda.

"Gracias por dejarme dormir más allá del amanecer" dijo contra el hombro de Lexa, y ésta rió entre dientes mientras su mano se dirigía a la cadera de Clarke, y Clarke deseó que siguiera moviéndola a lo largo de la cadera y luego hasta el muslo; quería muchas noches más como la anterior. Estudió el rostro de Lexa y se quedó absorta en sus ojos durante unos instantes, su ritmo cardíaco parecía acelerarse. Oh, necesitaría mucho más tiempo con Lexa.

"Debemos prepararnos para partir hacia Polis", dijo en voz baja, y Clarke oyó la reticencia en su voz. "Aunque no es en absoluto lo que quiero hacer". Apretó la cadera de Clarke.

"Lo sé." La besó y Lexa le respondió con fervor antes de apartarse.

"Wanheda me tienta", bromeó antes de rozar sus labios con los de Clarke.

"Yo diría lo mismo de ti. Heda es Comandante de mucho más que los clanes".

Lexa se sonrojó y Clarke se rió y se inclinó para darle un beso más, que Lexa concedió con entusiasmo aunque se apartó al cabo de unos instantes, con una expresión totalmente contraria a lo que tenía que hacer en su lugar. Clarke lo comprendió y se limitó a suspirar mientras Lexa se levantaba, pero era un espectáculo delicioso verla moverse desnuda hacia la ropa desparramada a su alrededor. 

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