°•Enamorado del castigo•° |Spartor|

Capítulo 6

-No te interesa-respondió antes
de bajar del auto.

Baje también al ver que ya
habíamos llegado a mi casa, abri
la puerta y al escuchar ruido en la
cocina supuse de inmediato que
mi madre y el tío Marco estaban
cocinando.

-Mamá voy a estar en mi
cuarto haciendo un trabajo con un compañero de clases- dije lo
suficientemente alto.

Esta salió de la cocina con el tío
Marco , por su ropa podía notar que estaban teniendo una pelea de comida.

-Que apuesto chico-Halago mi
madre al ver a Ari.

Yo con rapidez arrastre al chico de ojos verdes a mi cuarto, no quería que mi madre lo incomodara con preguntas.

-¿Ellos son tus padres?- Pregunto Ari.

Deje mi mochila en la mesa donde
tengo mis libros.

-Mi madre y su mejor amigo
que prácticamente es como mi
tío-respondí antes de sacar mis
cuadernos.

Ari sin permiso alguno cogió mi
computadora, nos sentamos en el
suelo y en silencio comenzamos a
resolver los primeros problemas
del trabajo.

Había muchas cosas que no
entendía al principio así que
le pedía ayuda a Ari y este me
explico de una forma mucho más
fácil que la del profesor lo cual me ayudo a resolver los tres primeros ejercicios sin problema.

Me levante del suelo con
incomodidad por la ropa,
normalmente después de que llego de la escuela me coloco ropa más ancha.

-Sigue haciendo los ejercicios, voy
a cambiarme de ropa -dije antes
de coger ropa de mi closet.

Me metí al baño y sin esperar
mucho me coloque un short y una
camisa azul sin estampado y ancha que lograba casi tapar el short.

Salí del baño, deje mi ropa en el
canasto de la ropa sucia y me
volví a sentar junto a Ari  el cual
estaba concentrado resolviendo el
problema en la computadora.
Sin pensarlo dos veces toque el
tatuaje en su cuello lo cual hizo que este me mirara.

-¿Te dolió? -pregunte.

Había investigado un poco y había ciertos lugares del cuerpo donde hacerse un tatuaje era demasiado doloroso.

- Si -respondió.

Me molestaba que fuera tan
cortante, quería detalles y no
hablaba mucho.

Este volvió su atención a la
computadora, no aparte mis dedos de su cuello y seguí tocado las letras que adornaban su piel.

-¿Cuantos tatuajes tienes?-
pregunte antes de quitar mi mano
de su cuello.

Me aterraba el hecho del dolor pero eso no quitaba las ganas que tengo de hacerme un tatuaje.

- Tres, deja de ser tan preguntón y
continúa haciendo los ejercicios--
exclamó.

Ya estaba cansado de hacer
ejercicios de matemáticas.

- Descansemos un momento-dije
mientras le quitaba la computadora para colocarle lejos de nosotros.

Este me miro de arriba para bajo
lo cual me hizo incomodarme al
recordar que tenía mis piernas al
descubierto.

-Hablas mucho-murmuro
fastidiado.

-Muéstrame el tercer tatuaje,
ya vi el de tu cuello y la serpiente
¿Dónde está el otro?- me acerque
más a él.

Me fascinaba lo perfecto que
quedaban los tatuajes en él.

Este se quitó la chaqueta y se alzó
la parte trasera de su camisa.

-¿Feliz?-pregunto con fastidio
antes de bajarse la camisa de nuevo.

Su espalda estaba adornada con
la silueta de un lobo maullando
que contenía en su interior ramas
de árboles, nunca había visto un
tatuaje así y por alguna razón ese
tatuaje resaltaba una apariencia
peligrosa y misteriosa.

-¿Por qué siempre estas molesto?
Solo quiero saber más de ti y eres
grosero - me queje.

Este se me agarro fuertemente de
la cintura colocando su cuerpo
pegado el mío, haciendo sentir su
respiración en mi cuello, sentí mi
piel arder y mi pulso acelerarse.

-No me gusta que se metan en mi
vida-susurro en mi oído molesto.

No iba a dejar que intimidara,
levante mi mirada
encontrándome con esos ojos verdes que tanto querían asustarme.

-Demasiado tarde ya yo estoy en
ella-le susurre acercando mi cara
a la de él.

Este me miro sorprendido, se nota que no está acostumbrado a que la gente no salga corriendo del miedo.

-No juegues con fuego que
te puedes quemar - Murmuró
mientras quitaba sus manos de mi cintura.

Este intento alejarse de mí pero
sin pensarlo jale su camisa y lo
acerque a mí nuevamente.

-Yo quiero quemarme- susurre
antes de pegar sus labios con los
míos.

Comencé a besar torpemente
aquellos labios carnosos, no sabía
bien lo que hacía, me estaba
dejando llevar.

-Ah.-gemí cuando este mordió
mi labio.

Me sorprendí al ver que este
aprovecho que había abierto la
boca para introducir su lengua la
cual jugueteo en mi boca de una
forma que me hizo estremecerme.

Mordí el labio de Ari cuando sentí que el aire me faltaba, abrí los ojos lo cuales había cerrado sin darme cuenta.

-Al parecer no eres tan inocente
como aparentas-dijo aquel castaño con malicia.

Me sonroje ante su comentario,
volví a mirar sus labios que estaban un poco rojos e hinchados.

-Solo cállate- murmuré antes
de colocar mis manos en su cuello
para volver a probar aquellos
labios.

Mordí aquellos labios y metí mi
lengua en su boca intentando tener el control del beso pero perdí este cuando el castaño hizo comenzó a meter sus manos debajo de mi camisa.

-Ah...no-o toques ahi-i-gemí
cuando comenzó a tocar mis
pezones.

Este coloco sus manos en mi
cintura y sin problema alguno me
levanto del suelo.

Se separó de mí y me tiro en la
cama para luego quitarme mi
camisa dejándome solo con el
short.

Comenzó a besar y morder mi
cuello lo cual se sentía muy bien y
mi erección era prueba de ello.

-Bésame-pedí.

Este me miro con malicia, se
mordió el labio y se acercó
lentamente a mí.

El beso se identificó, sus manos
acariciaron mi trasero por encima del short. Este apretó mi trasero con fuerza provocando que varios gemidos y jadeos separaran nuestras bocas.

-¡Mierda! Quiero cogerte-
susurró en mi oído mientras rozaba nuestras erección sin vergüenza.

Estaba más que excitado, nunca
había hecho esto con nadie y
aunque sonara loco se sentía
demasiado bien como para
detenerme.

-Hazlo-Susurre.

Mi cuerpo quería mas, volví a
besar sus labios, mordí y lamí a mi antojo.

Este se separó de mí y con movimientos rápidos me coloco
boca bajo y comenzó a bajar mi
short.

- Andrés tu mamá pregunta..
¡CARAJO!-grito esto último mi tio
Marco  al entrar sin antes tocar la
puerta.

Por andar de calenturiento se me
había olvidado que no estábamos
solos.

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