Capítulo 14.

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Harry.

Las presentaciones fueron un éxito, los bailarines bailaron perfectamente, los actores actuaron de maravilla, la orquesta tocó exquisitamente y los pintores expusieron sus obras magníficamente.

Estar detrás de todo fue un caos, los micrófonos fallaban, las luces no prendían o incluso la música se distorsionaba.

Solo pude ver completas las presentaciones de los bailarines, me traían de un lado a otro intentando arreglar problemas que ellos debían solucionar, fue muy estresante. Pero pude escaparme a ver a Louis. Fue la cosa más magnífica que pude ver. Bailó con el corazón, fue perfecto.

Al final de su solo me miró y me dio una sonrisa íntima, que solo me daba a mi. Y pensé que estaba perdidamente enamorado de ese chico.

Regresamos en la madrugada al hotel, cada uno a su respectivo cuarto, pero era obvio que ninguno quería dejar al otro así que él esperó hasta que por fin me dignara a entrar. Me dió un beso en la mejilla que duró una eternidad.

Dormí con una sonrisa en la cara y las pesadillas no volvieron.

Todo fue lindo, hasta que desperté con el cuerpo medio desnudo de un chico rubio babeando en mi hombro.

Solté un grito de espanto al ver que solo llevaba unos calzoncillos y sus piernas estaban enredadas con las mías y sus brazos aferrándome.

—¡NIALL!— soltó un gruñido y me apretó más.

Traté de moverlo pero era imposible, él parecía completamente cómodo.

—¡HORAN, MUÉVETE O TE PATEO!— suspiró con paciencia y abrió los ojos, dándome una sonrisa pícara.

—Buenos días amor.— dijo el muy cínico.

—¿Qué haces en mi cama?, perdón corrijo, ¿qué demonios haces sobre mi?— él se encogió de hombros y se pegó más a mi cuerpo.

—No me gusta dormir solo en lugares que no conozco.

—¡Eso no justifica que estes medio desnudo sobre mi!— exclamé nervioso.

—Hacía calor, ahora necesito otro rato más de sueño, si me disculpas.— volvió a cerrar los ojos.

—¡MUÉVETE!— lo empuje con todas mis fuerzas por el pecho lo cual hizo que fingiera exaltación al sentir mi toque.

—¡No homo!

Se sentó en la cama cubriéndose el pecho desnudo.

Maldito.

—¡Aléjate de mi!— me senté del otro lado de la cama.

—Me halagas, pero los hombres no son lo mío— fingió pensar profundamente unos segundos—, pero quien soy yo para negarme a un besito tuyo.

Intento volver a acercarse a mi, con los labios parados y los ojos cerrados, pero fui más rápido y le di un golpe con la almohada en la cara y él comenzó a partirse de la risa.

—¡Hubieras visto tu cara!— estaba retorciéndose de la risa.

Entrecerré los ojos mirándolo con desconfianza.

Keep me away.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora